¿Qué son las Persecuciones Cristianas? Historia

Desde la muerte del Gran Mesías, los fieles y la humanidad en general, han sido afectadas por las persecuciones cristianas, hechos que han provocado con el pasar del tiempo, mayor división y radicalismo en cuanto a las conductas y tratos interpersonales, así como mayor auge a las persecuciones del cristianismo.

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Inicio de las Persecuciones Cristianas

Las personas en el mundo que han aceptado a Dios Todopoderoso han enfrentado a través de los siglos muchas dificultades en cuanto a los continuos maltratos y las persecuciones dictaminadas por aquellos gobernantes y personas que no practican la doctrina del cristianismo. En este sentido, cuando se trata este doloroso pero interesante tema, es necesario comprender que estos movimientos de represión iniciaron desde la muerte de Jesucristo, principalmente por el poder que brinda ésta a las personas. Relacionado a esto te invitamos a visitar nuestro artículo El Ecumenismo: Relación con el Cristianismo

El morir en una cruz hacerse responsable por los innumerables pecados que cometió la humanidad y resucitar de entre los muertos ha sido el mayor acto de amor que ha hecho ser alguno, estando entre en el mundo, hecho que le acreditó quedar para siempre en la memoria y en el corazón de todos, más allá de que fuera escupido, flagelado hasta quedar desfigurado, culpado y condenado a la pena máxima de la crucifixión.

Dentro de esos fieles, el primero en sufrir de gran manera los acechos y castigos por creer en Dios fue Esteban. El injusto castigo que le dieron por profesar con devoción las enseñanzas de Cristo fue ser apedreado, lo más lejos posible de la ciudad, hasta que muriera. Al ocurrir esta situación, todo aquel que amaba y creyera en El Mesías, estaría destinado a sufrir un destino igual o peor, a través de una hostil persecución.

Como consecuencia de ello, los siguientes que serían perseguidos y torturados hasta la muerte eran los apóstoles, los más grandes discípulos de Cristo. El imperio Romano estaba en contra de perder el dominio que ejercía sobre el pueblo, tanto para las creencias divinas como para actividades básicas de la vida, y el que llegara un ser con mayor poder, capaz de guiar a las personas, instruirlas, haciéndole entender que existía solo un Dios al cual alabar, no era algo que podían permitir en su seno.

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De este modo, comienzan formalmente las persecuciones cristianas, siendo el primer perseguido el hermano mayor del apóstol Juan, Santiago, quien en el año 44 después de Cristo (d.C) fue degollado por la mano del imperio romano. El siguiente de este grupo fue Felipe, quien resultó aprisionado y crucificado en el año 54 d.C por difundir las enseñanzas y grandes reflexiones del Evangelio en el norte del continente asiático.

Siguiendo este periodo oscuro para los fieles, muere Mateo en Nadabah en el año 60 d.C, por una alabarda que le clavaron en el cuerpo, quien hizo su prédica en tierras etíopes y fue como el recaudador de impuestos Luego arremetieron contra uno de los autores de las epístolas bíblicas, Santiago el Menor, muriendo apedreado a manos del pueblo judío teniendo éste la edad de noventa y cuatro años, mientras predicaba en una iglesia de Jerusalén a otros perseguidos como él, así como a pobres y a enfermos.

En ese orden, le siguió Matías, quien murió en un apedreamiento para luego ser decapitado, siendo en vida el apóstol sustituto de Judas. A esta penosa lista se sumó el hermano del apóstol Pedro, Andrés, que falleció en Edesa al ser crucificado de manera diferente a Cristo, por la manera en que estaba dispuesta la cruz, quien se dedicara a expresar y expandir su testimonio en una parte importante del continente asiático. La expresión “Cruz de San Andrés” viene dada por la tortura a esta persona y a la cruz.

Dentro de los afectados en las persecuciones del cristianismo se encuentra Marcos, quien muere al ser arrastrado con vileza y desmembrado por una parte del pueblo de Alejandría, quien en vida fuese el escritor personal del apóstol Pedro y convencido por él mismo para practicar la doctrina cristiana. El más fiel discípulo de Jesús, Pedro, fue mandado a buscar por Nerón con el objetivo de matarlo. Por el gran amor y respeto que tenía hacia El Mesías, pidió ser crucificado de la forma inversa en la que murió éste.

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Otros de los grandes personajes que sufrió torturas, y en repetidas ocasiones fue Pablo, acosado de manera constante, quien por órdenes de Nerón fue flagelado, apedreado y finalmente degollado con una espada. Otro gran discípulo que murió en Edesa crucificado en el año 72 d.C, fue Judas, conocido como Tadeo, quien era el hermano de Santiago.

Mientras persistían las persecuciones cristinas, seguían asesinando a aquellos que predicaran, como Bartolomé, quien fue golpeado vilmente y crucificado. Continuando con el orden cronológico de los sucesos, el siguiente fue Tomás, el incrédulo, muerto a causa de que los sacerdotes pecadores mandaran a matarlo, siendo este traspasado con una lanza y quien en vida representó a Cristo en tierras hindúes y en Partia.

El siguiente es fallecer en manos del acecho fue Lucas, quien en su último día terminó colgado en un árbol de olivo a manos de sacerdotes fanáticos y durante su existencia en el plano terrenal se ocupó en predicar por varios países del mundo.

En el penúltimo lugar de esta lista, se encontraba Simón, crucificado en el año 74 d.C, por su gran compromiso por comunicar y enseñar el evangelio en tierras africanas, inglesas y en Mauritana, quien en vida fue también conocido como “El Zelote”. Finalmente, fue Juan, el último discípulo perseguido, quien escapara ileso de morir en aceite hirviendo, aunque luego desterrado a la isla de Patmos. El y Nerva, el sucesor de Domiciano, fueron los únicos que no murieron en manos de las persecuciones cristianas.

Hechos bíblicos sobre los acechos a los cristianos

De acuerdo a lo que dice el Nuevo Testamento, los primeros cristianos, incluyendo al mismo Jesús, fueron perseguidos de forma constante por el Imperio Romano, hasta la llegado de Constantino, y muchos de los jefes judíos que mandaban en ese periodo, nombrando entre ese importante grupo a Pedro, a Juan y a Ananías, quienes estuvieron presos por la orden de los poderosos judíos, sin embargo, este último fue liberado.

Debe señalarse que fueron puestos en custodia por órdenes de los sacerdotes y personas saduceas, sin embargo, fueron sacados de ese lugar por un ángel de acuerdo a lo referido en Hechos 5:19-20, que expresa textualmente:

19- “Más un ángel del Señor, abriendo de noche las puertas de la cárcel y sacándolos, dijo:

20- “Id y puestos en pie en el templo, anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida”

Luego de haber contado con la ayuda divina para salir de ese lugar, transitaron y llegaron ante el Sanedrín, más en esta oportunidad Gamaliel, quien era un rabino fariseo, persuadió a este último de dejarlos en libertad (Hechos 5:27-40). Se cree que el mayor motivo de la “cacería” fue porque creían que el cristianismo promovía el uso de los hechizos, la brujería y el ocultismo, prácticas que iban en contra de las creencias tradicionales judías, además de afianzar la creencia o la idea de un Dios-Hombre.

A este respecto, los romanos creían que la práctica de esta doctrina, además de la llegada sin detenimiento del Rey de los Judíos, podría causar insurrecciones por parte del pueblo, del colectivo; los judíos podían tomar decisiones propias dentro de su gobierno, aunque de manera limitada, estando los máximos jefes de la comunidad judía obligados a  recolectar impuestos para el imperio y así, mantener la calma entre los civiles, suprimiendo también cualquier actividad cristina que fuese insurgente.

Los judíos que se oponían al cristianismo terminaron siendo grandes aliados para Roma e impulsaron la filosofía de rechazar la doctrina de manera radical, al término que quien creyera en ello, era visto de manera despectiva y posteriormente perseguido y castigado. Uno de los primeros que vivió en carne propia las consecuencias del maltrato fue Esteban, quedando con el primer mártir dentro de la historia de la religión, apareciendo en el Nuevo Testamento cómo murió siendo lapidado (Hechos 6:8-7:60).

Esta terrible muerte conllevó a que mayor cantidad de creyentes en las enseñanzas de Cristo fueran vilmente acechados, capturados y puestos en prisión, de acuerdo a lo que aparece expresado en La Biblia, en Hechos (Capítulo 8, Versículos del 1 al 3), actividad que fue ordenada por Saulo de Tarso. De acuerdo con las Sagradas Escrituras, esta asechanza culminó hasta que Pablo (Saulo, antes de transformarse en Jesucristo), se expresa sobre que El Mesías le ha mostrado una luz y un mensaje que escuchó.

Según lo encontrado en Hechos (Capítulo 9, Versículos del 23 al 25), se detalla que a Pablo la muerte le sería ineludible si él llegaba a Damasco, ya que un grupo de judíos lo esperaban para asesinarlo en la entrada de ese poblado. Tras el anuncio de prevención que le dio Jesús pudo evitarlo al momento de huir hacia Jerusalén, contando con la ayuda de otros cristianos, quienes previnieron ocurriera un ajusticiamiento indebido.

No le fue fácil la labor a Pablo en hacerles cambiar de opinión a los ciudadanos que vivían en Jerusalén sobre él, quienes mantenían cierto recelo, incluso después de convertirse el cristianismo, de acuerdo a que en algún momento él era su enemigo y pretendía capturarlos, sin embargo, las personas se solidarizaron con Pablo cuando también tenía orden de captura y era perseguido, de acuerdo a lo que está escrito en Hechos (Capítulo 9, Versículo del 26 al 27). No fue el único riesgo que enfrentó.

Opinión de Suetonio y Tertuliano sobre las persecuciones

En la perspectiva del gran historiador Suetonio, El Mesías era el gran responsable de las redadas en Roma, quien era conocido en el periodo donde gobernó Claudio como “Cresto”, quien en su significado real era Cristo, así como también eran responsables un grupo de judíos insurrectos que promovían la enseñanza de los milagros divinos y la forma como se debía vivir respetando a un único Dios, que fue mortal.

Sencillamente, resultaba inaceptable para esa época.  De igual manera, en los anales de los relatos que cuenta Tácito, aparece un hombre que es llamado “Cristo” y que fue uno de los grandes problemas a los cuales se enfrentó, en ese entonces, Nerón; Suetonio, habla en su obra titulada “Vida de los Doce Césares”, que, durante el reinado de éste último, ocurrió la radicalización del Imperio Romano y de parte de sus habitantes hacia el cristianismo, donde amenazaba con pena de muerte a aquel que le retara.

Dentro de este orden de ideas, el filósofo Tertuliano en el año 200 d.C, daba a entender en su discurso de alabanza a los afectados (Apología) y las personas nobles, las penas de las cuales se les culpaban a los cristianos, siendo muy poca de ellas cierta, refiriendo entre alguna de ellas que ellos se reunían de noche y comían niños pequeños, usando su sangre para remojar el pan y engullirlo, comiendo un pedazo de ese pan cada uno.

Otros de los “actos impuros” que cometían los cristianos en la oscuridad eran que estaban dispuestos unos perros para comerse los trozos de pan, mojados previamente con la sangre del infante asesinado y que, culminando con los pequeños, eran capaces de allanar las moradas de las familias y buscar que la hermana y la mamá sufrieran el mismo y penoso destino que el niño. En la opinión del filósofo, aun cuando no se tenían certeza si esos actos eran ciertos, el Senado no se veía interesado en corroborarlo.

En el capítulo 7 de su “Apología” aparece que las personas nobles o rechazados (cristianos) practicaban ritos extraños y misteriosos de la cultura oriental, muy parecidos a los de Samos y Elesius, que se basaban meramente en la hechicería, los misterios de Egipto, de Persia, precisamente en Mitra, los secretos de Isis y los misterios de Cibeles. Concepto que tuvo cierta aceptación de los académicos de esa época, quienes debatían los principios morales e ideológicos de esa corriente.

En el siguiente vídeo podrás apreciar las 10 persecuciones a los cristianos en el imperio romano:

Dentro de este orden de ideas, también afirmaba Tertuliano que era costumbre en los emperadores, como medida de control a la población, erigir estatuas de sí mismos, donde se autoproclamaban héroes universales y dioses supremos, ostentando un título de señor, los cuales los plebeyos, civiles y todo el gobierno de Roma debía reconocer y respetar, además de hacerle reverencia al menos una vez al día a la estatua o de arrodillarse, no importando la ciudad donde se encontraran o si no era su práctica.

Los cristianos, al respecto de esto, afianzaron más la confianza y la fe en él, considerándolo como el Rey de Reyes y el único y verdadero hijo de Dios Padre Todopoderoso, creencia que los romanos rechazaban. Como medida para mantener el dominio, aquel recurso invaluable que no querían perder, instauraron normas para que de ser atrapados los cristianos fuesen castigados duramente en vez de ser juzgados por sus criterios morales e ideológicos, y eran considerados insurrectos del imperio.

Esto trajo como consecuencia una gran cantidad de persecuciones cristianas y un gran descontento en una parte del pueblo judío opositor, en función a que el gobierno no respetaba sus derechos como ciudadanos. De manera más sencilla, se entiende que toda ideología contraria a las directrices romanas, que fueran practicadas, serían consideradas riesgosas y amenazas directas, buscando proteger a las élites de Roma, así como al famoso “status quo” que habían luchado por mantener durante eras.

Otra idea fácil de entender, según lo que relata Tertuliano es que la doctrina del cristianismo estaba basada en la igualdad entre los seres humanos ante los ojos del Dios único y Todopoderoso, en el cual alguna de las ideas de la filiación divina era que “todos somos hijos del mismo padre” (Dios), así como el alegato de que “la acción más pequeña que la persona pudiera hacerle a otro, equivaldría a hacérselo a él” , creencias que iban en sentido a la sociedad esclavista que quería mantener Roma en el tiempo.

En esta perspectiva, se encontraba la creencia de que había que desprenderse de lo material y fortalecer el espíritu, así como no darle importancia a la acumulación de riquezas, siendo también capaces de colocar a total disposición los bienes y que estuvieran a la orden de la comunidad en función de una fuerte necesidad. Todas estas ideas eran revolucionarias, tanto así que lograron causar pánico entre las máximas autoridades del imperio, gracias a que había mucha población pobre y humilde.

Emperadores del Imperio Romano que rechazaron al cristianismo

En resumidas cuentas, la práctica libre del cristianismo dentro del territorio romano era inaceptable, ilegal y una sentencia de muerte segura, siendo ello la razón para que se escondieran del régimen, haciendo reuniones en las catacumbas abandonadas de Roma, sin embrago existen versiones que negaban el hecho de que todos los encuentros se limitaran a un solo sitio específico; se usaban la casa de los creyentes y se identificaban estas sedes con el símbolo del Pez Ichthys (Jesucristo, grande en Jesucristo, Salvador).

En vista de la incertidumbre que generaba el no conocer el verdadero paradero de los cristianos, los emperadores en cada uno de sus períodos, aumentaron el asedio inclemente contra ellos bajo la firme creencia que pondrían en peligro la salud mental y física del colectivo, a sabiendas que la verdadera razón de la asechanza era que tenían miedo de perder el estatus y el poder del cual gozaban. Dentro de la era del Imperio Romano, antes de Constantino, hubo emperadores que promovieron la hostilidad.

Nerón

Se cree que es una de las más populares e implacables y quizá la más joven es la originada por el indestructible Nerón, de acuerdo al cual se originó la leyenda de su mandato del incendio que terminó con varios sitios pobres de la ciudad de Roma. El gran historiador, Cornelio Tácito, redactó en los inicios del siglo II que ante el rumor ms grande que el incendio se había propagado por orden superior, encontró en los cristianos los recolectores de información que en principio se encargaron de la rabia que acumulaba el pueblo. Fueron duramente reprimidos, de acuerdo al escritor.

Suetonio, otro escritor brillante de principios del segundo siglo de la nueva historia, chequea la versión, señalando que entre alguno de los grandes proyectos de Nerón se entendía que estaba el “capturar a los cristianos”. Esta sería una de las razones que condujo a que creyentes como Pablo o Pedro a la finalización de Roma, de lo que Clemente I, escritor cristiano, trataba en sus trabajos durante el primer siglo.

Domiciano

Uno de los emperadores que se recuerda por la maldad y el maltrato dado a los cristianos en general, fue Domiciano, quien entre los años 81 y 96, gobernó en Roma. Entre los tantos cristianos maltratados durante este acecho, estaba Simeón, religioso de Jerusalén, que pagó sus penas en la cruz. Flavia, hija de un político romano, fue expatriada al Ponto; y bajo una fuerte ley que decía: “Que ningún cristiano, llegado a la corte, quede inmune de la pena sin que cambie su postura religiosa”.

Trajano

A lo largo 109 y 111 d.C, el joven Plinio fue encomendado por el emperador en turno a gobernar la provincia de Bitinia. En régimen, este muchacho ubica a los cristianos, y comunica sobre ellos al alto mando, el gobernador, señalándole este, que había mandado a matar a varios creyentes. No obstante, estaba inseguro de como accionar con aquellos que comentaron que ya no lo practicaban.

Trajano opinó acerca de esto, diciendo que los cristianos no deben ser hallados y que todas las objeciones sin sentido deben ser puestas a un lado como un señalamiento “indigno del periodo”, y de arrepentirse y “quieren a nuestras deidades”, podrán ser libres. Los que insistan en mantener las prácticas de alabar y venerar a un solo Dios-hombre, estos serían reprendidos con una fuerza que superaría la ley.

Marco Aurelio

Muchos de los problemas que los fieles a Dios tuvieron durante ese tiempo, fue ocasionado en su mayoría por el “Gran Popular”, que saqueó a los pueblos cristianos del continente asiático, fundadas por Pablo, el apóstol. Por otro lado, el castigo de Marco Aurelio al cristianismo, tuvo consecuencias tan destacadas como la pena a muerte de Justino, que pasó durante este tiempo.

La inolvidable persecución de Lyon, que fue sucedida en corto tiempo por los actos violentos, incluyendo muertes y hurtos de todo tipo, que provocó la pérdida de la naciente corriente cristiana de este poblado, donde era clasificado, por inmoralidad y escepticismo. Otros creyentes conocidos fueron castigados duramente y martirizados en ese tiempo, como lo fueron Blandina y Potino.

 Septimio Severo

Uno de los emperadores que castigó a los cristianos duramente fue Septimio Severo, que gobernó desde durante 18 años. Durante su etapa, Clemente de Alejandría dejó plasmado que “Muchos inocentes son incinerados a diario, encerrados o degollados, ante la vista de toda la nación”. El emperador usó la asechanza como excusa para culpar a los cristianos por todos los males y problemas sanitarios que afectaban al imperio.

El poderoso Severo quizás no se encontraba totalmente en rechazo con los fieles a Dios, pero la iglesia era un poder creciente y en auge y la cantidad de adeptos que se sumaban a este día a día, en contra de la ideología popular anti-cristiano y su acecho en el pueblo de Cartago, Roma, Alejandría, y Corinto, en un periodo de ocho años, Bajo el año 202 Septimio aprobó una legislación que restringía la prédica del cristianismo.

Este fue la primera ley universal, prohibiendo la conversión a la fe cristiana. Se generaron violentas cazas en Egipto y el norte de África. Leónidas, gran defensor de la fe cristiana, fue degollado, mientras que a su primogénito Orígenes le fue concedido el indulto porque su madre escondió sus prendas. Una muchacha fue cruelmente golpeada y puesta para quemar en un caldero caliente de brea con su progenitora.

Maximino

Este gobernador, Maximino el Tracio, empezó una asechanza dirigida de manera puntual contra los máximos jerarcas de la Iglesia en el año 235, específicamente. Uno de sus grandes ajusticiamientos fueron Ponciano e Hipólito, quienes fueron desterrados a la isla de la Cerdeña.

Decio

La asechanza de Decio mandaba cada vez a más ermitaños al bosque; entre sus víctimas se hallaban el papa San Fabián y Santa Águeda; el famoso Orígenes padeció tales tormentos que falleció por el sufrimiento que experimentaron los otros. La persecución de los fieles a Dios se prolongó a toda la extensión del Imperio durante el mandato de éste emperador en particular y marcó eternamente a la iglesia cristiana.

En el siguiente vídeo podrás ver la historia de las persecuciones de los mártires cristianos

A principios del año 250, Decio publicó un escrito por el e exigía que todos los civiles en Roma sacrificaran de forma voluntaria para mayor gloria de Decio en la presencia de un oficial de la guardia romana y así poder tener un permiso, denominado Libellus que probara que eso era un hecho. De manera simple, la opinión pública señalaba fuertemente la violencia del régimen y se elogiaba de la calma oposición de los que sufrieron o sufren, con lo que el cristianismo se solidificó.

La persecución de Decio terminó de darse en el año 251 y tuvo consecuencias bien marcadas para la iglesia, ya que planteaba el particular cuestionamiento: ¿Cómo deben ser tratados los que pudieron obtener un permiso o entregó voluntariamente lo solicitado? Parece que, en la mayoría de los templos, los no creyentes fueron recibidos de nuevo a la institución cristiana, pero algunos grupos seguían vetados de ella

Esto ayuda a formular importantes preguntas acerca de origen de la Iglesia y su significado, el perdón, y el alto valor del sacrificio. Ciento cincuenta años más tarde, el gran san Agustín discutió con un Donastías, un grupo con bastante influencia, que se apartó de la institución católica porque ésta disculpó a los que no la defendieron.

Decio y Gregorio de Tours: persecución gala

Bajo el mandato del emperador Decio, se gestaron muchas persecuciones y se fomentaron contra el nombre de Jesús, y ocurrió tal desastre de los fieles y tales pérdidas humanas que no pudieron saberse cuántos fueron. El obispo de Antioquía, Babillas, acompañado de sus hijos varones, Epolon, Prilidan y Urban, y el obispo de Roma, Sixto, con un archidiácono llamado Lorenzo e Hipólito, se recuperan por el sufrimiento, ya que clamó a favor de Dios.

En ese instante, siete hombres fueron mandados como patriarcas y enviados a los francos a dar la palabra, como el relato del sufrimiento del gran inocente Saturnino lo indica. Este menciona: «En la representación de Decio y Grato, como un recuerdo inolvidable, imagina en su mente la ciudad de Toulouse, recibiendo al santo Saturnino como su primer y más importante jerarca«.

Valeriano

Bajo el mandato de Valeriano, que subió a la cúspide del imperio en el año 253, todos los devotos cristianos fueron obligados a sacrificar a las deidades romanas. En una ordenanza del año 257, se planteó que la pena fuera el exilio y en el año 258, el castigo era la pena de muerte. Políticos cristianos, caballeros y damas fueron forzados de igual manera a sacrificar, bajo pena de costosos pagos, reducción de cargo y, posterior a eso, el deceso. Finalmente, quedó prohibido para los cristianos ir a los cementerios.

Entre los que pagaron la pena a mano del emperador se encuentran: San Cipriano, obispo de Cartago, y Sixto II, obispo de Roma. De acuerdo a un escrito hecho por Dionisio en este periodo, que decía que “Hombres y mujeres, jóvenes y personas mayores, damiselas y parturientas, guardias y ciudadanos, sin importar raza o color, algunos por el dolor y por el calor, otros por la lucha armada, han logrado la victoria y obtenido como premio las coronas”.

La asechanza terminó con el aprisionamiento del emperador por Persia. Su primogénito y sucesor, Galieno, detuvo las ordenanzas de su padre. Una orden para poner preso a un fiel de Cristo, con fecha del 28 de febrero del año 256, fue hallado entre los Papiros y documentos de Oxirrinco.

Diocleciano

La cacería que emprendió Diocleciano fue la más fuerte, pues este buscó cambiar la manera de gobernar el imperio, es decir, modificaciones en todos los aspectos y una parte vital de su política era fortalecer los tratos imperiales y tradiciones. Resultó incitado por los césares Galerio y Maximiliano; sin importar nada, todos los poblados fueron destruidos y arrasados, siendo tan larga este acecho que fue bautizado como la Era de los Inocentes, y entre los más famosos se encuentran dos papas y tres santos.

Juliano

Se le conoció como Juliano el Apóstata, por su gran rechazo a la fe cristiana, siendo el último emperador pecador del Imperio Romano. Creció en una etapa en que el ser pecador ya no era esencial para Roma. Al ser llamado en el año 361 como Augusto, éste de manera rápida declaró su fe a los dioses romanos tradicionales y buscó promover el resurgimiento del paganismo. No obstante, lo mataron en Persia, exactamente en el año 363 y su intento de promover los pecados no se dio.

Este emperador usó muchos trucos para quebrar de manera sutil a la Iglesia. Rememoró en su mente a los obispos que fueron expulsados por las enseñanzas heréticas impartidas, el clero no contó con la garantía de viajar gracias al Estado (como usualmente lo hacían) prohibiendo a los fieles de Dios transmitir conocimientos elementales tales como las obras de Homero. Joviano fue el sustituto de Juliano en el puesto de emperador, siendo positivo que el primero era cristiano.

La persecución que realizó Constantino en el siglo II, fue tan polémica que las turbas estaban seguras de lanzarles piedras a todos los cristianos. La asechanza de Lyon fue seguida por hechos violentos de los civiles, incluyendo saqueos, robos y fuertes lapidaciones con todo ello, ocurrieron cacerías sin ningún sentido hasta el tercer siglo, aunque el discurso de alabanza de Tertuliano del año 197 fue redactado visiblemente a favor de los perseguidos cristianos, con mira a los altos dirigentes.

La ordenanza de Septimio Severo, recurrente en el desarrollo del cristianismo es colocado como dudoso por algunos expertos en historia laica por conocerse fuera de la lista de mártires cristianos. De acuerdo a la documentación del Imperio, la primera gran cacería a un cristiano fue realizada bajo la directriz dictada por Maximino el Tracio, aunque sólo se vieron afectados los que conformaban el clero. No ocurrió sino hasta el emperador Decio, que el acecho de los cristianos profanos se llevó a cabo.

Informaciones que surgen de fuentes cristianas aseguran que fue publicado un decreto que buscaría sacrificios de la población, un pago que equivaldría a un compromiso de respeto, honor y fidelidad al emperador y al sistema imperial. Decio aprobó varios grupos de forma oficial para hacer visitas a las comunidades y velar en función de que los sacrificios fueran hechos, entregando el certificado a quien cumpliera con ello.

Acechanzas al cristianismo en tiempos modernos

En el reordenamiento de ideales en plena Revolución y la transformación de la sociedad francesa, ocurrieron dentro de la época moderna las principales persecuciones del cristianismo, siendo castigados y afectados en el desenvolvimiento de los hechos por defender este principio religioso una gran cantidad de sacerdotes y personajes que practicaban la doctrina de Dios, quienes fueron los primeros mártires de esa lucha. Relacionado a esto te invitamos a ver nuestro artículo Yo Soy el Camino la Verdad y la Vida (Santa Biblia)

Los eventos de mayor impacto en la sociedad francesa con respecto a la asechanza a los cristianos fueron las Masacres de septiembre y los Mártires de París, ocurrida en el año de 1792, dejando en esta última un total de ciento noventa y un (191) fallecidos.​ ​Otro de los deplorables eventos que acontecieron en tierras francesas ocurrió en La Vendée, específicamente al oeste de la capital, en el año 1793 donde fueron asesinados miles de campesinos, practicantes de la enseñanza de Cristo y de la fe católica por los jacobinos radicales.

Para el año de 1794, fueron asesinadas y degolladas de manera muy vil en Compiègne, dieciséis (16) monjas por no acceder a cambiar su creencia de que existía y existiría hasta el final de los tiempos un Dios único y omnipotente, ocurriendo dentro de los años del “Terror” lúgubre etapa dentro de la historia gala. Cabe destacar que este acontecimiento inspiró la realización de la obra, titulada “Diálogo de Carmelitas”.

En ese mismo año, pero en el mes anterior, cuatro (4) monjas de Arras Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, conocidas como las “Mártires de Cambrai” fueron asesinadas mientras ejercían sus labores cristianas y de caridad​. Es lamentable entender que, para esa época, que no solo en Francia sino en todos los rincones del planeta, no podrían ser contabilizadas las cantidades de vida que había arrebatado el odio.

Ahora bien, entre los años de 1625 hasta 1886, en Vietnam ocurrieron una de los más grandes acosos y acechos contra los creyentes cristianos, impresionante cifra para una nación politeísta, calculándose en promedio alrededor de ciento treinta mil (130000) fallecidos, hecho que resultó lamentable para la región asiática. A través de los siglos XVIII y XIX, las cifras de fallecimientos por la devoción a la doctrina, fueron descendiendo, sin embargo, se mantuvo el descontento por su práctica en la región.

Para inicios del siglo XX, la cifra de muertos a causas de las persecuciones cristianas eran 45,5 millones, siendo únicamente culpables de creer con amor, devoción y atención las enseñanzas que Dios dejó a sus elegidos. Otra cifra alarmante es que, en casi dos milenos transcurridos, el 65 % de los fieles hacia Dios y Jesucristo, habían resultado asesinados o torturados, por el simple hecho de defender su opinión y su fe.

De vuelta a la región asiática en el siglo XX, específicamente en India, muchos niños y niñas que profesan la religión cristiana, han recibido daños y torturas por parte de nacionalistas radicales, creyentes en el hinduismo. Una de las torturas más fuertes que se le aplicaban era echarles agua hervida encima, hasta el momento del llanto, así como también recibir azotes en el cuerpo y recibir humillaciones y burlas públicas.

En la región europea, específicamente en España, en el periodo comprendido entre 1934 a 1939, fueron asesinados alrededor de diez mil (10000) creyentes que profesaron su amor hacia Dios y hacia el prójimo, estando entre ellos los sacerdotes, religiosos y laicos. En la Era Moderna, se reconoce que es la mayor persecución a los cristianos, ya que ha acontecido en plena guerra civil y por la cantidad de pérdidas humanas.

Muchos de estos eventos, ocurridos en el siglo pasado, aun sumando toda la cantidad de fallecidos, no logra superar la mayor persecución que se realizó en la Edad Media, que arrojó un saldo mayor a seis mil (6000) decesos. Hoy en día, tampoco existen mayores cifras de un sacrificio tan sangriento como lo fue bajo esta causa; en un periodo semestral: dos mil religiosos, doce obispos y cuatro mil sacerdotes.

Situación en la actualidad (Nuevo Milenio)

Para el comienzo del nuevo milenio, en el año 2001, habían sido más de ciento sesenta mil (160000) pérdidas humanas, tan solo por diferencias en cuanto a la religión. Continuando en la primera década, en un periodo de seis años (entre 2003 y 2009), dos mil (2000) cristianos en Irak fueron asesinados, siendo una de las zonas de mayor rechazo a la doctrina de Jesucristo, teniendo una tasa muy alta de inmigrantes, que buscan mayor respeto a sus creencias, así como mejor calidad de vida.

De acuerdo a esto, de los ochocientos mil (80000) habitantes que profesaban la religión cristiana para el año 2003 en Irak, solo quedaban cuatrocientos cincuenta mil (450000) para el año 2010. En lo que respecta a tierras hindúes, entre los años 2008 y 2010, específicamente en el estado de Karnataka, ocurrieron mil (1000) actos violentes que cobraron las vidas de cristianos y cristianas en general. También se resalta que, en Orissa, alrededor de cuatro mil (4000) fieles de Dios fueron perseguidos y presionados.

Desde una perspectiva más específica, el antiguo representante de la OSCE, Mario Mauro, dio unas declaraciones en agosto 2010, donde señalaba de las 100 personas que fallece por ser un perseguido ideológico o religioso, alrededor del 75 eran cristianos. Para esa misma época del año 2010, el monseñor Mario Toso, quien también funge como Secretario del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, declaró que los adeptos a la religión cristiana son los más propensos a morir en el mundo.

Analizando mayor cantidad de datos de ese año (2010), se constató que en el mundo existen unos 200 millones de cristianos en una condición delicada, los cuales tienden a ser objeto de ataques y de presiones para adoptar las creencias de la región. Por otro lado, un trabajo e investigación hecha en ese año 2010, bajo la instrucción de la Comisión de las Conferencias Episcopales Europeas, se determinó que habían alrededor de 100 millones de personas asechadas diariamente por querer a Dios.

En el año 2011, el señor Massimo Introvigne, representante de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) reveló que hay ciento cinco mil (105000) fieles que mueren por proteger su fe y su creencia en Dios Todopoderoso alrededor del mundo. En la actualidad, se siguen reconociendo y rechazando las persecuciones cristianas, así como la intolerancia que hay por parte de sus coterráneos, que no respetan su ideología. En los países del Medio Oriente, Norte de África, Kenia. La India y Arabia Saudita, está prohibido la práctica del cristianismo.

En el siguiente  vídeo podrás tener una idea de los últimos datos de las persecuciones a los cristianos:

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