¿Por qué Septiembre es el mes de la Biblia Cristiana?

Se ha reconocido a Septiembre Mes de la Biblia, ya que es durante este periodo que la Iglesia Católica convoca a la población a reanimar su compromiso con la Palabra Divina. A través de todo el mes de septiembre, la Iglesia conmemora el mes de la Santa Biblia y otorga particular interés a la Palabra de Dios que se encuentra en las Sagradas Escrituras. Entérate de mucho más a continuación.

Septiembre mes de la biblia

Septiembre mes de la Biblia

A través de este mes, en todas las agrupaciones cristianas, tienen lugar actividades que nos posibilitan aproximarnos mejor y de manera más provechosa a la Palabra de Dios.

Propuestas para escuchar la Palabra

1.- Leer todos los días los textos bíblicos litúrgicos es una extraordinaria ayuda para ahondar en la Palabra de Dios. Así nos juntamos a toda la Iglesia que ruega al Padre reflexionando sobre los mismos textos. Igualmente nos habituamos a una lectura permanente de la Biblia, en la cual los textos están vinculados y lo que hemos leído hoy se sigue con lo de mañana. El diario repasar de los textos conforma un «acceso seguro» para oír a Dios que nos conversa en la Biblia.

2.- ¿Has podido leer en alguna oportunidad un evangelio completo «sin pausa alguna»? Es sumamente interesante revelar el libreto de la vida de Jesús que ha escrito cada evangelista. Numerosos detalles y asociaciones entre los escritos que cada evangelista emplea quedan expuestos cuando uno hace una lectura sin pausa. Este mes es adecuado para brindarle a Dios este empeño.

Te aconsejamos la lectura del evangelio de Marcos. No es muy extenso, en pocas horas se logra leer, y es el primero de los sinópticos, los demás (Mateo y Lucas) le continúan en el cuadro general. Por ende es un muy buen punto de partida para acceder al mensaje de Jesús.

3.- Otra alternativa para practicar este mes (y tal vez principiar un hábito ineludible y constructivo) es la plegaria con los salmos. Los mismos reúnen la oración del pueblo de Dios a lo extenso de casi un millar de años de marchas del pueblo de Israel. Nos aproximan la voz del pueblo que implora con fe, y la palabra de Dios, que nos indica esta manera de implorar para acercarnos y oír sus enseñanzas.

Dentro de los salmos podemos hallar una enorme fuente de inspiración para la plegaria. Hay salmos que nos platican de la alegría, de los inconvenientes y conflictos, de la ilusión, del decaimiento, de la aflicción, de la liberación y la justicia, de la creación, de la misma Palabra del Señor (salmo 118, el de mayor extensión de todos). Practicar el rezo con los Salmos es una «puerta eternamente abierta» para aproximarse al Dios de la Vida.

4.- La lectura suplicante de la Palabra, hecha en sociedad, nos coloca en sintonía con la voluntad divina. Su ejercicio es esencial para el desarrollo en la fe. El vigor de la comunidad nos anima para hallar en los textos la fuerza del Espíritu. Todos hemos de aprender juntos y nos hacemos prósperos con la contribución de cada uno. Hay numerosos métodos de lectura suplicante. Abreviando al máximo se puede decir que los sucesivos cuatro pasos son los más usuales:

  • Lectura
  • Meditación
  • Oración
  • Compromiso

La lectura suplicante siempre converge en un reto para vivir. La Palabra de Dios nos reta a proseguir los pasos de Jesús y modificar nuestra vida. La lectura suplicante, ejercitada en comunidad, es una «puerta-espejo» que nos interroga y nos ayuda a comprender cómo vivir y poner en práctica su Palabra en nuestro tiempo.

De la Carta Encíclica Fides et Ratio (latín: Fe y Razón) Capítulo V. N´55 (parcial) publicada por el Papa Juan Pablo II el 14 de septiembre de 1998, y la cual trata sobre las vinculaciones entre fe y razón.

Septiembre mes de la biblia

Menos aún escasean rebrotes peligrosos de fideísmo, que no admite la relevancia del conocimiento racional y de la meditación filosófica para la inteligencia de la fe y, más todavía, para la probabilidad misma de creer en el Señor.

Una manifestación de esta propensión fideísta divulgada hoy es el «biblicismo», que procura hacer de la lectura de la Sagrada Escritura o de su interpretación el exclusivo punto de referencia para la verdad. Acontece así que se reconoce la palabra de Dios únicamente con la Sagrada Escritura, dejando de esta manera sin sentido la doctrina de la Iglesia corroborada claramente por el Concilio Ecuménico Vaticano II.

La Constitución Dei Verbum, tras evocar que la palabra de Dios se encuentra presente tanto en los escritos sagrados como en la Tradición, asegura con claridad: « La Tradición y la Escritura conforman el arsenal sagrado de la palabra de Dios, encomendado a la Iglesia. Leal a dicho arsenal, el pueblo cristiano íntegro, aunado a sus pastores, persiste siempre en la doctrina apostólica ».

La Sagrada Escritura, por ende, no es únicamente punto de referencia para la Iglesia. De hecho, la «suprema regla de su fe» procede de la alianza que el Espíritu ha colocado entre la Sagrada Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia en una correspondencia tal que los tres no pueden sobrevivir de forma autónoma.

No hay que menospreciar, además, el riesgo de la utilización de una única metodología para arribar a la verdad de la Sagrada Escritura, abandonado la necesidad de una interpretación más extensa que posibilite entender, unida a toda la Iglesia, el sentido completo de los textos.

Todos aquellos que se han dedicado al estudio de las Sagradas Escrituras han de tener siempre presente que las variadas metodologías hermenéuticas están basadas en una particular concepción filosófica. Por lo que es preciso examinarla con sensatez previo a su aplicación a los textos sagrados.»

Por último, los católicos a través del mes de septiembre hemos de destinarlo a comenzar el entendimiento y divulgación de los escritos bíblicos, ya que aquel que se crea cristiano habría de conocer la historia de la redención y la Palabra de Dios, interpretadas genuina y lealmente por el Magisterio de la Iglesia.

La Biblia, para todas las confesiones cristianas, incluye la Revelación y es, como todo texto sagrado, la fuente del entendimiento y el compromiso de vida en lo alusivo a la fe. De modo anual, la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana, la Iglesia Ortodoxa e Iglesias Evangélicas conmemoran el Mes de la Biblia.

Cada confesión conmemorará el mes con intensidad según su historia y tradición. En primer lugar, la Iglesia Católica Romana rememora a San Jerónimo, (a quien celebramos el 30 de septiembre), quien tradujo a la Vulgata, la Biblia en idioma latín. Su nombre proviene de “vulgo” que quiere decir “pueblo común y ordinario”. Hasta esa fecha la Biblia estaba restringida solo a los eclesiásticos y desde entonces, con esta traducción, la Palabra de Dios estaba al alcance de todos.

Luego la Ortodoxa rememora que fue en idioma griego que se redactaron los Santos Evangelios y los otros textos del Nuevo Testamento, y finalmente las Iglesias Evangélicas celebrando la edición, el 26 de septiembre de 1569, de la traducción inicial de los Textos Bíblicos al español, la cual fue efectuada por Casiodoro de Reina y se llegó a conocer como la “Biblia del Oso” ya que en su portada se representaba a dicho animal.

Son pocos los que conocen que esta Biblia, no obstante ser fruto de la obra de un activo protestante incluía todos los escritos propios de la Biblia Vulgata latina de San Jerónimo, aludida al inicio, que es el escrito oficial de la Biblia para toda la iglesia católica romana.

Algo de Historia

El término Biblia se ha originado, por medio del latín, de la expresión griega τα βιβλ?α τα ?για (ta biblía ta haguia; los textos sagrados), registrada por vez inicial en I Macabeos 12:9, teniendo a βιβλ?α como plural de βιβλ?ον (biblíon, ´papiro´ o ´rollo´, igualmente empleado para ´libro´). Se considera que este nombre se origina como diminutivo de la denominación de la ciudad de Biblos (Β?βλος), relevante plaza comercial de papiros de la antigüedad.

Este vocablo fue usado por los hebreos helenizados (quienes moraban en ciudades de habla griega) bastante tiempo previo al nacimiento de Jesús de Nazaret para hacer referencia al Tanaj o Antiguo Testamento. Numerosos años luego comenzó a ser empleado por los cristianos para mencionar al grupo de libros que conforman el Antiguo Testamento al igual que a los Evangelios y las cartas apostólicas, esto es, el Nuevo Testamento.

Para esa época ya era usual emplear las dos palabras iniciales de la frase, τα βιβλ?α, a modo de título. Aceptado como título, y habiéndose despojado del artículo τα, se comenzó a emplear en latín como biblia sacra (los textos sagrados) y de ahí fue transferido a las otras lenguas.

La Biblia es una recopilación de escritos que en un inicio eran documentos independientes (denominados «libros»), redactados al principio en hebreo, arameo y griego por un prolongado lapso de tiempo y luego agrupados para conformar el Tanaj (Antiguo Testamento de los cristianos) y posteriormente el Nuevo Testamento.

Los dos testamentos constituyen la Biblia cristiana. De por  sí la Biblia fue redactada a lo largo de cerca de 1000 años (900 a. C. – 100 d. C.). Los escritos de mayor antigüedad se hallan en el Libro de los Jueces («Canto de Débora») y en el Pentateuco, que se remontan a la época de los dos reinos (siglos X a VIII a. C.). El libro íntegro más antiguo, el de Oseas es igualmente del mismo período.

El precepto católico romano de la Biblia que se conoce hoy día fue aprobado por vez inicial en el Concilio de Hipona en el año 393 de nuestro tiempo, por la Iglesia Católica.

Tal precepto de 73 textos (46 como parte del denominado Antiguo Testamento, que incluyen 7 libros llamados en la actualidad  Deuterocanónicos, Tobías, Judit, I Macabeos, II Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico y Baruc, y 27 al Nuevo Testamento) fue corroborado en el Sínodo de Roma en el año 380, y convalidado en el Concilio de Cartago en el año 397, y posteriormente de nuevo revalidado por decreto en la cuarta sesión del Concilio de Trento del 8 de abril de 1546.

Versiones Castellanas de la Biblia Católica

Estas provienen de la traducción realizada por San Jerónimo al latín, lengua oficial de la Iglesia por unas 15 centurias. El intento inicial fue acometido por la corte del Rey Alfonso X, El Sabio, en 1280, y se llamó la Biblia Alfonsina; en 1430, el Gran Maestre de la orden de Calatrava, Don Luis de Guzmán, auspicia a Mosé Arragel para efectuar otra traducción, denominada como la Biblia de Alba.

Para 1944 se edita la denominada de Nácar-Colunga, hecha pública por la Biblioteca de Autores Cristianos que no se basa en la traducción de la Vulgata como fuente sino que emplea los originales. La Biblia de Jerusalén surge en 1967, igualmente fundamentada en los escritos originales.

La edición inicial de la Biblia latinoamericana, con el lenguaje particular de la región, es publicada por vez inicial en 2001. En el año 2005 hizo su surgimiento, luego de 33 años de trabajo, la Biblia de Navarra, para llevarla a cabo se apoyaron en los escritores originales en hebreo, arameo y griego.

¿Por qué Septiembre es el mes dedicado a la Santa Biblia?

La exhortación apostólica inicial del Papa Francisco «El Júbilo del Evangelio» está compuesta de material preciado para conmemorar el encuentro de oración en torno a la Palabra de Dios.

¿Por qué celebramos la Biblia en Septiembre?

Para quienes somos Cristianos Católicos, septiembre es el mes de la Biblia ya que el día 30 de septiembre es el día de San Jerónimo, el hombre que destino su existencia al análisis y a la traducción de la Biblia al idioma latín. San Jerónimo nacido en Dalmacia en el año 340 y fallecido en Belén el 30 de septiembre de 420 fue quien tradujo la Biblia del griego y el hebreo al latín.

La traducción al latín de la Biblia llevada a cabo por San Jerónimo, se denominó la Vulgata (de vulgata editio, «edición para el pueblo»), y vino a ser hasta la divulgación de la Neovulgata en 1979, el escrito bíblico oficial de la Iglesia católica romana.

En este mes, la Iglesia Católica convoca a la población a revitalizar su compromiso con la Palabra Divina.

La Nueva Evangelización nos demanda este entendimiento de la Palabra para encarar los nuevos retos. En una verdad que cambia continuamente y se requiere cultivar en ella la simiente del Evangelio, para que el mensaje de Jesús arribe a ser una interpretación legítima, entendible, esperanzadora e importante para la existencia del hombre y de la mujer de hoy día.

Lo que se quiere, es que, a través de este mes, en todas las colectividades cristianas o agrupaciones familiares, se lleven a cabo algunas actividades que nos posibiliten aproximarnos mejor y con mejor aprovechamiento de la Palabra de Dios

La palabra de Dios se conforma como alimento espiritual para la existencia de todo Cristiano. Los anuncios, metáforas y vivencias que se encuentran contenidas en la Biblia nos posibilitan comprender y conocer la inmensa obra de redención de Jesucristo.

¿Qué dijo el Papa Francisco sobre la Biblia?

«Nosotros los cristianos hemos de contar con un solo objetivo en nuestra existencia de fe y es colocar a la Biblia en el corazón de nuestra vida cristiana para que ella nos oriente, pero igualmente para que ella sea cual primavera de nuestra existencia espiritual, para que ella sea la que nos señale el camino a proseguir, pero particularmente porque como señalaba San Jerónimo: quien ignora la escritura ignora la persona de Jesús».

¿Qué dice el Catecismo?

La Biblia es nutriente de la vida espiritual, y la totalidad de los cristianos han de contar con una fácil entrada a la Sagrada Escritura (Cat. 131). Es el espíritu de la teología, el sermón y la catequesis (Cat. 132). La Iglesia aconseja la lectura “rutinaria” (frecuente, diaria) de la Sagrada Escritura. Ignorarla, es ignorar a Jesús. En contraste, los que la disfrutan, obtienen el pensar de Cristo (Cat. 133. Comp. 24)

Aguardemos a que el Espíritu Santo logre que algunos de estos elementos nos lleguen a la mente y el corazón, y nos den ayuda para aproximarnos al libro de mayor lectura en la historia de la humanidad, en el que el Padre Divino emerge a conversar con sus hijos (Cat. 103), y del que se preservan los escritos más próximos al original. Y por medio de él conocer, adorar y acompañar a Jesús, que es lo inherente del cristiano.

San Juan Pablo II, nos legó además unas frases hermosas acerca de esta conmemoración de la Biblia en Septiembre:

«Los católicos a través del mes de septiembre hemos de destinarlo a promover el entendimiento y divulgación de los escritos bíblicos con mayor energía, ya que quien se nombre cristiano habrá de comprender la historia de la redención y la Palabra de Dios, interpretadas genuina y lealmente  por el Magisterio de la Iglesia.»

Métodos para Leer la Biblia y Sacarle el Mejor Provecho

A continuación se ofrecen algunos métodos para leer y comprender la palabra divina a través de la lectura suplicante.

Lectio Divina

Es una conmemoración de la Palabra que data a tiempos ancestrales y su método es imputado al monje Orígenes y se puede festejar en colectivo, en familia o de manera individual. La Lectio Divina o lectura suplicante de la Biblia se trata del estudio de la Palabra en una conversación íntima con Dios.

Lectura del Texto Bíblico

Volver a leer, en busca de términos complejos y reedificación ilusoria de los sucesos tal y como son reseñados letra a letra.

Meditación

Está compuesta por el examen del mensaje de Redención que el escrito ofrece y la enseñanza para la vida en él contenida.

Oración

Es la contestación que otorgas a Dios tras haber oído su Palabra, la propuesta de tu vida y la solicitud de su conmiseración siempre de acuerdo con el mensaje leído

Contemplación

Es el asunto de interiorizar el mensaje, es cuestionarse que desea Dios de mí con este mensaje de Redención, ¿Cuál va a ser mi compromiso?. De hacerse la Lectio Divina en casa, se aconseja liberarse  de distracciones y crear un ambiente de santidad; hacerlo delante de un crucifijo, con una vela prendida e iniciando con un ritual penitencial y la invocación al Espíritu Santo.

Recomendaciones para Leer la Biblia

  • Rogar al Espíritu Santo para obtener su luz y conocimiento.
  • Leer humildemente, no procurando tenerlo ya todo comprendido.
  • Interpretar de acuerdo a la Iglesia. La modestia demanda que se cuestione y estudie.
  • La lectura de la Biblia frecuentemente para sorber más de la fuente.
  • La lectura se hace con el fin de amar y someterse más a Dios y adorar más al prójimo
  • No creer encontrar en la Biblia ciencia natural sino un aviso espiritual.

Consulta en tu parroquia que programa se desarrollan a través de este mes e incorpórate a las conmemoraciones, retiros espirituales, funciones de estudio, etc. que te brinden, no desaproveches nada de la abundancia que puedes llegar a recibir gracias  el estudio de la Biblia en el seno de la Iglesia que la redactó.

Es tan inmenso el poder y la energía de la palabra divina, que constituye alimento y vigor de la Iglesia, entereza de fe para sus hijos, nutriente del alma, fuente cristalina y perenne de vida espiritual.

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