La Historia Maravillosa y Biografía de San Felipe de Jesús

El presente artículo te enseñará la vida de nuestro San Felipe, el cual fue el primer santo canonizado nativo de México, y protomártir de ese país, es decir el primer mártir cristiano, el cual corresponde a una comunidad religiosa, como también puede ser a un determinado país, en este caso México. Su acto más destacado fue el de entregar su propia vida por Nuestro Señor Jesucristo a la corta edad de 24 años en el antiguo Japón. Por ello desde ese momento se le denominó como San Felipe de Jesús.

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Historia de San Felipe de Jesús

La historia de San Felipe de Jesús, tuvo lugar desde que este nació en la Ciudad de México, en mayo del año 1572, específicamente el primero de mayo. Sus padres, eran inmigrantes españoles, por lo que no pertenecían a dicho país, pero por las circunstancias el pequeño Felipe nació en México, donde no duraron demasiado tiempo, ya que al poco tiempo de su nacimiento y de que su madre recobrara las fuerzas que había perdido por el pacto, decidieron volver a su lugar de origen, en España.

Los padres de Felipe; Antonio, Toledano de Illescas y Antonia, Andaluza de Sevilla, dieron todo por su pequeño, brindándole todo el amor y cariño posible que ellos le podían dar, mientras que a su vez le daban un buen ejemplo de lo que era bueno y de lo que era malo para que cuando su pequeño creciera fuera una buena persona y un verdadero hombre, aunque cabe decir que según sus propios padres este de pequeño era algo inquieto y muy curioso, a veces podía llegar al punto de ser travieso pero nunca paso a mayores, ya que ellos le inculcaban las cosas que podía y que no hacer, y era raro cuando no obedecía, así que en sentido general fue un muy buen hijo.

Se le denomina San Felipe de Jesús en la actualidad, puesto a que este fue el primer santo nativo de México, y por su más destacada hazaña, la cual fue sacrificarse por nuestro Dios, Jesucristo Nuestro Señor, en el antiguo Japón, específicamente en la colina de Nagasaki,  pero sin antes ser torturado dolorosamente y sin piedad alguna por los mismos novohispanos de Japón todo lo anterior dicho esta relatado en el inscrito martirologio romano.

Biografía

La Biografía de San Felipe de Jesús comienza cuando este nació en la ciudad de México el 1 de mayo en el año 1572, en donde sorprendentemente fue bautizado ese mismo día en la Catedral de México, bajo el nombre de Felipe de las Casas, donde hasta hoy en día todavía se conserva en buena condiciones la pila bautismal del mismo. Desde pequeño Felipe era un niño muy travieso más que de lo que debería, aunque nunca hizo algo realmente malo, solo travesuras pequeñas, aunque algo irritantes. Es por ello que se dice que en aquellos días, en su casa había una higuera totalmente marchita, la cual ya no producía ningún fruto, por lo que cuando el pequeño Felipe hacia de nuevo otra de sus travesuras su nana, la cual era la encargada de vigilarle, decía:

«¿Felipillo santo? Sí, cuando la higuera reverdezca, cuando la higuera reverdezca.»

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Con esto su nana quería decir de que había muchas más posibilidades de que primero reverdecería la Higuera del Jardín antes que Felipe fuera santo, esto debido a que en esos días su madre lo proclamaba como santo, aunque su conducta no fuera del todo buena. Aunque según la leyenda cuando este murió en la colina Nagasaki, increíblemente dicha higuera reverdeció en realidad. Esta es una de las razones del porque se le considera como santo actualmente, aunque solamente sea una leyenda antigua.

Los padres de Felipe (Don Alfonso de las Casas y Doña Antonia Martínez) eran de origen españoles, por lo que aun suena raro de que estos tuvieran a Felipe en México, ya que ese obviamente no era el plan de ello, pero debido a las circunstancias ya no podían hacer nada respecto a ello, pero de todas formas eso no interfirió en nada a su vida cotidiana, puesto a que poco tiempo después regresaron a España donde educarían a su primer hijo, ya que cabe decir que Felipe no fue su único hijo, pero si el primero ya que en el transcurso del tiempo, termino teniendo exactamente once hermanitos pequeños, pero solamente tres siguieron la vida cristiana.

Cabe decir de que el mismo padre de Felipe increíblemente está emparentado nada más y nada menos con otro notable monje y evangelizador de América, cuyo nombre lo denominaban como Fray Bartolomé de las Casas, el cual era un famoso religioso español, que defendía a toda costa los derechos de los indígenas en los inicios de la colonización de América. Esto debido a que su formación desde pequeño se oriento teología, la filosofía y el  derecho, tanto fue así, que hasta fue nombrado como el protector de los indios, debido a que este peleo por los derechos de los mismos hasta el final.

Prosiguiendo con Felipe, mientras iba creciendo sus padres decidieron que ya era hora de que este fuera a la escuela, pero debido a su mal comportamiento fue expulsado a los pocos días después, por lo que los padres tenían que ingeniarselas para inscribirlo en otros colegios como el de San Pedro y San Pablo donde también sería expulsado debido a su carácter incontrolado y travieso. A la corta edad de 16 años el joven Felipe escapo de casa hacia la ciudad donde el mismo había nacido, México, esto ya que quería convertirse en franciscano en un famoso pero muy estricto convento de la ciudad de puebla.

Por obvias razones no soportó la dura vida que llevó ahí y se escapó pero esta vez directo a su casa, aunque en el poco tiempo que estuvo estudiando ahí mostró mucho interés por la artesanía de la plata. Es por esta razón que cuando Felipe fue beatificado como el gremio de los plateros lo nombró su patrón. Don Alfonso al darse cuenta del interés de su hijo por la artesanía de la plata de inmediato decide entonces, ponerlo a trabajar en un pequeño taller de platería, el cual al principio mostró mucha habilidad y destreza para labrar la plata, pero al poco tiempo después gracias a su inconstancia y falta de disposición para trabajar, llevo a un rotundo fracaso de este nuevo intento de forjarle un futuro a su hijo.

Las cosas estaban tensas en la casa de Felipe debido a los anteriores percances que este tuvo en el trayecto de su vida, por lo que su padre Don Alfonso, decidió involucrarlo en sus negocios donde increíblemente sorprendió a todos con su gran éxito en esa área en particular, tanto así que en muy poco tiempo ya era famoso y reconocido entre los jóvenes negociadores en aquella época, por esta razón Felipe esta vez no se quedo estancado en un solo lugar, ya que este quería ir más allá de ese mundo por lo que a la corta edad de 18 años el propio padre quien fue el que lo impulso a seguir dicho camino, también lo embarco a las Islas Filipinas a probar su fortuna y también para acrecentar el negocio familiar.

Sin embargo, aunque tenía mucho éxito, el joven Felipe en ocasiones sentía momentos de angustia y desencanto por lo cual ingresaba al Convento de Santa María de los Ángeles en Manila, para liberar dichos sentimientos y sentirse mucho más aliviado y descansado. Al pasar del tiempo Felipe ya no sentía la misma emoción por la vida mundana, ya que al principio estaba deslumbrado por la misma pero después simplemente ya no le veía sentido, a pesar de que le iba excelente al principio, esto ya que sus «amigos» lo dejaron completamente solo cuando se comenzó a quedar sin dinero, pero cuando menos se lo esperaba sintió de nuevo la llamada del Señor:

«Si quieres venir en pos de mí, renuncia a ti mismo, toma tu cruz y sígueme» (Mt.16,24).

Para el apuesto y próspero San Felipe, ya casi llegaba el momento de su decisión final, la cual lo acompañaría toda su vida, hasta su muerte, que camino elegiría, el de los negocios el cual si le ponía muchas ganas podía ser todo un éxito en ello, o escuchar ese nuevo llamamiento que el Señor le brindo en esos tiempos donde todos lo abandonaron por hacer una mala jugada. Por suerte Felipe esta vez ya tenía una mente más madura y decidida y su decisión fue de todo corazón, por lo que sin pensarlo dos veces, acude de inmediatamente al convento franciscano de Santa María de los Ángeles en Manila con los franciscanos de Manila.

En dicho convento entrega todo su tiempo a Nuestro Señor Jesucristo, donde se entrega con fervor a la disciplina conventual y con mucho esfuerzo se prepara para la labor misionera que llevaba a cabo la orden y también, sin siquiera saberlo, se prepara para el martirio. Cabe mencionar que en esta estaba de su vida Felipe, oficialmente cambia su nombre al de San Felipe de Jesús. Todo lo que hacía en dicho convento era con la dedicación de un hombre que vivía nada más y nada menos que para Nuestro Señor Jesucristo, ya que el sabia que esta vez de verdad ya había encontrado su verdadera vocación o mejor conocido actualmente como su propósito en la vida.

Aunque él no fue el único hijo de la pareja de don Alonso y doña Antonia que tomo dicha decisión ya que entre sus once hermanos otros dos, también estaban fascinados con el mundo de la religión y sobre todo con la historia de Nuestro Señor Jesucristo, aunque no se puede negar que el que estaba más dentro de dicho mundo era Felipe, esto puede ser debido a su antigua revelación antes mencionada, ya que este cuando apenas había elegido su decisión y tomo la cruz por segunda vez en su vida, esta vez sí se tomo muy enserio su conversión, por lo que mientras oraba y cuidaba amorosa y delicadamente a los enfermos y a los necesitados, también estudiaba muy duro para algún día convertirse en sacerdote.

Dicho y hecho el joven Felipe, debido a todos sus esfuerzos en el año 1596, sus superiores le anunciaron que este tenía una oportunidad única de proseguir con sus estudios y que inmediatamente al culminarlos sería nombrado sacerdote y precisamente por obra del destino dicho ordenamiento se le dio exactamente en su ciudad natal, en México, todo esto a la vista de tanto familiares como amigos, es decir para la suerte de él no necesariamente podía ir solo sino que también tenía la oportunidad de ir junto a su familia y varios amigos de la infancia.

Terminó su profesión en Solemne a la edad de 22 años, y de inmediato se embarca en el Galeón “San Felipe” rumbo al país de México, para cumplir con el sueño que tanto anhelaba desde el día que nuestro Señor le abrió los ojos, aunque no iba solo, ya que junto con él había mucha mercancía fina y gente adinerada, también se encontraba Fray Juan Pobre y otros franciscanos, lamentablemente ese mismo día, durante el trayecto se desata una horrible y enorme tempestad y la nave termina naufraga hacia Japón para ser reparada después de que dicha tormenta dejara daños irreparables a la nave.

Aunque cabe decir que dicha nave aguantó mucho ya que el viaje era sumamente arriesgado y aquellos que lo hacían a veces no vivían para contarlo y esto lo tenía perfectamente claro Felipe pero aún así fue sin importar el riesgo que correría, lamentablemente los más débiles morían a consecuencia de los golpes, otros de miedo y algunos de mareo y debilidad, dicha travesía duraba aproximadamente entre siete y ocho meses acompañado de enfermedades, hambre y sed, inquietudes y hasta desvelos, por lo que en aquellos tiempos ese tipo de viajes eran casi eternos.

 

Aunque los tripulantes juntos al mismo General Matías Landech, ya habían decidido desembarcar en Japón aunque la nave no se encontraba en tan mal estado, pero para su mala suerte les asaltó otro temporal mucho más furioso que los anteriores, que duró aproximadamente 36 horas, ese fue su mayor reto y sin embargo lo superaron con muchas dificultades hasta que finalmente llegaron a Japón, donde podían darse un respiro y un merecido descanso mientras la nave era reparada para terminar con su travesía.

Durante su estancia en Japón, Fray y Felipe no desaprovechan dicha oportunidad única que tenía para visitar a sus hermanos Franciscanos en el Convento de Santa María de los Ángeles de Meaco, mientras que dicha nave estaba siento reparada, aunque para su mala suerte durante esa época, reinaba nada más y nada menos que el emperador Taiko Sama, el cual tenía un miedo exagerado a ser derrocado por los españoles mediante el uso de evangelizadores, esto debido a que en el año 1579, San Francisco Javier, había misionado en el Japón dejando a su partida a más de 2000 cristianos.

Aunque esto no quedó en números pequeños ya que estas cifras fueron creciendo de una manera abismal, tanto fue así hasta llegar a ser más de 150000 cristianos, 54 jesuitas, donde 22 de ellos sacerdotes. En tan solo dos años en una pequeña isla llamada Kyushu, ya se habían bautizado alrededor de 70.000 japoneses. Para el año 1582 Taiko Sama, ya había tomado el control absolutamente de todo Japón, formando así un gran y poderoso imperio, y también le favorecía mucho al cristianismo ya que este era favorable y amistoso con ellos, pero todo esto cambio radicalmente en el año 1587 al ser instigado por los bonzos o mejor conocidos en la actualidad como monjes budistas.

Por este pequeño pero instigante incidente tomó la cruel decisión de decretar la expulsión total de los misioneros y la demolición de los templos cristianos, aunque al principio de dicho decreto nadie lo tomo enserio ya que la orden no se aplico rigurosamente, siempre y cuando estos se mantuvieran en la clandestinidad, vestidos a la japonesa. Aunque nuestros jóvenes viajeros no tenían idea de dicha historia por lo que sin saber estaban metiéndose en lo que no debían, porque inmediatamente comenzó una gran actividad misionera por Fray Pedro Bautista y algunos otros hermanos de la provincia Franciscana de Filipinas. 

Al principio fue un gran éxito pero esto no duraría mucho para nuestros jóvenes viajeros ya que casi enseguida se desencadenó la persecución por parte de Toyotomi Hideyoshi “Taikōsama” contra los pobres cristianos. Fray Felipe de Jesús junto a los Franciscanos y demás Cristianos que estaban justo ahí se refugiaron en Meaco, donde los franciscanos tenían escuela y hospital. Pero lastimosamente el día 30 de diciembre absolutamente todos los frailes fueron hechos prisioneros de dicho imperio Japonés junto con un grupo de cristianos japoneses.

Al día siguiente y sin piedad alguna sacaron a los prisioneros del Convento, pero esto solo para poder cortarles los lóbulos de las orejas, específicamente la mitad de la oreja izquierda, para luego emprender una marcha en pleno invierno, exactamente de un mes, de Tokyo a Nagasaki, todo esto para ser ejecutados, aunque el Padre superior del Convento intervino para que Felipe el cual aun no era oficialmente un sacerdote, y tenía la oportunidad de salvarse, convenció al emperador de no correr la misma suerte que los otros, pues Felipe solo estaba de paso; sin embargo, el joven San Felipe de Jesús decide quedarse por su propio criterio en el Convento y tener la misma suerte que sus propios compañeros tendrían.

San Felipe tenía la oportunidad única de salvarse, por lo que el Padre superior de dicho Convento no entiende porque este se negó a irse con los otros náufragos que si siguieron su camino al ser reparada la nave, ya que este nunca le dije el porqué de esto, pero se dice que lo hizo ya que la puerta de un verdadero Santo no es el camino fácil, y es por ello que prefirió la muerte antes de seguir viviendo sabiendo que todos sus hermanos fueron brutalmente colgados mientras que el simplemente los dejaba y seguía su propio camino.

El recorrido que los hicieron caminar fue de aproximadamente de 900 kilómetros, esto con el objetivo de erradicar completamente su fe de aquellos japoneses que estuvieran tentados a escoger dicho camino cristiano, puesto a que ya sabrían su destino final, es por ello que Taiko Sama sometió a los pobres prisioneros a innumerables afrentas durante su largo recorrido, mientras iban camino a su muerte en Nagasaki (ciudad donde se cree que nació por primera vez el cristianismo el Japón).

Durante dicha travesía forzosa y agotadora durante en el mes de enero se les unirían a los prisioneros otros catequistas más capturados en Osaka, mientras que después otros 2 cristianos también serian capturados, formando un total de 26 prisioneros exactamente. Finalmente llegaron a su destino en una colina la cual domina sobre la ciudad y la bahía, que estaba cerca de Nagasaki, puesto a que su objetivo era que la mayor cantidad de personas apreciaran dicha atrocidad que estaban a punto de ver. Justo en ese lugar fueron dispuestos los mártires ante las cruces que les habían preparado con anticipación.

Según testigos de dicha masacre, Fray Felipe en cuanto llegó corrió hacia la Cruz del centro, la cual abraza fuertemente como si fuera un niño abrazando a su madre, a la cual acto seguido fue sostenido con argollas en brazos, piernas y cuello. El fue el primero en ser sacrificado, y el primero al que vieron morir ante sus propios ojos, aunque este gracias a la fatiga y a la falta de alimento por días, impedían que Felipe tuviera la fuerza necesaria para poder mantenerse erguido por lo cual se empezó a asfixiar, inmediatamente después de que uno de los guardias se percatara de dicha situación no tuvo más opción de atravesarlo con 2 lanzas antes de que perdiera el conocimiento.

Al momento de clavarle dichas lanzas cruelmente, con sus últimas fuerzas San Felipe de Jesús grito «Jesús, Jesús, Jesús», muriendo casi al instante después. Así fueron asesinados todos los demás, incluyendo a tres pequeños niños que también se encontraban justo en ese lugar con el mismo cruel destino que los demás. Casualmente Felipe de Jesús murió en viernes, mismo día que Nuestro Señor Jesucristo abandono este mundo también. Aunque a pesar de que todos los cuerpos estaban expuestos, ningún cuervo o insectos se acercaron a los cadáveres, y de los mismos, se expedía un raro pero amigable aroma floral.

Mientras tanto la familia de Felipe hacia los preparativos para la ordenación en la catedral de México, pero empezaron a preocuparse al ver que este aun no llegaba al puerto hasta que el 31 de Octubre de 1598, llegaron las noticias de su muerte. En 1627 Felipe junto a sus compañeros fueron beatificados, y en 1862 el 8 de junio fue canonizado convirtiéndose así oficialmente en el primer santo mexicano. La misma iglesia católica de México considera a Felipe como el patrono de la ciudad de México y de su arzobispado. Es venerado anualmente cada 5 de febrero junto a la renovación del juramento.

Oración a San Felipe de Jesús

Hoy en día San Felipe de Jesús es muy recordado y venerado por sus devotos creyentes, los cuales a veces cuando necesitan ayuda para encontrar su vocación o propósito en la vida, acuden hacia San Felipe de Jesús, mediante una pequeña oración;

San Felipe de Jesús,
Protomártir de México,
que llevaste tu espíritu generoso hasta el
extremo del mundo,
enséñanos a medir el valor exacto de las cosas;
que nuestra patria
vuelva a su antigua riqueza espiritual,
y sea Dios el Señor de cada vida.

San Felipe de Jesús,
que aprendamos de ti
a ser como el mundo nos necesita.
¡Glorioso Mártir Mexicano,
ruega por tu Patria
y por los que vivimos en ella!

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