El Bien Común como Patrimonio de la Sociedad

El Bien Común, es un tipo de concepto que generalmente suele ser entendido como que se trata de todo tipo de beneficio que es otorgado a una comunidad o a los ciudadanos. En el siguiente artículo conocerás todo lo referente sobre ¿Qué es el Bien Común? y cuál es su significado.

Bien Común

Bien Común

El Bien Común llega a ser un tipo de concepto que por lo general puede llegar a ser entendido como todo aquello de lo que se llegan a beneficiar todos los ciudadanos o los mismos sistemas sociales, además de las instituciones y de los medios socio económicos de los cuales todas las personas llegamos a depender de que funcionen de una forma que lleguen a beneficiar a toda la gente.

Recientemente, un hombre llamado John Rawls lo llegó a definir como una especie de “ciertas condiciones generales que llegan a ser de ventaja para todos”. De acuerdo a lo que dice Renate Mayntz,​ todas las grandes ciencias son las que comparten un tipo de interés en las pre-condiciones necesarias para poder obtener un cierto tipo de fin o el control social del desarrollo técnico para el bien común que llega a ser percibido como deseable.

Consecuentemente el tipo de concepto de Bien Común es el que contiene los diferentes elementos o puede llegar a ser estudiado desde las distintas perspectivas. Como, por ejemplo: la riqueza general del bienestar económico, el interés general o también público de la ciencia política y por último el «Bonun commune» de la tradición filosófica de origen europea o también cristiana.

¿Qué es el Bien Común?

La acepción general del término de bien común es aquel que alude a todo aquello que puede llegar a ser aprovechado o usado por todas las personas. Dicho de otra manera: de un bien común pueden llegar a obtener todos los beneficios de todas las personas de una comunidad.

A partir de lo que es esta misma idea, la noción se utiliza con los distintos matices o con los alcances en los distintos ámbitos. Para lo que llega a ser la filosofía, los bienes comunes son los que suelen ser compartidos por todos los integrantes de una sociedad, a quienes se llegan a beneficiar de ellos. No se trata solamente de los bienes físicos, sino que también de los bienes simbólicos o de los abstractos.

bien comun

El bien común, en este mismo sentido, de la misma manera en llega a ser un fin de la sociedad. El Estado, como una clase de órgano rector, suele ser el que posee o tiene el deber de llegar a proteger y también de promover el bien común ya que la misma esté redunda en cuanto a los beneficios para todos los habitantes. Las condiciones sociales que llegan a garantizar la libertad, al igual que la justicia y la paz y el reparto de manera equitativo de todos los bienes materiales que son esenciales llegan a formar parte del bien común.

Cabe llegar a destacar que el bien común no se forma con lo que suele ser la sumatoria de todos los bienes de cada uno de las personas de una sociedad o comunidad. El bien común llega a ser indivisible y solo puede lograr alcanzarse y también aumentarse a partir de la colaboración de los diferentes miembros de la comunidad que la conforman.

Aspecto Económico: La Riqueza Común

Desde un punto de vista igualmente se puede llegar a votar por medio de los papeles económicos generales, el tipo de concepto es el que admite los diversos significados posibles. Por ejemplo, se puede llegar a aplicar a aquel bien que ya llegué a pertenecer o es de tipo de usufructo a una comunidad o incluso a la sociedad en su conjunto.

Este tipo de significado se llega a remontar a la antigüedad, y se llega a diferenciar a su vez en unos 2 grandes sectores que son: la propiedad comunal como tal y a la propiedad estatal o hasta incluso a la pública. Algunos de los clásicos de la economía política son los que percibían la evolución de las diversas relaciones o del control social de los sistemas tecnológicos para el bien común de producción como llevando de manera inevitable hacia la propiedad común de los mismos.

Esa clase de visión fue el que influyó de manera fuerte la de algunos de los economistas como, por ejemplo, Joseph Alois Schumpeter, sin embargo, gozó de poca aplicación en la economía de los países occidentales en el transcurso de una buena parte del siglo XX. No obstante, en la actualidad ha llegado a haber una especie de revitalización del interés en este mismo aspecto del concepto, en especial en lo que es la propiedad comunal a diferencia de la llamada estatal o de la pública.

La segunda acepción del bien común como es aquel que llega a ser de usufructo o de consumo común es el que se deriva de una clase de sugerencia de un hombre llamado Paul Samuelson sobre los bienes públicos, que llegarían a ser todos aquellos de los cuales cuyo consumo por un individuo no es el que disminuye su disponibilidad para los otros.

El término igualmente hace alusión a lo que podría ser la conveniencia económica o igualmente el bienestar socio – económico general de una clase de sociedad o incluso de una comunidad o la situación que llega a maximizar la suma del beneficio o de la utilidad de todos y de cada uno de los individuos.

Aspecto Social: El Bienestar Común

El interés de este punto de vista no se llega a centrar en las personas sino más bien en las comunidades o en las sociedades. En las palabras de Simón Bolívar que dice: “Son derechos del hombre: la libertad, al igual que la seguridad, la prosperidad y también la igualdad.

La felicidad general, que llega a ser el objeto de la sociedad, el cual consiste en el perfecto goce de estos derechos” y “El sistema de gobierno más perfecto llega a ser todo aquél que produce mayor suma de felicidad posible, una mayor suma de seguridad social y también una mayor suma de estabilidad política”.

En esta clase de perspectiva no puede llegar a haber un bien común a menos que las sociedades se encuentren integradas y lleguen a ser estables (esto quiere decir, que haya una clase de Cohesión social). En otras palabras: a menos que dichos sistemas sociales lleguen a ser viables en el largo plazo. Sin embargo, lo que aumenta esa clase de viabilidad social no precisamente incrementa la utilidad individual o lo que es el bienestar de cada persona.

De esa manera, desde este mismo punto de vista se puede llegar a entender como el Bien Común como si se tratase de la suma de todas las condiciones de la vida social que pueden llegar a permitir que las personas libremente lleguen a dar forma a sus vidas.

El propósito del Estado el cual llega a ser entendido como la sociedad políticamente organizada, llegaría a ser entonces el de proveer a todos los individuos de los medios para que estos puedan de manera efectiva llevar a cabo esas mismas elecciones.

Un hombre llamado John Rawls, no obstante, es el que introduce una clase de distinción entre “lo bueno”, que llega a ser el crear un tipo de mundo material mucho mejor como quiera que eso se defina y “lo justo”, que llega a crear las condiciones para una clase de sociedad libre y que sea justa, una que le permite la persecución de la virtud sin embargo, no es la que prescribe el cómo hacerlo o en qué es exactamente lo que se desea.

Aspecto Filosófico: El Bien Común

Por bien común se llega a entender, en lo que es la filosofía en general, todo aquello que es compartido por y también de beneficio (en el sentido de un gran mejoramiento general, no solo en lo físico sino que también en lo económico) para todos los integrantes de una comunidad: “El bien común es aquel que abarca el conjunto de todas aquellas condiciones de la vida social, con las cuales los hombres, al igual que las familias y todas las asociaciones pueden llegar a lograr con mayor plenitud y con gran facilidad su propia perfección.”

Más explícitamente, en la Doctrina Social de la Iglesia en su numeral 164 llega a decir: De la dignidad, de la unidad e igualdad de todas las personas se deriva, en primer lugar, el principio del bien común, al que se debe de referir todo tipo de aspecto de la vida social para poder encontrar la plenitud del sentido.

De acuerdo a una primera y general definición se llega a entender como bien común en todo el mundo como “el conjunto de condiciones de la vida social que son las que hacen posible a todas las asociaciones y a cada uno de sus integrantes el logro más pleno y el más fácil de la propia perfección”.

Características

Es el que se deriva de la naturaleza humana y llega a ser por lo tanto superior a cualquier clase de persona: “La persona que se llega a ordenar a lo que es el bien común, porque la sociedad, a su vez, se encuentra muy bien ordenada a la persona y también a lo que es su bien, estando las 2 subordinadas al bien supremo, que finalmente llega a ser Dios mismo (Ibañez Langlois, José Miguel).

No llega a ser la suma de los bienes individuales, tampoco se trata de la sociedad que es la mera suma de todos los individuos. La sociedad que es necesaria para que la persona se llegue a realizar como tal, y debe de presentar una especie de serie de condiciones que hagan lo posible el desarrollo de forma simultánea de la persona y también de ella misma, hacia lo que es la perfección que se dará histórica y culturalmente.

No se está hablando de unas clases de condiciones mínimas de desarrollo, ni tampoco de algo necesariamente material (aunque lo material llega a formar parte de la “integridad” del desarrollo humano). Sino más bien se habla de las condiciones de la posibilidad.

Redunda en el provecho de todos: “El bien común se encuentra en todo momento se encuentra dirigido hacia el progreso de todas las personas: ‘el orden social y de la misma manera en su progreso los cuales deben de llegar a subordinarse al bien de todas las personas y no al contrario’ […]. Este tipo de orden es el que tiene por base la verdad, el cual se edifica en la justicia, y que es vivificado por el amor”.

Críticas

Según Karl Popper, la percepción “platónica” del bien común llega a ser calificada por el propio Popper como una clase de utópica demanda no solo como un plan o un tipo de concepto de lo que la sociedad final debe de ser, sino que igualmente un gobierno fuerte y también centralizado, un número corto de personas los reyes filósofos que están encargados del gobierno, al igual que los benevolentes.

Sin embargo, implacables no interesados en lo que son los derechos o los beneficios de los individuos como tales sino en la comunidad como una entidad: De acuerdo con el gran filósofo llamado Platón: “…nosotros no establecemos la ciudad mirando a que una clase de gente sea especialmente feliz, sino para que lo sea en el mayor grado posible la ciudad toda.” O, en palabras de Jacques Maritain que dice:

“De manera que el fin de la sociedad no llega a ser el bien individual, ni tampoco la colección de los bienes individuales de cada uno de los individuos que la constituyen. Semejante fórmula era la que destruiría la sociedad como tal en beneficio de las distintas partes.

Lo cual vendría a derivar ya a una clase de concepción que es francamente anárquica, o bien a la vieja concepción anárquica disimulada del materialismo individualista, de acuerdo a la cual los deberes de la ciudad se llegan a limitar en velar por el respeto de la libertad de cada uno de los individuos, y de las cuales cuya consecuencia llega a ser que los fuertes son los que oprimen libremente a los más débiles”.

Meditar con San Josemaría

Un hombre o una sociedad que no llegue a reaccionar ante las tribulaciones o ante las injusticias, y que no se llegue a esforzar por llegar a aliviarlas, no son un hombre o una clase de sociedad a la medida del amor del Corazón de Cristo. Los cristianos siempre conservando en todo momento la más extensa libertad a la hora de llegar a estudiar y también de llevar a la práctica las diferentes soluciones y, por lo tanto, con un lógico pluralismo, han de llegar a coincidir en el afán idéntico de poder servir a la humanidad.

De otra manera, su cristianismo no llegará a ser la Palabra y la Vida del señor Jesús: será un tipo de disfraz, una clase de engaño de cara a Dios y también de cara a los hombres. Es Cristo el que pasa. Esta llega a ser tu tarea como ciudadano cristiano: el llegar a contribuir a que el amor y también la libertad de Cristo sean las que presidan en todas las manifestaciones de la vida moderna: en la cultura y también en la economía, en el trabajo y de la misma manera en el descanso, al igual que en la vida de familia y por último en la convivencia social.

Responsabilidad de Todos

La persona no puede llegar a realizarse de manera aisladamente, esto quiere decir, el prescindir de su ser “con” y “para” los demás. Esta clase de verdad es la que le impone no una simple convivencia en los diferentes niveles de la vida social y también en la relacional, sino que también en la búsqueda incesante, de una forma mucho más práctica y no sólo ideal, del bien, esto quiere decir, del sentido y también de la verdad que se encuentran en las maneras de vida social existentes.

Ninguna clase de forma expresiva de la sociabilidad desde lo que es la familia, pasando por el grupo social del intermedio, al igual que la asociación, además de la empresa de carácter económico, la ciudad, la región, el Estado, hasta la misma clase de comunidad de los pueblos y de las Naciones puede llegar a eludir la cuestión referente sobre el propio bien común, que llega a ser constitutivo de su significado y es la auténtica razón de ser de su misma subsistencia.

La dignidad de la persona humana es la que implica la búsqueda del bien común. El bien común llega a ser un tipo de deber de todos los integrantes de la sociedad: ninguno de ellos se encuentra exento de poder colaborar, de acuerdo a las propias capacidades, en su consecución y en el desarrollo. Cada cual debe de llegar a preocuparse por poder suscitar y al mismo tiempo lograr sostener a las instituciones para que mejoren todas las condiciones de la vida humana de las personas.

Como una persona cristiano católico, tienes el deber de llegar a actuar, de no tener que abstenerte, de prestar tu propia colaboración para poder servir con gran lealtad, y con gran libertad personal, al bien común. Tú, por tu condición de cristiano, no puedes llegar a vivir de espaldas a ninguna clase de inquietud, a ninguna clase de necesidad de algunos de tus hermanos los hombres.

Por lo que debes de observar todos tus deberes cívicos, sin llegar a querer sustraerte al cumplimiento de ninguna clase de obligación; y llega a ejercitar todos tus derechos, en bien de la colectividad, sin llegar a exceptuar de manera imprudente a ninguno. Igualmente has de dar en ese momento el testimonio cristiano.

Los hijos de Dios, los ciudadanos de la misma categoría que los demás, hemos de llegar a participar “sin miedo” alguno en todas las actividades y también en todas las organizaciones que son honestas de los hombres, para que el Señor Jesucristo se encuentre presente en ese lugar. Nuestro amado Señor es el que nos va a pedir cuenta en si, por si acaso por alguna dejadez o por la misma clase de comodidad, cada una de las personas, de manera libremente, no llega a procurar intervenir en las obras y también en las decisiones humanas, de las que dependen el presente y de la misma forma el futuro de la sociedad.

La Comunidad Política

La clase de responsabilidad de llegar a edificar el bien común es la que compete, además de a las personas particulares, igualmente al Estado, porque llega a ser la razón de ser de la autoridad política. La persona concreta, al igual que la familia, los cuerpos intermedios no se encuentran en condiciones de poder alcanzar por sí mismos su pleno desarrollo; de ahí es que se deriva la necesidad de las instituciones políticas, de las cuales cuya finalidad es llegar a hacer accesibles a las personas todos los bienes necesarios ya sean estos:

  • Materiales
  • Culturales
  • Morales
  • Espirituales

Para poder gozar de una clase de vida auténticamente humana. Para llegar a asegurar el bien común, el gobierno de cada país tiene el deber determinado de llegar a armonizar con gran justicia los distintos intereses sectoriales. El bien común es el que exige la prudencia por parte de cada uno de los habitantes, y más aún por la de todos aquellos que lleguen a ejercer la autoridad. Esta se comporta de 3 elementos esenciales que son:

Primero: Supone, en primer lugar, el respeto hacia la persona en cuanto tal. En nombre del bien común, todas las autoridades se encuentran en la obligación de llegar a respetar los derechos fundamentales y también los inalienables de la persona humana.

Segundo: En segundo lugar, el bien común es aquel que exige el bienestar social y también el desarrollo. Podemos decir que le corresponde a la autoridad tomar las decisiones, en nombre del bien común, entre los diferentes intereses particulares; sin embargo, debe de llegar a facilitar a cada uno lo que requiere para poder llevar una clase de vida que sea verdaderamente humana, es decir:

  • Alimento
  • Vestido
  • Salud
  • Trabajo
  • Educación
  • Cultura
  • Información Adecuada
  • Derecho de Fundar una Familia, etc.

Tercero: El bien común llega a ser el que implica, finalmente, lo que es la paz, esto quiere decir, la estabilidad y también la seguridad de un tipo de orden que es justo. El cual supone, por lo tanto, que la autoridad llega a ser la que verdaderamente asegura, por todos los medios que son honestos, la seguridad de toda la sociedad y también la de cada uno de sus miembros que la integran.

Meditar con San Josemaría

Interpretad, pues, mis palabras, como lo que son: una especie de llamada a que ejerzáis ¡día a día!, no sólo en los momentos de gran emergencia sus derechos; y a que cumpláis de manera noble sus obligaciones como los ciudadanos en la vida política, al igual que en la vida económica, en la vida universitaria, en su vida profesional, siempre asumiendo con gran valentía todas las consecuencias de sus decisiones libres, cargando con lo que es la independencia personal que les corresponde.

Y esta mentalidad cristiana laical les va a permitir huir de toda clase de intolerancia, de todo tipo de fanatismo, por lo que lo diré de una manera mucho más positivo, les hará convivir en paz con todos sus conciudadanos, y de esa forma poder fomentar de la misma manera la convivencia en las diferentes órdenes de la vida social.

El Destino Universal de los Bienes

Entre las diversas implicaciones del bien común, se adquiere de manera inmediata el relieve del principio del destino universal de todos los bienes: “Dios ha destinado la tierra y cuanto en ella hay para el uso de todos los hombres y de todos los pueblos. En consecuencia, los bienes que son creados deben de llegar a todos en forma equitativa bajo la égida de la justicia y también con la compañía de la caridad”. Esto se encuentra escrito en la Constitución Pastoral Gaudium et spes.

Dios ha dado la tierra a todo el ser humano para que ellos puedan ser sustentados por causa de la tierra, la cual sustente a cada uno de sus habitantes, sin llegar a excluir a nadie ni tampoco privilegiar a ninguno. He ahí, pues, la raíz primera del destino universal de todos los bienes de la tierra. Ésta, por su misma fecundidad y también por la gran capacidad de poder satisfacer todas las necesidades del hombre, llega a ser el primer don de Dios para el sustento de la vida del hombre.

El principio del destino universal de todos los bienes de la tierra se encuentra en la base del derecho universal al uso de todos los bienes. Todo hombre debe de tener la posibilidad de poder gozar del bienestar necesario para su pleno desarrollo en este mundo. Se llega a comprender muy bien la impaciencia, al igual que la angustia, los deseos inquietos de quienes, con un alma que es naturalmente cristiana, no se llegue a resignar ante lo que es la injusticia personal y también la social que puede llegar a ocasionar el corazón humano. Muchos siglos de convivencia entre los mismos hombres y, aún, existe una gran cantidad de odio, tantas clases de devastaciones, tanto tipo de fanatismo que se encuentra acumulado en los ojos que no quieren llegar a ver y también en todos los corazones que no quieren llegar a amar.

Los bienes de la tierra, llegan a ser repartidos entre unos pocos individuos; los bienes de la cultura, se encuentran encerrados en cenáculos. Y, fuera, el hambre de pan y también de la sabiduría, las vidas humanas que llegan a ser santas, porque vienen de parte de Dios, suelen ser tratadas como simples cosas, como los números de una estadística. Por lo que se puede llegar a comprender y también se puede llegar a compartir esa clase de impaciencia, que es la que me suele impulsar a que muchos miren al señor Jesucristo, que continúa en todo momento siempre invitándonos a que juntos vayamos y pongamos en práctica ese gran mandamiento nuevo del amor.

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