Con la lectura de este artículo, serás conocedor de cuáles son los Sacramentos de Sanación, como usarlos correctamente y también, podrás aclarar algunos mitos referente a estos.
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Los Sacramentos
Los sacramentos son algo que está presente en todas las familias que sean practicantes religiosos, por ejemplo, si venimos de una familia católica, es probable que siendo niños recibimos el sacramento del bautismo, pero no siempre es así, por ejemplo, hay familias en que dejan este sacramento para después, por lo tanto, es normal que veamos casos de niños que tienen entre 8 a 9 años recibiendo su bautismo.
Seguido al bautismo viene la comunión, sacramento en el cual por primera vez probamos la ostia, es normal que, para poder hacer este sacramento, primero hagamos un curso que dure como mínimo seis meses, como también puede durar más de un año. Posterior a la comunión viene la confirmación, es con este sacramento que reafirmamos el voto de nuestros padrinos, afirmando así que permaneceremos dentro de la fe católica.
Una vez aclarados esos sacramentos, en el siguiente artículo vamos a tratar a profundidad los sacramentos de la reconciliación y la unción a los enfermos, estos sacramentos son enseñados en los cursos de catequesis de la santa iglesia católica, no obstante, son por algún motivo olvidados o no tomados en cuenta por la mayoría de los católicos practicantes.
Hay que tomar en cuenta que, estos sacramentos se basan completamente en las enseñanzas de nuestro señor Jesucristo, él fue aquel que se declaró como médico para la salud de nuestras almas y nuestros cuerpos, él fue tan grande que perdonó los pecados de aquellos que se arrepintieron, como por ejemplo uno de los delincuentes que fue crucificado junto a Él, por lo tanto, los Sacramentos de Curación se basan en sus enseñanzas.
Los Sacramentos de Sanación son aquellos sacramentos que continúan las acciones de nuestro señor Jesucristo, la finalidad de estos son, salvarnos y sanarnos, el medio es el Espíritu Santo. De acuerdo a la iglesia católica, Jesucristo a través del cumplimiento de estos sacramentos, nos ayuda a obtener tanto sanación como salvación.
Los Sacramentos de Curación
Este sacramento es la confesión o mejor conocido como la reconciliación, este sacramento puede hacerse en cualquier momento, sin embargo, un momento crucial en el que básicamente todos los cristianos lo hacen es antes de la primera comunión, este consiste en confesar todos los pecados que hemos realizado ante un padre.
Este sacramento viene acompañado de una penitencia, esta será acorde a los pecados que hayamos cometido, usualmente el padre que nos esté escuchando será el que la determine, por ejemplo, podría mandarnos a rezar cuatro padres nuestros, diez avemarías y tres glorias, esto es solo un ejemplo y podría ser más o menos, podrían ser incluso otros rezos.
Cuando hablamos de penitencia, tenemos que entender que esto, en pocas palabras, es para demostrar el arrepentimiento que tenemos por algún pecado que hayamos cometido, aunque aplica a otros ámbitos de la vida. Su traducción literal significa Tener pena o arrepentimiento, sin embargo, en un contexto teológico, se usa para hablar de las virtudes o de los sacramentos.
La Penitencia como virtud
Cuando se dice que la penitencia es una virtud, se refiere a que esta sirve para que el pecador, sienta arrepentimiento por los actos pecaminosos cometidos, además, también es una virtud pues, crea en el pecador la voluntad de no reincidir en el pecado cometido anteriormente, finalmente, se dice que es una virtud pues siembra en los corazones de los pecadores una satisfacción al haber compensado su pecado a través de una penitencia.
Hay que tomar la penitencia con cuidado, es decir, entender el verdadero significado de esta, Cristo nos pide que nos convirtamos de corazón en buenos cristianos, cuando nos llama a la penitencia no nos pide obras materiales, por el contrario, nos pide una conversión de corazón, al arrepentimiento verdadero, de otro modo, si todo es un cambio superficial, si no sentimos un cambio de verdad, seguiremos siendo pecadores.
Según la teología, cuando hablamos de la penitencia como virtud, no nos referimos exclusivamente a la penitencia externa, sino también a la penitencia interior, es decir, un acto de contrición, cuando pecamos ofendemos a Dios Padre, por lo tanto, la penitencia tiene que ser de corazón, en la teología se dice que la penitencia no se debe hacer solo por temor, sino también porque al cometer pecados ofendemos a Dios.
La virtud de la penitencia debe ser cultivada por todos nosotros, esta virtud es la que nos convierte en buenos cristianos, una buena forma de lograrlo es a través de la oración, confesarse por haber cometido algún pecado, asistir a la Eucaristía y comulgar, poner en práctica el sacrificio voluntario, logrando así una unión más fuerte con Jesús hijo y con la Virgen María.
La Conversión como Sacramento
La virtud de la penitencia nos lleva a la conversión, es decir, nos vuelve buenos cristianos, además, es uno de los siete sacramentos que Cristo instituyo, quien hace este sacramento se reconcilia con la iglesia, institución que también es ofendida por nuestros pecados, la reconciliación ocurre al confesar los pecados ante un sacerdote, el concilio de Trento le dio la definición de «verdad de fe».
La razón por la que se le llama sacramento de conversión a este sacramento, es porque aquí se atiende la llamada de Cristo para convertirnos, volver a los pasos de Cristo y a los brazos de Dios padre. La penitencia que acompaña este sacramento se llama así por una razón importante, esta conlleva un arrepentimiento verdadero por parte del cristiano, también lleva la buena voluntad que tenga el cristiano de turno para reparar el daño por sus pecados.
Además de todo lo descrito anteriormente, la confesión es una parte vital de este sacramento debido a que la persona está admitiendo los pecados que cometió ante un representante de Dios, este es uno de los requisitos más importantes es indispensables a la hora de obtener la absolución y perdón de los pecados graves.
A este sacramento también se le da el nombre de reconciliación debido a que se reconcilia el pecador con Dios padre, este sacramento nos habla de la necesidad que tenemos de reconciliarnos no solo con Dios padre, sino también a los afectados por los pecados que cometimos, dicho de otro modo «Ve primero a reconciliarte con tu hermano».
La virtud obtenida por la penitencia es algo que está muy relacionado con el sacramento de la reconciliación o la penitencia, dicho de otro modo, para poder acudir a ese sacramento de forma correcta, es necesaria la virtud que nos da la penitencia, tener ese corazón arrepentido y con dolor por los pecados cometidos.
El sacramento de la Reconciliación es considerado un sacramento puro, o mejor dicho esencial, esto debido a que en él están imbuidos todos los elementos necesarios en un sacramento, estos elementos son: El signo sensible, conferir la gracia de Dios padre y el haber sido instituido por Dios padre.
Este se conoce como uno de los dos Sacramentos de Curación, debido a que este cura al espíritu de las personas, concretamente el de aquellas personas que están enfermas motivado a los pecados graves que hayan cometido, se necesita de este sacramento que nos devuelva la salud, para que nos cure. Un hecho bíblico que se usa para comparar este sacramento es; que Jesús perdonó los pecados de un paralítico devolviéndole así la salud de su cuerpo.
Jesús creo e instituyo los sacramentos, luego dejo a la iglesia como la encargada de predicar acerca de ellos, al ser una responsabilidad adquirida por Cristo la iglesia es considerada como la responsable de guardar todo ese poder, esto también significa que ningún hombre puede perdonar sus pecados por sí mismo.
Retomando el mismo orden de ideas, al igual que en todos los sacramentos, la gracia de Dios es recibida en la reconciliación, siendo el Padre como un representante de Dios en la tierra, es decir, el obra como un intermediario solamente, sin embargo, él es no es quien perdona los pecados, quien tiene el poder de perdonar todos los pecados realmente es la iglesia como institución gracias a los designios de Jesús.
El concilio de Trento en un intento de acabar con las herejías en cuanto al tema del perdón de los pecados, decidió recordar que Jesús declaro que solo sus apóstoles y sus sucesores (la iglesia) podían perdonar de verdad todos los pecados, todo aquel que dijera poder hacerlo sería considerado como un hereje.
Según lo anteriormente expuesto, esta decisión obedece a que, en los primeros años del cristianismo, ocurrieron muchos sucesos que podrían considerarse como herejías o blasfemias, como, por ejemplo, que otra persona podría perdonar los pecados si era buen cristiano, otro hecho que también ocurrió respecto a este tema fue que la iglesia protestante ataco por todos los flancos este sacramento.
Con base a toda la polémica que ha desencadenado este sacramento, la iglesia se ha visto forzada a reforzar este sacramento hablando de los milagros que realizo Cristo en vida, recordando cómo este preparo a sus discípulos y a sus apóstoles a través de sus lecciones, como este perdono a aquel pobre paralítico en la ciudad de Cafarnaúm permitiéndole así caminar otra vez.
Cristo le otorgó a sus apóstoles el poder de perdonar los pecados, esto simula un acto judicial, pues el Padre que oye la confesión se comporta de forma similar a como lo haría un juez, este impone una sentencia (el perdón) y un castigó (la penitencia), solo que aquí la sentencia es otorgada solo si el pecador cumplió con su castigo, la iglesia defiende este procedimiento con base en que Jesús le otorgó esta potestad a sus apóstoles y a la iglesia.
El perdón de los pecados es algo totalmente personal y depende de cada quien, dicho de otro modo, si alguien decide por voluntad propia negarse a esto y a arrepentirse de sus pecados, entonces estará rechazando la salvación que ofrece el espíritu santo y nunca será perdonado por nadie, ni por Dios, ni por Jesús ni por la iglesia.
Una de las enseñanzas que dejo Jesús fue que: Todo aquel que ose blasfemar contra el Espíritu Santo nunca jamás, bajo ningún concepto será perdonado, por el contrario, será víctima del pecado eterno, este pecado contra el espíritu santo a pesar de verse tan inocente, es una actitud que puede condenar a las personas a la condena eterna.
La Institución
Cuando ocurrió la resurrección de Cristo, todos sus apóstoles se encontraban reunidos en su tumba, estaban a puerta cerrada debido al miedo a los judíos, es aquí cuando reciben una visión de Jesús y este les dice que la paz sea con ellos, Él fue enviado por el padre, es decir, Dios, así como Él fue enviado, también los enviaría a ellos, y fue justo en ese momento que les dijo que recibieran al espíritu santo.
Cuando los apóstoles recibieron al espíritu santo, este les entrego un mensaje y era que a quienes perdonaran los pecados les quedarían perdonados, pero aquellos que no reciban dicho perdón de sus pecados, los conservarían, por lo tanto, fue en este momento donde Cristo les otorgó a sus apóstoles y a la iglesia el poder de perdonar pecados.
Al Cristo haber pronunciado esas palabras, instituyó este Sacramento, él siente un amor profundo por todos los seres humanos, es por eso que, por medio de su perdón infinito nos dejó a sus apóstoles como intermediarios para obtener el perdón de los pecados, de hecho, para no dejarnos completamente desamparados, él le otorga el continuar con su misión a los apóstoles.
Quizá una de las mayores muestras de amor que pudo dejarnos Cristo fue, el dejarnos una forma de librarnos del pecado o, mejor dicho, de ser perdonados por el Pecado. Esto solo muestra un hecho, Dios tiene por nosotros seres imperfectos y pecadores, un amor incondicional, siempre nos perdonara por nuestros pecados si nos arrepentimos de verdad.
A través de varios pasajes de la biblia, se puede ver como Dios tiene misericordia de los pecadores. Cristo sabía que nosotros, los humanos somos débiles, Él sabía que nos alejaríamos de Él y del padre por culpa de los pecados, por eso, para poder salvarnos nos otorgó este sacramento, para poder ser salvados del pecado, esto solo demuestra que el amor de Dios y el amor de Jesús por nosotros son infinitos.
La Reconciliación
Gracias a los sacramentos, podemos saber que solo reconciliándonos con Dios padre y con nuestros hermanos podremos sentirnos libres de ser amados por Dios. Este sacramento de reconciliación nos enseña esta lección, nos hace ver también que el pecado nos daña tanto física como espiritualmente, también el orgullo, las mentiras y el odio en nuestros corazones nos hace sentir frustrados, melancólicos e incluso rebeldes.
La reconciliación suele ir acompañada de un rezo, o visto de otra forma también, unas palabras que dedica el Padre que se encarga de oír nuestra confesión, las mismas no son más que una pequeña síntesis de todo lo que hizo Jesús para reconciliar al mundo, también sirven para perdonarnos por los pecados que hemos cometido, dichas palabras son:
Dios, Padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por la muerte y la resurrección de su Hijo y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, te conceda, por el ministerio de la Iglesia, el perdón y la paz. Y yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Estas palabras tienen como objetivo perdonar los pecados que hemos cometido, el medio es la confesión, es importante ver como se hace especial mención al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, o, dicho de otro modo, a la Santísima Trinidad, por lo tanto, cuando el Padre nos bendice con este rezo después de nuestra confesión, nos está dejando con una gran bendición.
El Rito y la Celebración del Sacramento
Este sacramento ha tenido muchísimos cambios en la forma en que se celebra a lo largo de los años, sin embargo, la forma en que se sigue celebrando este sacramento al igual que los otros se considera una acción litúrgica, además, viene acompañado de dos elementos que podrían considerarse fundamentales para su correcta celebración.
Se considera que el primer elemento fundamental de la celebración de este sacramento son los actos de aquel que desea reconciliarse con el señor, estos son muy variados y van desde la confesión de los pecados, el arrepentimiento sincero y de corazón llegando así finalmente al cumplimiento de la penitencia.
El segundo elemento que se considera fundamental para celebrar este sacramento es la acción de Dios, para ser más específicos, el perdón de los pecados, pero esto ocurre gracias a los padres y sacerdotes que actúan como intermediarios siendo representantes de Jesús aquí en la tierra, ellos se encargan de escuchar la confesión del penitente y de colocar una pena acorde a la misma.
La forma en que este sacramento se recibe es usualmente de forma individual, solo involucrando al Padre que oye la confesión y al que se está confesando, esto ocurre en un confesionario dentro de una iglesia, usualmente recibe su penitencia y la absolución por sus pecados de forma particular o individual.
Existen casos bastante particulares, podría decirse que excepcionales en los que un Padre o sacerdote, puede optar por aplicar una absolución a un público o grupo de personas, son casos raros, pero sucede en algunas fiestas católicas, son situaciones en las que, de no impartirse este perdón, las personas quedarían sin recibir el perdón sacramental por mucho tiempo, todo sin ser culpa suya.
No obstante recibir esta absolución no excluye a las personas de acudir a la iglesia y confesarse, en lo que se les presente una oportunidad deberían ir y admitir los pecados que ya les fueron perdonados a través de la absolución general, es normal que al momento de recibir la absolución general el Padre o sacerdote les haga este recordatorio, la razón es que los pecados son individuales, por lo tanto, la pena también es individual.
Los contextos donde se está permitido realizar una absolución general son en aquellos países donde están en guerra, es bastante posible que en un país de estos las personas reciban una muerte imprevista, también es válido realizarla si hay una catástrofe natural en camino, otro caso en el que sería permitido es que haya una falta de Padres en la ciudad, de otro modo, esta absolución está totalmente prohibida.
Hay casos donde las personas deciden hacer una confesión por todos los pecados que cometieron durante su vida, o también, por un periodo muy largo de la misma, incluso confiesan pecados que ya habían confesado en el pasado, esto con la intención de mostrar un arrepentimiento aún mayor, a esto se le conoce como confesión general y el Padre o sacerdote que escucha la confesión suele avisarle a la persona de esto.
Cuando una persona devota cae ante una enfermedad que amenaza su vida con la muerte, limitándole las formas de expresarse verbalmente, suele recibir un perdón a sus pecados, pero de forma condicionada, es decir, un perdón que se da acorde a las condiciones que haya tenido la persona para confesarse, esto de acuerdo a su estado de consciencia a la hora de confesarse.
Los padres y las personas
Como ya se expresó con anterioridad, Jesús le otorgó a sus apóstoles la capacidad de perdonar los pecados, los obispos y sacerdotes no son más que sus sucesores o, también es válido decir, herederos de esa capacidad, por lo tanto, ellos poseen a cabalidad el sacramento del orden, tienen los poderes conferidos por Cristo a los apóstoles, estos pueden perdonar pecados por medio de la confesión.
El concilio de Trento como Uso este argumento para ir en contra de Lutero, esto mismo decía que cualquiera que haya sido bautizado tenía el poder de perdonar los pecados. El sacerdote es una parte fundamental en esto, aunque es Jesús quien perdona los pecados realmente, los sacerdotes tienen el poder conferido por este para poder perdonar los pecados.
Los Padres deben tener la capacidad de poder perdonar los pecados, dicho de otro modo, deben tener la autorización por parte de la iglesia para esto, no todos los Padres la tienen pues, para poder ejercer el perdón de los pecados, se debe tener la capacitación previa para poder dar una penitencia al pecador, esto debería realizarse dentro de la iglesia o en su defecto, en un lugar sagrado si existe la posibilidad.
No todos los padres tienen la capacidad de perdonar los pecados debido a que estos, deben tener primero la intención de ser instrumentos de Cristo, tienen que prepararse para esto pues, no todas las confesiones son iguales, de hecho, algunas son muy sencillas y otras, por el contrario, requieren que el Padre este bien versado en conocimiento de los comportamientos cristianos.
Al escuchar las confesiones, los Padres y sacerdotes deben enseñar al penitente sobre lo que debe hacer, debe enseñarle como hacer correctamente su penitencia y aclarar cualquier duda que el penitente pueda tener, además, debe hacerlo sin que se sienta como que está juzgando pues, esto podría hacer que la persona se cohíba de confiar en él, por el contrario, debe motivarlo para que se convierta en un buen cristiano.
Retomando la idea anterior, para una conversión efectiva debe haber un cambio de vida, una persona seguirá cometiendo los mismos pecados constantemente si no realiza un cambio de vida, es aquí donde los consejos del Padre cobran vital importancia pues, estos pueden ser la diferencia entre mantener a una persona viviendo en el pecado o, viviendo una vida con valores cristianos.
El Padre tiene total libertad de negar la absolución a alguien que este confesándose, evidentemente las razones para esto tienen que ser graves, por ejemplo, que la persona no tenga un arrepentimiento sincero, esto podría considerarlo viendo sus gestos o analizando sus palabras, por lo tanto, se puede considerar como que este es uno de los filtros a la hora de confesarse.
Existen pecados que son tan graves que simplemente no pueden ser perdonados, de hecho, son penados con la «excomunión» de la iglesia, ejemplos claros de estos pecados pueden ser la realización de un aborto o, la participación a la hora de realizar uno, esta excomunión aplica tanto para quien lo recibe como para el/los que lo ejecuta.
En los casos que se haya sufrido una excomunión por parte de la iglesia, se puede considerar como condenado pues es la pena eclesiástica más estricta, esta pena impide que la persona pueda recibir cualquiera de los sacramentos, como por ejemplo «la absolución», los pecados que ameritan esta pena son considerados como pecados reservados.
Los Padres y sacerdotes están sujetos a lo que se conoce como «secreto de confesión», cualquiera que decida romper este secreto será sometido a una pena muy fuerte, no existen excepciones al respecto, todos los sacerdotes y padres deben respetar los secretos contados en confesión, ese es un espacio entre el pecador y el padre.
Otra condición aparte de no poder divulgar los secretos contados en confesión es, no poder usar la información obtenida a través de las confesiones, dicho de otro modo, no pueden valerse de dicha información para por ejemplo chantajear a una persona, tampoco pueden revelar detalles íntimos.
Se considera «sujeto de reconciliación», a todas aquellas personas que, a pesar de haber cometido algún pecado grave, decida ir a confesarse con la actitud correcta, además de eso, no debe tener ningún impedimento grave que de algún modo no lo haga digno de recibir la absolución. Hay personas que se consideran, viven en un estado de pecado permanente, por ejemplo, aquellos que se casan, se divorcian y vuelven a casarse.
Retomando el mismo orden de ideas, se considera que aquellos que viven bajo esta condición de vida no son aptos para la absolución, esto se debe a que ellos rompen la promesa de «hasta que la muerte los separe» o, dicho de otro modo, la indisolubilidad del matrimonio. Sin embargo, estas personas no son expulsadas de la vida eclesiástica, se les permite participar en las actividades y asistir a las misas, esto con la finalidad de que no se sientan marginados.
Existen casos en que las personas que incurren en esta práctica se sienten mal por romper la santa unión del matrimonio, también de se sienten mal por haber fallado a Cristo por su pecado, por lo tanto, estas personas que buscan ayuda de la iglesia se les puede otorgar la absolución si se arrepienten de corazón por el pecado.
Las condiciones para poder recibir la santa eucaristía para estas personas cambian de acuerdo al resto, deben ir a otra iglesia donde no sean conocidos, esto con la intención de no cometer lo que se considera como «pecado de escándalo», esto debido a que la pareja y el padre son los únicos que conocen la situación.
Los Sacramentos de Sanación
Se conocen como Sacramentos de Sanación a la Unción de los Enfermos y a la penitencia. La unción de los enfermos se le otorga a todas aquellas que padecen alguna enfermedad física, a través de la gracia divina, Dios les da fuerzas durante su padecimiento, también los reconfortan para que sea más llevadera esa situación.
La Unción de los Enfermos
En la antigüedad este sacramento era conocido como la extremaunción, el mismo era aplicado únicamente a las personas que estaban moribundas, actualmente se le conoce como la unción de los enfermos pues, es un sacramento de salud dispuesto a sanar el alma, a través de la sanación del alma sanara el cuerpo del cristiano que este padeciendo la enfermedad.
En el nuevo testamento se puede leer que Jesús tomo nuestras debilidades y nuestras enfermedades, luego mando a sus discípulos que hicieran lo mismo, es decir, que curaran a los enfermos, que resucitaran a los muertos y purificaran a las personas que sufrían por la lepra, Jesús pidió a estos que expulsaran a los demonios (las enfermedades), esto puede verse en los evangelios MT 8, 17 y MT 10, 8.
La iglesia al haber heredado de Cristo el poder de perdonar los pecados, también heredo los poderes sanadores de Jesús, se puede ver que aplican este sacramento cuando le ponen las manos encima a un enfermo, luego lo untan con aceite tal cual como hicieron en su momento los apóstoles de Cristo.
A pesar de lo que muchos piensan, este sacramento es más que una formalidad, su finalidad es proteger y fortalecer a los enfermos, de hecho, en el antiguo testamento se puede ver como usan el aceite para fortificar y curar las heridas, aparte de todo esto, la unción con aceite hace que el enfermo sea unido a Cristo, esto por el sufrimiento que le causa la enfermedad, así como Cristo sufrió durante su pasión.
Este sacramento y el de la reconciliación están conectados por una razón, los pecados deben ser perdonados, estos solo dañan el espíritu, por este motivo las heridas que están formadas en el cuerpo no pueden sanar pues, el pecado del alma también daña al cuerpo, además la persona que esta afligida necesita de paz.
Como se puede ver, la unción de los enfermos es aplicada por un sacerdote, aunque esta también puede ser aplicada por un obispo, además, la persona enferma la puede recibir en más de una oportunidad, no obstante, no se recomienda dejar la unción para cuando la enfermedad sea terminal y la muerte algo inevitable.
Siguiendo con la idea anterior, cuando se considere que la enfermedad amerite la unción, no hay que pensarlo mucho y hay que llamar al sacerdote inmediatamente, si se llama a tiempo mejor pues, él va para fortalecer a la persona que está enferma a través del sacramento, en muchos casos esto ayuda a la mejoría del paciente.
Los aceites usados para cumplir este sacramento son únicos y difíciles de reemplazar, dicho de otro modo, no cualquiera sirve, solo el que el padre o el obispo previamente bendijeron, para recibir la Unción no importa si el enfermo esta confeso o no, el deber ser es que este sacramento se le dé a quien lo necesita cuando lo necesita, también es importante aclarar que es la gracia de Dios la que cura, el obispo o sacerdote que la aplican no son más que simples intermediarios.
No debe caerse en el error de llamar misa de sanación a este sacramento, este solo es una misa para orar por los enfermos, quien sana realmente es Cristo, podemos ir a misa y a orar con fe, pero esto solo servirá para que Dios oiga nuestras plegarias, dependiendo de la sinceridad de las mismas el obrara a nuestro favor. Hay una oración que acompaña a este sacramento cuando es aplicado, la misma dice así:
Por esta Santa Unción, y por su bondadosa misericordia te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo, para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad
Los materiales requeridos para poder realizar la unción es el aceite de oliva, este tuvo que haber sido bendecido por algún obispo, en casos de emergencia puede ser un sacerdote, el aceite debe ser bendecido preferiblemente un jueves santo, «nunca durante la realización del sacramento», en sitios donde no se pueda conseguir específicamente el aceite de oliva, es válido usar otro tipo de aceite vegetal.
Razón del Sacramento
La finalidad de este sacramento es ayudar al cristiano enfermo, a través del mismo se le confiere la gracia divina que está experimentando sentimientos adversos como: enfermedad o vejez. Las enfermedades y sufrimientos son los momentos en los cuales los seres humanos se sienten más impotentes, aunado a esto, es cuando empiezan a pensar más en lo corta de la vida y, por consiguiente, se vuelven seres más vulnerables.
Las enfermedades que agobian a los hombres en muchos casos pueden hacer que alucinen, llegando así a pensar que podrían morir, por eso es importante la realización de este sacramento, para que la persona tenga una ayuda divina en ese momento. Por extraño que podría parecer para algunas personas, en momentos en que enfermedades graves aquejan a los humanos, estos optan por revelarse y alejarse de Dios.
En el mismo orden de ideas, se piensa que el alejarse de Dios es en parte provocado por la angustia de la enfermedad, además, las emociones de miedo, dolores intensos y cansancio pueden desesperar a la persona más creyente, incluso puede hacer que esta rete a Dios, esto se debe a que dependiendo del mal que aqueje a la persona esta puede que no esté en condiciones de rezarle a Dios, al no rezar lo suficiente no está unido a Dios.
Siguiendo con lo anteriormente descrito, esta ausencia de oración, hace que la persona se revele ante el señor, por eso es importante la unción, al recibir los rezos es muy probable que la persona se reconecte con Dios, además, con la orientación adecuada, la enfermedad podría llevarnos a acercarnos más a Dios padre, así como por ejemplo paso cuando Jesús curo a Lázaro.
Se sabe que la muerte es un proceso casi tan natural como la vida, pero según la religión católica, a través de los ojos de la fe, se sabe que la muerte es causada por el pecado, por eso, aquellos que mueren con la gracia de Dios, es como si tuvieran una pequeña participación en la pasión de Cristo, esto trae como premio el poder participar en su resurrección.
Desde un punto de vista religioso, la muerte no es más que el fin de nuestro tiempo en la tierra, dependiendo de nuestros actos en la tierra se decidirá a dónde iremos al final de la vida terrenal, por eso al saber que nuestro tiempo aquí es precioso y finito, es normal que pensemos en cómo estamos llevando la misión por la cual vinimos a la tierra.
En el antiguo testamento se narra una historia de un hombre que vive una terrible enfermedad, este le reclama a Dios por qué lo condeno a ese dolor, le pide que lo sane y le dé abra los caminos para su salvación, sus suplicas fueron tan conocidas que todos en Israel hablaron acerca de la relación que existía entre su enfermedad y sus pecados, por eso el profeta Isaías acudió en su búsqueda.
Otra historia bíblica tarta acerca de Cristo y su labor, el sentía compasión por las personas que se encontraban enfermas, por eso Él fue un médico excepcional, no solo curaba las enfermedades del cuerpo, también curo las enfermedades del espíritu perdonando los pecados, su amor y compasión por los enfermos era tan grande que Él se dejaba tocar por ellos, esto porque su cuerpo desprendía una fuerza y luz tan fuerte que los curaba a todos.
Jesús para curar a los enfermos hacía más que solo dejarse tocar, también los tocaba para sanarlos, tanto el cuerpo como el espíritu, Él fue un médico bastante completo pues curo no solo el alma sino el cuerpo también, Él tomaba con sus manos las miserias de los hombres, Él en vida cargo en sus hombros todos los males que aquejaban a los hombres hasta el momento que fue clavado en la Cruz.
Cuando Cristo murió en la Cruz por nosotros, él asumió los pecados de todos nosotros, nos liberó de eso y por ende de la enfermedad que es una consecuencia del pecado. Desde ese momento que él hizo ese noble acto de sacrificio, la enfermedad posee un nuevo significado, esta nos asemeja más a él y nos atrae a su pasión, ahora la enfermedad se ve como redentora.
La Institución de la Unción
Al momento que Cristo invitó a sus discípulos y apóstoles a seguir sus pasos, les enseñó que eso también significaba cargar con su cruz, esto los convertiría en parte de su vida, una vida humilde y pobre, esto los hizo cambiar su punto de vista con respecto a la enfermedad y al sufrimiento que esta poseía, es así como Cristo los hace participar en su misión de curación.
Se sabe que la unción de los enfermos fue uno de los santos sacramentos que fueron instituidos por Cristo, él encomendó esta tarea a sus apóstoles y, por ende, a la iglesia. A raíz de esto la iglesia predica que, entre los siete sacramentos, este en especial servía como auxilio para los enfermos, este sacramento los ayudaba a lidiar con los problemas que acarrean las enfermedades.
San Pablo llegó a decir que él con su cuerpo completaba lo que les faltaba a las tribulaciones de Cristo, todo en favor de su cuerpo que era la iglesia, con esto él quiso decir, que ni las oraciones más llenas de fe lograrían la cura total de las enfermedades y sufrimientos, esto es porque estas tienen una razón de ser padecidas, en este caso acercarse más a Dios.
La Santa Iglesia Católica atendió al llamado de Cristo de «Sanen a los enfermos», se puede evidenciar en cómo cuida a los enfermos y a sus oraciones de intercesión. La iglesia católica promulga este sacramento a través del texto bíblico de Santiago 5, 14-15, en este dice que si una persona se encuentra enferma llamen a un sacerdote, este orara sobre él para sanarlo.
Rito y Celebración de la Unción
Los sacramentos se celebran de forma comunitaria y litúrgica, la unción de los enfermos no es la excepción a la regla, esta puede realizarse en lugares como en la casa, un hospital, incluso es válido realizarlo en una iglesia, para la correcta realización del mismo, se pide que sea precedido del sacramento de la reconciliación y sucedido por el sacramento de la eucaristía.
La celebración de este sacramento consta de dos partes, en primer lugar, en sumo silencio se posan las manos sobre las personas enfermas, luego se procede a realizar un rezo por la pronta recuperación de estos. En segundo lugar, se procede a aplicar la unción del aceite, este es aplicado exclusivamente por un Obispo o un sacerdote (ciertas condiciones aplican para este último).
Los sacerdotes y las personas
A la hora de realizar este sacramento, solo los Obispos pueden llevarlo a cabo, los sacerdotes también bajo condiciones específicas. El deber ser por parte de los encargados de aplicar este sacramento es, informar de forma correcta acerca de las ventajas de recibir este sacramento, también asesorar de forma adecuada para que las personas lo reciban con la mejor disposición posible.
El sujeto a recibir el sacramento de la unción es cualquier fiel devoto que, en consideración de su estado de salud, bien sea por la edad o por alguna enfermedad pide que le sea aplicado. Para recibir este sacramento existen algunas condiciones, por ejemplo, haber sido bautizado, estar totalmente consciente y en uso de sus cinco sentidos, esto a causa de que incluso antes de recibir el sacramento está en posibilidad de cometer pecados, causa por la cual este sacramento no se realiza en niños menores a los siete años.
Existen casos en que, además de tener la intención de recibir la unción, si la persona enferma ya no está en posición para pedirla, pero antes de perder la consciencia la pidió, puede recibir el Sacramento, esto a razón de que antes de perder su conciencia el practico el cristianismo y, por ende, se asume que la desearía, la prueba es que no hay nada que muestre lo contrario.
Se considera que este sacramento no debe ser aplicado si la persona vive constantemente en pecado, es decir, si cuando está en pleno uso de sus facultades sin padecer alguna enfermedad su vida está orientada a actos pecaminosos, tampoco debería ser aplicado si la persona en pleno uso de sus facultades decide que no quiere recibir la unción.
Para recibir la unción no es necesario que la muerte sea inminente, lo único necesario es padecer de alguna enfermedad o tener una edad avanzada, algunos obispos recomiendan que la unción sea recibida antes de una operación la cual conlleve cierto riesgo, como, por ejemplo, el perder la vida de la persona.
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