La Novena a las Benditas Almas del Purgatorio se emplea para que Dios absuelva a los difuntos de los pecados leves que no habían sido perdonados a la hora de su deceso, para lo cual se ofrecen misas, plegarias y dádivas por su eterno reposo. Al aproximarse el día de los devotos difuntos, que la Iglesia celebra cada 2 de noviembre se cuenta con una novena para rogar a Dios por las Almas del Purgatorio.
Indice De Contenido
- 1 Novena a las Benditas Almas del Purgatorio
- 2 Oración Inicial de Cada Día de la Novena a las Benditas Almas
- 3 Consideraciones Diarias para la Novena a las Benditas Almas
- 3.1 Consideraciones para el Día Primero
- 3.2 Consideraciones para el Día Segundo
- 3.3 Consideraciones para el Día Tercero
- 3.4 Consideraciones para el Día Cuarto
- 3.5 Consideraciones para el Día Quinto
- 3.6 Consideraciones para el Día Sexto
- 3.7 Consideraciones para el Día Séptimo
- 3.8 Consideraciones para el Día Octavo
- 3.9 Consideraciones para el Día Noveno
- 4 Oraciones Individuales de la Novena a las Benditas Almas
- 5 Oración Final de Cada Día de la Novena a las Benditas Almas
Novena a las Benditas Almas del Purgatorio
El Catecismo de la Iglesia Católica (1030-1031) indica que los que fallecen en la gracia y en compañía de Dios, pero no totalmente purificados, aunque se encuentran seguros de su perpetua salvación, padecen luego de su deceso una purificación, con la finalidad de lograr la santificación requerida para ingresar en la alegría del cielo.
La Iglesia denomina purgatorio a este proceso de «limpieza» final de los escogidos que es totalmente diferente de la penitencia de los condenados. Igualmente, San Gregorio Magno, Papa y Doctor de la Iglesia, logró enseñar que «si Jesucristo mencionó que hay pecados que no serán perdonados ni en este plano ni en el otro, es indicativo de que hay faltas que sí son dispensadas en el otro mundo”.
Oración Inicial de Cada Día de la Novena a las Benditas Almas
Por el signo de la Bendita Cruz, de nuestros adversarios, libéranos, Señor, Dios nuestro. En nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de Contrición
¡Mi Señor, Jesucristo! Dios y Hombre de verdad, Creador, Padre y Salvador mío; por ser tu el que eres, bondad eterna, y debido a que te adoro antes que nada, me duele profundamente el haberte injuriado; igualmente me duele ya que puedes mortificarme con las penas del infierno. Ayudado de tu divina merced prometo con firmeza jamás de nuevo pecar, revelarme y consumar la pena que se me haya impuesto. Amén.
Oración de Inicio
Mi Señor, Jesucristo, Dios y Hombre de verdad, por ser tu quien eres, y porque te amo por arriba de todas las cosas, sabiendo lo mucho que he faltado por mi culpa, una y un millar de veces, declaro que el haberte ofendido me duele; piedad Dios mío, piedad. Prometo con firmeza la reforma de mi vida, Ayudado de tu divina merced, Amén.
Oración de la Novena a las Benditas Almas
Ángel que me cuida, mi dulce compañero, no me abandones, ni en la noche ni en el día. Hasta que me hagas estar en paz y júbilo, con cada uno de los santos, con Jesús, José y María, Amen.
Oración Propia de la Novena a las Benditas Almas
Padre piadoso, en unidad con la Iglesia Triunfante en el cielo, te ruego seas piadoso de las almas del Purgatorio. Ten presente tu perpetuo amor por ellas y enséñales los eternos méritos de tu adorado Hijo. Consiente liberárles de tristezas y dolores para que prontamente disfruten de paz y felicidad. Dios, Padre divino, te agradezco por el don de persistencia que has otorgado a las almas de los devotos difuntos.
Benévolo Redentor, Jesucristo. Ti, el Rey de reyes en el país de la felicidad. Te imploró que por tu piedad escuches mi oración y liberes las ánimas del Purgatorio, sobre todo, ….. Condúcelas de la cárcel de las penumbras a la claridad y libertad de los hijos del Señor en el Reino de tu gloria. Benévolo Redentor, te agradezco por haber salvado las humildes almas con tu preciada sangre, redimiéndolas de la muerte perpetua.
Dios Espíritu Santo, aviva en mí la llama de tu divino amor. Despierta mi fe y confianza, admite de modo benigno las frases que te brindo por las almas que padecen en el Purgatorio. Quiero destinar las virtudes de esta pasión para ayudar a toda Iglesia Sufriente y en particular por mis finados padres, hermanos, hermanas, benefactores, parientes y amistades. Escucha mi súplica para que podamos juntarnos en el Reino de tu gloria.
Dios Espíritu Santo, te agradezco por todos los favores con que has bendecido, fortificado y consolado a estas benditas ánimas y en particular por confortarlas en los actuales padecimientos con la certidumbre de la felicidad perpetua. Que prontamente se reúnan contigo y escuchen aquellas santas palabras que las invitan al hogar del Cielo: «¡Venid, los Benditos por mi Padre! Posesíonense del Reino que ha sido alistado para ustedes desde el inicio de los tiempos» (Mt 25, 34).
Ofrecimiento para Todos los Días
¡Padre divino! ¡Padre afectuoso! que para redimir las almas quisiste que tu Hijo unigénito, hecho ya hombre, llevase la vida más humilde y sacrificada y dejase su sangre en la cruz por nuestro afecto! ¿Cómo permitirías dejar sufrir por largo tiempo a unas almas en el purgatorio que mucho costaron a Jesucristo y que son tus hijas adoradas? ¿Cómo dejarías que fuese malgastada sangre de tan enorme valor?
Compadézcanse, pues, de estas humildes almas y libérenlas de sus pesares y tormentos. Compadézcanse igualmente de la mía y libérenla del yugo del vicio. Y si tu justicia pide complacencia por las culpas consumadas yo te brindo las obras buenas que realice en este novenario.
¡A!, no tienen valor, es verdad; pero las aúno con los méritos eternos de tu Hijo divino, con el suplicio de su Madre Santísima y con los atributos heroicos de cuantos han estado en la tierra. Véannos a todos, vivos y muertos, con ojos de piedad y hagan que conmemoremos un día sus conmiseraciones en el perpetuo descanso de la gloria.Amén.
Consideraciones Diarias para la Novena a las Benditas Almas
A continuación se presentan las consideraciones para cada uno de los nueve días que conforman la Novena a las Ánimas Benditas del Purgatorio. Se ha de mantener su orden asignado y en lo posible no debe faltar la ejecución de cada ofrecimiento.
Consideraciones para el Día Primero
Cuantiosas son las penas que padecen las benditas ánimas del Purgatorio pero la más grande de ellas se basa en creer que por los pecados que incurrieron en vida ellas mismas han causado sus propios padecimientos.
¡Oh Jesús, Redentor mío!, yo que muchas veces he sido digno del infierno, ¿cuánta pena no sufriría ahora, si me viese castigado a creer que yo mismo había sido el causante de mi condena? Te estoy agradecido por lo paciente que conmigo has sido, dame merced para alejarme de las oportunidades de ofenderte y ten piedad de las almas que padecen en aquel fuego por mi causa.
Mi señor Jesucristo, que deseas que tengamos mucha sutileza de conciencia y santidad completa: te imploramos nos la des a nosotros; y a quienes que por no haberla tenido están bajo purificación en el purgatorio, te sirvas aplicar nuestros votos y sacarlos prontamente de aquellas aflicciones al cielo. Te lo rogamos por la mediación de tú Madre pura y de San José.
Y Tú, ¡Oh María, Madre de Dios! ayúdalas con tus poderosas súplicas. Padrenuestro, Avemaría y Gloria
Consideraciones para el Día Segundo
La segunda tristeza que aflige en alto nivel a estas benditas ánimas es el tiempo que en vida desperdiciaron, en el cual habrían podido obtener mayores virtudes para el cielo, y la idea de que esta pérdida jamás se reparará acabando con la vida el tiempo de ser merecedor.
¡Desdichado de mí, oh Señor, quien por tantos años he existido mereciendo solo los castigos del infierno! Gracias te doy porque aun me das tiempo para reparar el mal que he obrado y el bien que no he hecho. Dame tú ayuda para que lo que me resta en vida, lo utilice solamente en servirte y amarte. Ten piedad de mí y de esas ánimas benditas que se queman en el purgatorio por no haber usado como debían el tiempo que tú les diste para su consagración.
Mi señor Jesucristo, que eres líder de todos tus devotos cristianos que en ti nos conjugamos como integrantes de un misma sustancia que es la Iglesia: te rogamos que seamos más unidos y aun más contigo y que nuestras plegarias y votos de buenas obras sean de provecho para las almas de nuestros hermanos del purgatorio, para que arriben pronto a aunarse a sus hermanos del cielo.
Y Tú, ¡Oh María, Madre de Dios! ayúdalas con tus poderosas súplicas. Padrenuestro, Avemaría y Gloria
Consideraciones para el Día Tercero
Otra de las más grandes penas que acongojan a esas benditas almas es el panorama espantoso de los pecados que están purgando. En la vida actual no se conoce lo poco bello que es el pecado, pero si se llega a conocer en la otra, y este entendimiento es uno de los más potentes dolores que padecen las almas en el Purgatorio.
¡Oh mi Dios!, te amo sobre todas las cosas ya que eres perpetua bondad; me duele con todo mi corazón el haberte injuriado; otórgame la santa persistencia; apiádate de mí y de aquellas santas ánimas martirizadas con el panorama de los pecados que no quisieron eludir y consumaron sin horror.
Mi señor Jesucristo, que a los que pecan condenas con justicia en esta existencia o en la otra: otórganos la merced de jamás pecar y ten piedad de los que, habiendo pecado, no pudieron, por no tener tiempo, o no quisieron, por no tener voluntad y por tener amor del regalo, sentirse satisfechos en ésta vida y están sufriendo ahora sus penas en el purgatorio; y a ellos y a todos condúcelos prontamente a su descanso.
Y Tú, ¡Oh María, Madre de Dios! ayúdalas con tus súplicas poderosas y ruega igualmente por nosotros que estamos aun en riesgo de condenarnos. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Consideraciones para el Día Cuarto
Una de las penas que más acongojan a aquellas ánimas, esposas de Jesucristo, es el creer que en vida, por sus culpas, enfadaron a aquel Dios a quien tanto adoran. Se han observado a penitentes perecer de dolor al creer que habían injuriado un Dios tan bondadoso. Mejor que nosotros conocen las ánimas del purgatorio cuán benévolo es Dios y por lo tanto lo adoran con todas sus fuerzas; por ello, al creer que lo enfadaron en la vida, sufren un dolor más grande que todo otro dolor.
¡Oh mi Dios!, y yo que os insulto tan fácilmente, sin que me conmueva lo mucho que has hecho por mí, ni las penas que me aguardan en el purgatorio; ten piedad de mí y de aquellas santas almas que se queman en ese fuego por el menosprecio que hicieron de los pecados veniales y que ahora te adoran de todo corazón.
Mi señor Jesucristo, que reclamas la penitencia aun de las faltas veniales en este mundo o en el otro: otórganos temor santo de los pecados veniales y en conmiseración de los que, por haberlos consumado, están ahora bajo purificación en el purgatorio y libéralos a ellos y a todos los penitentes de sus penas, conduciéndolos a la gloria eterna.
Y Tú, ¡Oh María, Madre de Dios! protégenos a nosotros para que atinemos a vivir existencia perfecta y ayúdalas a ellas para que calmen sus dolores. Padrenuestro, Avemaría y Gloria
Consideraciones para el Día Quinto
Otra de las importantes penas que entristecen a aquellas benditas ánimas es el padecer aquel fuego sin conocer cuándo finalizaran sus suplicios. Es cierto que tienen la certeza de verse cierto día libre de ellos; pero la duda de que en cuanto tiempo se habrán de terminar, les provoca un severo tormento.
¡Oh mi Dios!, qué desdicha tan grande sería la mía si me hubieses mandado al infierno, a esa celda de suplicios, estando seguro de no salir de ella nunca! Gracias te doy conmigo; perdóname, que quisiera antes perecer que volverte a ofender. Ten piedad de mí y de las benditas ánimas que en la tierra no han tenido bastante miedo de las penas del purgatorio.
Mi señor Jesucristo, que a los que llevan vida placentera, que no pagaron por su pecado o no tuvieron suficiente caridad con el humilde, has de castigar en la otra vida con la pena que aquí no hicieron: danos las virtudes del sacrificio y de la compasión y acepta con misericordia nuestra piedad y votos, para que por ellos arriben prontamente a su reposo eterno.
Y Tú, ¡Oh María, Madre de Dios! ayúdalas con tu poder y acorta el tiempo que las espera de la perpetua posesión de Dios. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Consideraciones para el Día Sexto
Cuanto más grande es el alivio que a aquellas benditas ánimas les ocasiona el recuerdo de la Pasión de Jesucristo, por cuya virtud se redimieron, y del Santísimo Sacramento del Altar, que les otorgó y aún les otorga tantas gracias, mediante misas y comuniones, aun más les mortifica la idea de no haber correspondido en vida a estos dos enormes favores del amor de Jesucristo.
¡Oh mi Dios! Tu que falleciste igualmente por mí, y te has dado en muchas ocasiones a mí en la divina comunión, y yo siempre te he correspondido con negra deslealtad; más ahora te amo por sobre todas las cosas, oh Sumo Bien mío! siento pesar muy de todo corazón de haberte injuriado y con tu merced sugiero la enmienda.
Dámela Señor, y ten piedad de mí y de las almas que se queman en las llamas del purgatorio por la escasa valoración que hicieron de tu lastimosa pasión y por las comuniones incumplidas por descuido, o hechas con indiferencia.
Mi señor Jesucristo, que anhelaste que honrásemos a nuestros progenitores y parientes y diferenciásemos a nuestros amigos: te suplicamos por todas las almas del purgatorio, pero particularmente por los padres, parientes y amigos de cuantos realizamos está novena, para que logren el reposo eterno.
Y Tú, ¡Oh María, Madre de Dios y Madre nuestra! aboga por ellas para que reciban el perdón. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Consideraciones para el Día Séptimo
Se acrecientan igualmente en las penas de aquellas benditas ánimas todos los beneficios individuales que obtuvieron de Dios, como el haber obtenido el bautismo, el haber venido al mundo en país católico, el haberles aguardado Dios a penitencia y lograr el perdón de sus pecados en tantas ocasiones; debido a que todos esos beneficios les hacen comprender mejor la deslealtad con que han correspondido a Dios.
Pero, ¡Mi Dios! ¿quién ha mostrado más ingratitud que yo? Tu me has aguardado con tanta paciencia, me has perdonado en tantas ocasiones con amor, y yo, tras tantas promesas, te he vuelto a injuriar. No me lances al infierno porque te quiero amar y en el infierno no podría lograrlo. Ten lástima de mi alma y compasión de las del purgatorio, que por sus cuantiosas culpas se han hecho menos merecedoras de tu misericordia.
Mi señor Jesucristo, que a los que no se alistan a tiempo para la muerte, obteniendo bien los últimos sacramentos y pudiendo purificarse de los remanentes de la mala vida pretérita, los purificas en el purgatorio con aterradores suplicios: te rogamos, Señor, por los que fallecieron sin prepararse y por todos los demás, suplicándote que les otorgues a todos ellos la gloria y a nosotros obtener bien los últimos sacramentos.
Y Tú, ¡Oh Madre de Compasión! calma con tu poder sus padecimientos. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Consideraciones para el Día Octavo
Otra pena, en sumo amarga para aquellas benditas ánimas, es el creer que en su vida hizo uso Dios con ellas de numerosas misericordias particulares que no tuvo con los demás, y ellas con sus faltas le forzaron a que las sentenciara al infierno, a pesar de que luego por su compasión las haya absuelto y redimido, notándolas arrepentidas.
Obsérvame aquí, ¡Oh Mi Dios!! Yo soy uno de aquellos desleales que tras haber obtenido de ti tantas gracias, he menospreciado tu amor y te he forzado a sentenciarme al infierno. Gracias te doy por la compasión y paciencia que has tenido en aguardarme, estoy arrepentido con toda mi alma de haberte injuriado, y sugiero la enmienda con tu gracia.
Ten piedad de mí y de aquellas benditas almas que habiendo logrado arribar a un alto nivel de perfección en la tierra, ameritan ahora pasar más tiempo en el purgatorio por sus constantes deslealtades los llamados a tu gracia.
Mi señor Jesucristo, que a los que existieron en este mundo con demasiada afición a los posesiones terrenales y abandonados por la gloria, los mantienes alejados del premio, para que se purifiquen de su desinterés en desearlo: aquieta, Señor compasivo, sus anhelos y colma sus deseos, para que disfruten pronto de tu presencia, y a nosotros permítenos amar de tal modo los bienes celestiales, que no ansiemos de manera desordenada los terrenales.
Y Tú, ¡Virgen Lealtísima! aquieta con tu poder sus sufrimientos. Padrenuestro, Avemaría y Gloria
Consideraciones para el Día Noveno
Inmensas son las penas que padecen aquellas santas ánimas: el fuego, el cansancio, las tinieblas, la duda del tiempo en que han de sentirse libres de aquella prisión; pero de todas, la más grande para esas santas esposas, es la de saberse apartadas de su divino Esposo y desprovistas de su vista y presencia.
¡Oh Mi Dios! ¿cómo he podido yo existir tantos años alejado de ti, carente de tu gracia? ¡Oh Bondad Eterna! te adoro por sobre todas las cosas, estoy arrepentido con todo mi corazón de haberte injuriado y quisiera antes fallecer que volverte a ofender. Otórgame la santa persistencia y no permitas que vuelva a caer otra vez en tu desgracia.
Te ruego tengas compasión de las almas del purgatorio, particularmente las de mis progenitores, mis hermanos, mis parientes, mis amigos… y de todos los que por mi corazón y mi conciencia me fuerzan a pedirte con más empeño; que no sea por mi desinterés o por mis culpas por lo que ellas se queden allí apartadas de ti. Acorta el tiempo de su expulsión y acéptalas cuanto antes a la dicha de amarte para siempre en el cielo.
Y tu, ¡Oh Agradable Virgen María, confortante de los afligidos, Madre de nuestro Redentor Jesús y de todos los leales. Tu eres igualmente la Madre de las pobres ánimas que padecen en el purgatorio, yo suplico con fe la enorme bondad de tu Corazón y te imploro abogues con tu divino Hijo, para que por lo meritorio de su santo sacrificio en la cruz, reciban el consuelo y la libertad a la que anhelan. Así sea.
Mi señor Jesucristo, cuyas virtudes son infinitas y cuya bondad es enorme: mira de manera favorable a tus hijos que lloran en el purgatorio deseando la hora de ver tu cara, de obtener tu abrazo, de reposar a tu lado y; viéndolos, compadécete de sus aflicciones y absuelve lo que les falta por pagar de sus culpas.
Nosotros te brindamos nuestras obras y votos, los de tus Santos y Santas; los de tu Madre y tus virtudes; haz que prontamente salgan de su prisión y obtengan de tus manos su libertad y la gloria perpetua.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria
Oraciones Individuales de la Novena a las Benditas Almas
Aquí cada quien hace esfuerzos según su devoción, rogará internamente a Cristo en la cruz lo que espera lograr mediante esta Novena a las Benditas Almas del Purgatorio y de acuerdo a cada caso visto individualmente.
Oración por un Miembro de la Familia
¡Oh Buen Jesús! La aflicción y sufrimiento de los demás estremecía usualmente tu corazón. Observa con compasión las almas de mis queridos familiares del purgatorio. Escucha mi lamento de misericordia por ellos y haz que aquellos a quienes apartaste de nuestras casas y corazones gocen prontamente del reposo eterno en el hogar de tu amor en el cielo.
Oración por los Padres Difuntos
¡Oh Dios! Nos ordenaste respetar a padre y madre. Por tu compasión, ten piedad de mi padre (madre) y no evoques sus pecados. Que yo tenga el poder de observarlo (la) nuevamente en el gozo de perpetuo fulgor. Te lo ruego por Cristo nuestro Señor. Amén.
Oración para las Almas del Purgatorio
(El Señor le platicó a Santa Gertrudis, profeta del Sagrado Corazón de Jesús, que cada vez que orara esta oración, pudiese liberar 1000 ánimas del purgatorio).
Padre perpetuo, yo te brindo la apreciada sangre de tu Divino Hijo Jesús, en conjunción con las Misas conmemoradas hoy día por todo el mundo por todas las benditas almas del purgatorio por todos los penitentes del mundo. Por los pecadores en la iglesia universal, por aquellos en propia casa y en mi familia. Amén.
Oración Final de Cada Día de la Novena a las Benditas Almas
Recibe, Señor Mi Dios, cuantos sacrificios te han ofrendado y ofrece hoy por todo lados tu santa esposa, la santa Iglesia, y te ruego los dediques al consuelo y reposo de las apenadas almas por quienes realizo esta novena. Por los amargos dolores de tu Madre Santísima en el día de tu lastimosa Pasión, otórgale, Señor, refrigerio. Convierte a los penitentes, salva a los moribundos y a mí concédeme la santificación en mi estado y la merced individual que te pido, si es de tu venia. Amén.
Oración de Cierre
¡Acorta, oh Padre Benevolente! las intranquilidades que padecen las almas queridas en el purgatorio. No prolongues, Señor, el fin de sus penas, la sangre del Calvario complazca tu Justicia y sírvete aceptarla en tu Santa Gloria, en la cual nos veamos todos y podamos alabar tus misericordias por la eternidad. Amén.
Oración Final de la Novena a las Benditas Almas
¡Oh Dios! Nuestro Creador y Salvador, con tu poder Cristo venció a la muerte y retornó a Ti glorioso. Que todos tus hijos que nos han antecedido en la fe (particularmente …..) Sean parte de su victoria y gocen para siempre haber visto tu gloria en la cual Cristo existe y reina contigo y el Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Otórgales Señor, el reposo eterno. Alumbre para ellos la luz eterna. Reposen en paz. Amén. María, Madre de Dios, y Madre de compasión, implora por nosotros y por todos los que han fallecido en el seno del Señor. Amén. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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