Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola constituyen una experiencia que transforma, ya que ayudan a reordenar nuestra existencia para ir sintiendo en nuestro interior la invitación que Dios nos hace para vivir a plenitud. Se acostumbra en Semana Santa que ciertos religiosos y sacerdotes practiquen estos ejercicios guiándose por el método diseñado por San Ignacio de Loyola.
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Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola
Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola es un libro que ha sido diseñado para meditar, rezar y para la práctica de ejercicios mentales con un período de realización de 28 a 30 días. El texto cuenta con cerca de 200 páginas y los ejercicios contemplados allí han sido escritos con la idea de incrementar la experiencia particular de la fe católica. San Ignacio los describe en sus propias palabras:
Con este nombre se comprende todo manera de estudiar la conciencia, de reflexionar, de razonar, de considerar; todo forma de alistar y disponer el alma, para suprimir todas las afecciones confusas (afectos, ambiciones, …) con el propósito de buscar y conseguir la voluntad de Dios.
¿Qué son los Ejercicios Espirituales Ignacianos?
Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola constituyen una serie ordenada de reflexiones y contemplaciones que nacen de la honda experiencia espiritual que Ignacio experimente a partir de su transformación, con la finalidad de asistir al que se ejercita en ellos a revelar cuál es la voluntad divina para su vida.
Los Ejercicios Ignacianos datan al Cuaderno de Notas en el que Ignacio reseña sus vivencias espirituales a través de su visita a la localidad de Manresa, en la cual, como esta descrito en su Autobiografía, era tratado por Dios del mismo modo que un maestro de escuela considera a un niño.
Ignacio resuelve escribir este Cuaderno de los Ejercicios Espirituales con el objetivo de colaborar con otros, transmitiéndoles las ideas y sentimientos que a él le habían convertido. Por eso, los proyecta y esboza más bien como una guía orientada, no tanto al que los practica, sino al que los predica.
El propósito de los Ejercicios Espirituales Ignacianos es asistir al ejercitante, ayudar al que los practica, a comprender y apreciar lo que el Señor espera de él, y a anhelar y elegir esto. De manera individual, los Ejercicios Espirituales, son de gran utilidad para la organización de la vida diaria según la Voluntad divina, e inclusive para descubrir a qué Vocación Dios me está convocando, para quienes aún no se han decidido.
Metodología Típica y Estructura de los Ejercicios
De manera ideal los ejercicios fueron creados para ser realizados en un retiro de forma apartada, a través del cual aquellos que los efectuasen no fuesen afectados por distracción alguna. Su diseño igualmente implicaba que la ejecución de los ejercicios seria conducida por un director o guía espiritual (usualmente San Ignacio se refiere a él como «el que asigna los ejercicios»).
El objetivo primordial parece haber sido que se utilizaron como parte del plan de iniciación de la orden. Debido a ello, se consideraron requisito indispensable para el año inicial de noviciado. A posteriori, otros católicos han puesto en práctica los ejercicios.
Como parte de los ejercicios, las indicaciones diarias incluían charlas diversas sobre la naturaleza del mundo, psicología humana como era interpretada por Ignacio y la vinculación del hombre con Dios. A través de cada día de los ejercicios, cualquier integrante de los retiros podría hacer lectura de dos o tres páginas de estas indicaciones, y luego reflexionar acerca de su significancia y cómo podría aplicarlo a su vida particular.
Más adelante le participa a su guía espiritual lo qué significaron para él/ella dichas indicaciones. Una particularidad relevante de los ejercicios es la exigencia de mantener silencio a través de los mismos (al dejar la cama por la mañana, al trajearse, durante las comidas, en los ratos libres, antes de irse a la cama), con excepción del tiempo en que se delibera la reflexión sobre un discurso o algún escrito bíblico, de forma colectiva entre todos los participantes.
Las charlas privadas no se permiten a menos que se hagan con el director espiritual, con escasas excepciones. La razón de esta práctica de silencio es forzar a la persona a efectuar una reflexión acerca de lo que está experimentando en el ejercicio, para que las medite profundamente. A la vivencia de experimentar estas ocasiones de silencio en meditación permanente igualmente se les denomina desiertos.
Pese a que los ejercicios fueron diseñados para ser ejecutados en un mes, hay versiones de menor duración, de 3, 7 o 15 días, las cuales han sido diseñadas para los católicos laicos u otras personas con interés en practicar estos ejercicios.
Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola: Objetivos y Tipos
Los ejercicios espirituales se nos muestran como un horizonte para abandonar los malos hábitos, comprender mejor la propia fe y enriquecer la vida. Para ahondar en el tema, a continuación se explica para qué son útiles los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola.
Los Tres Objetivos de los Ejercicios
- Suprimir mis pecados, particularmente los habituales (“afecciones confusas”);
- Entendimiento interior de Jesús para más adorarle y seguirle;
- Comprender la voluntad divina sobre qué debo realizar en mi vida.
Las Tres Formas de Inquietud Espiritual
Para realizar los ejercicios es necesario que la persona cuente con alguna inquietud del espíritu:
- El anhelo de buscar y conseguir un sentido profundo a la vida más allá de las apariencias;
- El interés por organizar la propia existencia a la luz del encuentro individual con el Señor;
- La voluntad para recorrer nuevos senderos hacia Él, y en definitiva, conseguirle en todas las cosas”,
Adicionalmente se sugiere que “es requerida idoneidad para la interiorización y una atención por el análisis personal en su vida diaria”.
Los Tres Tipos de Ejercicios Espirituales
¿De qué se tratan los ejercicios espirituales? Los Ejercicios son, particularmente, una reunión con Jesús. El gran preceptor de los Ejercicios es Jesús y su mensaje. Se conocen tres tipos de Ejercicios, de acuerdo a su duración, y en orden de relevancia y efectividad:
- Ejercicios de un mes de duración en algún lugar apartado (lo que más recomendó y usó San Ignacio).
- Ejercicios en la vida ordinaria de cinco o seis meses. Para aquellos que no pueden apartarse de su familia o trabajo, y no puedan acudir a un sitio retirado.
- Ejercicios de ocho días o menos en algún sitio apartado.
Todo Está en la Biblia
¿De dónde se originan? “No hay nada de invento en los Ejercicios. Lo que hay se ha tomado de la Biblia, particularmente del Nuevo Testamento, y más específicamente de los Evangelios”. ¿Se requiere de compañía para hacer los Ejercicios? “Un religioso o laico, de gran preparación en la espiritualidad ignaciana. En la antigüedad se le denominaba “director” de Ejercicios. Hoy en día se le nombra “acompañante”. El Director sigue siendo el Espíritu Santo”.
En Todo Amar y Servir
¿Por qué razón una empresa, familia o los integrantes de una organización con objetivos de trascendencia o con una misión social positiva habrían de invertir tiempo en los ejercicios espirituales o los retiros? “Una expresión ignaciana serviría para resumir el resultado de los Ejercicios: ‘En todo adorar y servir.
Por ende, los Ejercicios serían muy apropiados para miembros de organizaciones destinadas primordialmente al bienestar de los otros. Su misión social es muy poderosa y maravillosa. Ha de cambiar las vida hacia los otros”.
¿Alternativas?
¿Hay opciones a los ejercicios espirituales que las personas no religiosas o no practicantes de algún tipo de religión puedan realizar para cambiar vida internamente o aproximarse a una búsqueda de lo trascendental? “Una condición indispensable para el ejercitante es que cuente con fe y creencia cristiana en Dios. No importa si es católico o protestante. Para no creyentes habría que buscar otros medios”.
“Los Ejercicios Espirituales constituyen las mejores opciones para lograr reflexionar, sentir y comprender, para que el hombre consiga beneficio para sí mismo, y para poder madurar y ayudar a muchos más” (Carta de S. Ignacio de Loyola al P. Manuel Miona, 16 de noviembre de 1536) (Huarte 2014: 11)
Enseñanzas Teológicas de los Ejercicios
Lo que se puede extraer de la enseñanza de los ejercicios parece revelar las nociones católicas del siglo XVI, época durante la cual fueron redactados.
Entre tales enseñanzas aparecen el apoyo a la Cruzadas, plegarias a María, total sumisión a sus superiores, una motivación evangelizadora muy intensa, un impetuoso deseo de proteger el cristianismo católico de los ideales de la Reforma Protestante y de la expansión del imperio musulmán que tenían bajo amenaza la existencia y la trascendencia del catolicismo, que se hallaba igualmente en crisis.
Punto de Vista Espiritual de los Ejercicios
Los ejercicios se fundamentan en las experiencias particulares de su autor, sobre todo en las vividas en los diez meses en los que residió en Manresa como un ermitaño. Incorporan apreciaciones sobre la humildad, desprendimiento por el bien de la vida religiosa, meditaciones acerca de la propensión propia de caer en pecado, la perspectiva de que el alma humana está permanentemente orientada en dos direcciones: hacia ser santo o hacia ser pecador.
Coherente con la doctrina católica, los ejercicios hacen muchas alusiones a la convicción de que el fin más elevado del hombre es enaltecer a Dios y no a él mismo. Para este objetivo se facilitan diversas ilustraciones de cómo uno puede dominar el complacer los más ‘bajos’ deseos y al mismo tiempo, cómo se puede hallar un medio para reorientar las energías individuales hacia la consecución del ‘supremo’ propósito de la existencia.
Aplicaciones Modernas de los Ejercicios Espirituales
Aún hoy en día, los Ejercicios espirituales constituyen una parte importante del lapso de adiestramiento del noviciado de la orden católica de los integrantes de la Compañía de Jesús. Sumado a ello, numerosos programas de trabajo jesuitas en todo el planeta brindan retiros al gran público a quienes se destinan los ejercicios.
Sacando provecho de los beneficios de la tecnología actual se han puesto en marcha los denominados Ejercicios en la Vida Cotidiana, los cuales, continuando el punto 192 de los Ejercicios de San Ignacio, se consagran para que la persona pueda realizar sus Ejercicios Espirituales por Internet al tanto que prosigue con su vida diaria.
¿Quién fue San Ignacio de Loyola?
Nacido en Loyola, España, alrededor del 23 de octubre de 1491, con el nombre Ignacio López de Loyola, se desempeñó como militar y posteriormente como religioso. Más adelante en su vida surgió como un dirigente religioso a través de la Contrarreforma. Su dedicación a la Iglesia católica fue caracterizada por su sumisión total al papa.
Fue creador de la Compañía de Jesús, a la cual encabezó e hizo prosperar al punto que llegó a estar integrada por más de un millar de miembros en más de cien establecimientos, en su mayor parte colegios y casas de educación, distribuidas en una docena de provincias al tiempo de su deceso ocurrido en Roma, un 31 de julio de 1556.
Sus Ejercicios espirituales, vieron la luz en 1548, y tuvieron particular influjo en la espiritualidad posterior como instrumento de lucidez. Jesse Lyman Hurlbut, un metodista, estimó a Ignacio de Loyola como una de las figuras más eminentes e influyentes del siglo XVI. Fue canonizado por la Iglesia católica en 1622, y Pío XI lo proclamó patrono de los ejercicios espirituales en 1922.
Para mayo de 1521, contando con treinta años de edad fue herido en la Batalla de Pamplona al defender la ciudad del ejército francés de Enrique II de Navarra. Este suceso tendría determinación en su vida, ya que la lectura de textos religiosos a través de su recuperación lo guiaría a ahondar en la fe católica y a la emulación de los santos.
Planteó en ese tiempo realizar una peregrinación a Jerusalén, para lo cual requería primero ir a Roma, pero previamente haría parada en Montserrat y Manresa, en la cual empezó el desarrollo de sus Ejercicios espirituales, fundamento de su espiritualidad.
Al retornar de Tierra Santa, inició sus estudios y la práctica de la predicación, tomando como base el método de sus Ejercicios. Tales actividades fueron consideradas como sospechosas y fue calificado de heterodoxo e inclusive vino a ser procesado en diferentes oportunidades. Luego de cerrársele las puertas a la predica, resolvió proseguir sus estudios en París, en la cual aprendió filosofía teniendo como acompañantes a Pedro Fabro y Francisco Javier, y demás.
Ignacio y sus colegas terminaron haciendo un voto de pobreza, y comenzaron la Compañía de Jesús, resolviendo luego hacer una peregrinación a Jerusalén, pero este empeño no pudo consumarse y al final optaron por colocarse a la orden del papa. Ignacio fue a Roma en compañía de Pedro Fabro y Diego Laínez, advirtiendo en todo el viaje multiplicidad de sentimientos espirituales y una particular confianza en que el Señor les favorecería en dicha ciudad.
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