En el presente artículo conocerás y aprenderás todo lo relacionado sobre la Novena de Navidad para Niños, donde verás detalladamente toda y cada una de las oraciones que se debe de realizar en dicha novena junto a los más pequeños de la casa, todo esto con el fin de conmemorar en nacimiento de nuestro niño Jesús mientras que a la vez se hace de la navidad una fecha de amistad, esperanza, reconciliación, paz y sobre todo amor.
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La novena de navidad para los niños o también conocida como la novena de los aguinaldos, es una costumbre totalmente católica que se celebra desde hace mucho tiempo la cual está muy ligada con la festividad de la navidad, esta fue arraigada en los países Colombia, Venezuela y Ecuador, es decir, de ahí vienen sus raíces. Esta se trata de una oración a cual es rezada durante un tiempo de nueve días exactos, de allí su nombre como la novena, todo esto previo a empezar la época navideña. Cabe decir que dicha novena es análoga a las Posadas las cuales son celebradas en México y en toda América Central, esto quiere decir que ambas comparten una gran similitud.
Aunque ésta, además de ser una tradición católica más, con el paso de los años se ha convertido en un gran evento social, puesto a que esta hace que todos los miembros de la familia, trabajadores y hasta comunidades completas se reúnan todos los años en un lugar determinado ya sea en iglesias, parques o en sus propios hogares. Dicha novena también puede ir acompañada de una serie de cantos específicamente villancicos, y al culminar es normal que se compartan algunos aperitivos.
El principal propósito que posee la novena de navidad para niños, es hacer una conmemoración especial por el nacimiento del niño Jesús, junto a nuestros seres más queridos y de esta manera mientras que se renueva nuestra fe, también pasamos tiempo en familia, haciendo de la navidad un momento inolvidable y conmemorable con cada año que transcurre.
Dicha novena tuvo sus orígenes por Fray Fernando de Jesús Larrea, un moje franciscano, el cual en el año 1725 se convirtió en un gran predicador tanto en Colombia como en su país de origen Ecuador. Para el año 1743 Fray escribió la primera edición de la Novena de Aguinaldos o Novena para niños en navidad, esto por una petición de la fundadora del Colegio de La Enseñanza doña Clemencia de Jesús Caycedo Vélez todo esto en la ciudad de Bogotá en Colombia. Se imprimieron exactamente 10 ejemplares que salieron a la luz para todo público, esta sufrió una serie de modificaciones pequeñas con el paso de los años pero no afecta en gran medida a la versión original.
La novena de navidad para hacer con los niños o novena de aguinaldo se realiza por 9 días seguidos tal como lo indica su nombre, específicamente des en 16 de diciembre hasta el 24 de diciembre, esto rememorando los meses previos al milagroso nacimiento del niño Jesús. A continuación se indicaran las oraciones a seguir durante cada uno de estos días, desde el día 1 hasta el 9 de forma sencilla de clara.
Oración para todos los días
«Benignísimo Dios de infinita caridad que tanto amasteis a los hombres, que les disteis en vuestro Hijo la mejor prenda de vuestro amor para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio».
«En retorno de él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro Hijo humanado, suplicándolos por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente». Amén
Al culminar se rezan exactamente tres veces la oración del Gloria al Padre.
Día Primero
«En el principio de los tiempos el Verbo reposaba en el seno de su Padre en lo más alto de los cielos; allí era la causa, a la par que el modelo de toda la creación. En esas profundidades de una incalculable eternidad permanecía el Niño de Belén antes de que se dignara bajar a la Tierra y tomara visiblemente posesión de la gruta de Belén. Allí es donde debemos buscar sus principios que jamás han comenzando; de allí debemos datar la genealogía de lo eterno, que no tiene antepasados y contemplar la vida de complacencia infinita que allí llevaba».
«La vida del Verbo eterno en el seno de su Padre era una vida maravillosa y sin embargo, ¡misterio sublime!, busca otra morada, una mansión creada. No era porque en su mansión eterna faltase algo a su infinita felicidad, sino porque su misericordia infinita anhelaba la redención y la salvación del género humano, que sin Él no podría verificarse. El pecado de Adán había ofendido a Dios y esa ofensa infinita no podía ser condonada sino por los méritos del mismo Dios».
«La raza de Adán había desobedecido y merecido un castigo eterno; era pues necesario para salvarla y satisfacer su culpa, que Dios, sin dejar el cielo, tomase la forma del hombre sobre la Tierra y con la obediencia a los designios de su Padre expiase aquella desobediencia, ingratitud y rebeldía».
Era necesario, en las miras de su amor, que tomase la forma, las debilidades e ignorancias sistemáticas del hombre; que creciese para darle crecimiento espiritual; que sufriese, para enseñarle a morir a sus pasiones y a su orgullo. Y por eso el Verbo eterno, ardiendo en deseos de salvar al hombre, resolvió hacerse hombre también y así redimir al culpable».
Día segundo
«El verbo eterno se halla a punto de tomar su naturaleza creada en la santa casa de Nazaret, en donde moraban María y José. Cuando la sombra del decreto divino vino a deslizarse sobre ella, María estaba sola y engolfada en la oración. Pasaba las silenciosas horas de la noche en la unión más estrecha con Dios; y mientras oraba, el Verbo tomó posesión de su morada creada».
«Sin embargo, no llegó inopinadamente: antes de presentarse envió a un mensajero, que fue Arcángel San Gabriel para pedir a María de parte de Dios su consentimiento para la encarnación. El creador no quiso efectuar ese gran misterio sin la aquiescencia de su criatura».
«Aquel momento fue muy solemne: era potestativo en María rehusar… Con qué adorables delicias, con qué inefable complacencia aguardaría la Santísima Trinidad a que María abriese los labios y pronunciase el «sí» que debió ser suave melodía para sus oídos, y con el cual se conformaba su profunda humildad a la omnipotente voluntad divina. La Virgen Inmaculada ha dado su asentimiento. El arcángel ha desaparecidos».
«Dios se ha revestido de una naturaleza creada; la voluntad eterna está cumplida y la creación completa. En las regiones del mundo angélico estalla el júbilo inmenso, pero la Virgen María ni le oía ni le hubiese prestado atención a él. Tenía inclinada la cabeza y su alma estaba sumida en el silencio que se asemejaba al de Dios».
«El Verbo se había hecho carne, y aunque todavía invisible para el mundo, habitaba ya entre los hombres que su inmenso amor había venido a rescatar. No era ya sólo el Verbo eterno; era el Niño Jesús revestido de la apariencia humana, y justificando ya el elogio que de Él han hecho todas las generaciones en llamarle el más hermoso de los hijos de los hombres».
Día Tercero
«Así había comenzado su vida encarnada el Niño Jesús. Consideremos el alma gloriosa y el santo cuerpo que había tomado, adorándolos profundamente. Admirado en el primer lugar en el alma de ese Divino Niño, considerarnos en ella la plenitud de su gracia santificadora; la de su ciencia beatífica, por lo cual desde el primer momento de su vida vio la divina esencia más claramente que todo los ángeles y leyó lo pasado y lo por venir con todos sus arcanos conocimientos».
No supo por adquisición nada que no supiese por infusión desde el primer momento de su ser; pero Él adoptó todas las enfermedades de nuestra naturaleza a que dignamente podía someterse, aun cuando no fuese necesario para la grande obra que debía cumplir. Pidámosle que sus divinas facultades suplan la debilidad de las nuestras y les den nueva energía; que su memoria nos enseñe a recordar sus beneficios, su entendimiento a pensar en Él, su voluntad a no hacer sino lo que Él quiere y en servicio suyo.
«Del alma del Niño Jesús pasemos ahora a su cuerpo, que era un mundo de maravillas, una obra maestra de la mano de Dios. No era, como el nuestro, una traba para el alma; era, por el contrario, un nuevo elemento de santidad. Quiso que fuese pequeño y débil como el de los niños, y sujeto a todas las incomodidades de la infancia, para asemejarse más a nosotros y participar de nuestras humillaciones».
«El Espíritu Santo formó ese cuerpecillo divino con tal delicadeza y tal capacidad de sentir, que pudiese sufrir el exceso para cumplir la grande obre de nuestra redención. La belleza de ese cuerpo divino fue superior a cuanto divino fue superior a cuanto se ha imaginado jamás; la divina sangre que por sus venas empezó a circular desde el momento de la encarnación es la que lava todas las manchas del mundo culpable».
«Pidámosle que lave las nuestra en el sacramento de la penitencia, para que el día de su Navidad nos encuentre purificados, perdonados y dispuestos a recibirle con amor y provecho espiritual».
Día Cuarto
«Desde el seno de su madre comenzó el Niño Jesús a poner en práctica su entera sumisión a Dios, que continuó sin la menor interrupción durante toda su vida. Adoraba a su Eterno Padre, le amaba, se sometía a su voluntad, aceptaba con resignación el estado en que se hallaba conociendo toda su debilidad, toda su humillación, todas sus incomodidades».
«¿Quién de nosotros quisiera retroceder a un estado semejante con el pleno goce de la razón y de la reflexión?, ¿quién pudiera sostener a sabiendas un martirio tan prolongado, tan penoso de todas maneras?. Por ahí entró el Divino Niño en su dolorosa y humilde carrera; así empezó a anonadarse delante de su Padre, a enseñarnos lo que Dios merece por parte de su criatura, a expiar nuestro orgullo, origen de todos nuestros pecados, y hacemos sentir toda la criminalidad y desórdenes del orgullo».
«Deseamos hacer una verdadera oración; empecemos por formarnos de ella una exacta idea contemplando al Niño en el seno de su madre, El Divino Niño ora y ora del modo más excelente. No habla, no medita ni se deshace en tiernos afectos. Su mismo estado, aceptado con la intención de honrar a Dios, es su oración y ese estado expresa altamente todo lo que Dios merece y de qué modo quiere ser adorado por nosotros».
«Unámonos a las oraciones del Niño Dios en el seno de María; unámonos al profundo abatimiento y sea este el primer afecto de nuestro sacrificio a Dios. Démonos a Dios, no para ser algo como lo pretende continuamente nuestra vanidad, sino para ser nada, para quedar eternamente consumidos y anonadados, para renunciar a la estimulación de nosotros mismos, a todo cuidado de nuestra grandeza aunque sea espiritual, a todo movimiento de vanagloria. Desaparezcamos a nuestros propios ojos y que Dios sólo sea todo para nosotros».
Día Quinto
«Ya hemos visto la vida que llevaba el Niño Jesús en el seno de su purísima Madre; veamos hoy toda la vida que llevaba también María durante el mismo espacio de tiempo. Necesidad hoy de que no tengamos en ella si queremos comprender, en cuanto es posible a nuestra limitada capacidad, los sublimes misterios de la encarnación y e l modo como hemos de corresponder a ellos».
«María no cesaba de aspirar por el momento en que gozaría de esa visión beatifica terrestre; la faz de Dios encarnado. Estaba a punto de ver aquella faz humana que debía iluminar el cielo durante toda la eternidad, Iba a leer el amor filial en aquellos mismos ojos cuyos rayos deberían esparcir para siempre la felicidad en millones de elegidos. Iba a ver aquel rostro todos los días, a todas horas, cada instante, durante muchos años».
«Iba a verle en la ignorancia aparente de la infancia, en los encantos particulares de la juventud y en la serenidad reflexiva de la edad madura… Haría todo lo que quisiese de aquella faz divina; podría estrecharla contra la suya con toda la libertad del amor materno; cubrir de besos los labios que deberían pronunciar la sentencia a todos los hombres; contemplarla a su gusto durante su sueño o despierta, hasta que la hubiese aprendido de memoria…¡cuán ardientemente deseaba ese día!».
«Tal era la expectativa de María…era inaudita en sí misma, mas no por eso dejaba de ser el tipo magnífico de toda la vida cristiana. No nos contentemos con admirar a Jesús residiendo en María, sino por esencia, potencia y presencia. Sí, Jesús nace continuamente en nosotros y de nosotros, por las buenas obras que nos hace capaces de cumplir y por nuestra cooperación a la gracia; de manera que el alma del que se halla en gracia es un seno perpetuo de María, un Belén interior sin fin».
«Después de la comunión Jesús habita en nosotros, durante algunos instantes, real y sustancialmente como Dios y como hombre, porque el mismo Niño que estaba en María está también en el Santísimo Sacramento. ¿Qué es todo esto sino una participación de la vida de María durante esos maravillosos meses, y una expectativa llena de delicias como la suya».
Día Sexto
«Jesús había sido concebido en Nazaret, domicilio de José y María, y allí era de creerse que había de nacer, según todas las probabilidades. Más Dios lo tenía dispuesto de otra manera y los profetas habían anunciado que el mesías nacería en Belén de Judá, ciudad de David. Para que se cumpliese esa predicción, Dios se sirvió de un medio que no parecía tener ninguna relación con este objeto, a saber la orden dada por el emperador Augusto, que todos los súbditos del imperio romano se empadronasen en el lugar de donde eran originarios».
» María y José, como descendientes que eran de David, no estaban dispensados de ir a Belén. Ni la situación de la Virgen Santísima ni la necesidad en que estaba José del trabajo diario que les aseguraba la subsistencia, pudo eximirles de este largo y penoso viaje, en la estación más rigurosa e incómoda del año. No ignora Jesús en qué lugar debe nacer e inspira a sus padres que se entreguen a la Providencia, y que de esta manera concurran inconscientemente a la ejecución de los designios».
«Almas interiores, observad este manejo del Divino Niño, porque es el más importante de la vida espiritual; aprended que quien se haya entregado a Dios ya no ha de pertenecerse a sí mismo, ni ha de querer a cada instante sino lo que Dios quiera para él; siguiéndole ciegamente aun en las cosas exteriores, tales como el cambio de lugar donde quiera que le plazca conducirle.
«Ocasión tendréis de observar esta dependencia y fidelidad inviolable en toda la vida de Jesucristo, y este es el punto sobre el cual se han esmerado en imitarle los santos y las almas verdaderamente interiores, renunciando absolutamente a su propia voluntad».
Día Séptimo
«Representémonos el viaje de María y José hacia Belén, llevando consigo, aún no nacido, al Creador del universo hecho hombre. Contemplemos la humanidad y la obediencia de este Divino Niño que aunque de raza judía y habiendo amado durante siglos a su pueblo con una predilección inexplicable, obedece así a un príncipe extranjero que forma el censo de población de su provincia, como si hubiese para El en esa circunstancia algo que le halagase, y quisiese apresurarse a aprovechar la ocasión de hacerse empadronar oficial y auténticamente como súbdito en el momento en el que venía al mundo».
«¿No es extraño que la humillación, que causa tan invencible repugnancia a la criatura, parezca ser la única cosa creada que tenga atractivos para el Creador? ¿No nos enseñará la humildad de Jesús a amar esa hermosa virtud ¡Ah…! que llegue el momento en que aparezca el deseado de las naciones, porque todo clama por este feliz acontecimiento, El mundo, sumido en la oscuridad y el malestar buscando y no encontrando el alivio de sus males, suspira por su Libertador. El anhelo de José, la expectativa de María, son cosa que no puede expresar el lenguaje humano».
«El Padre Eterno se halla, si es lícito emplear esta expresión adorablemente impaciente por dar a su Hijo único al mundo, y verle ocupar su puesto entre las criaturas visibles. El Espíritu Santo arde en deseos de presentar a la luz del día esta santa humanidad tan bella que El mismo ha formado con tan especial y divino esmero, En cuando al Divino Niño, objeto de tantos anhelos, recordemos que hacia nosotros avanza lo mimo que hacia Belén, Apresuremos con nuestro deseo el momento de su llegada; purifiquemos nuestras almas para que sean su mística morada, y nuestro s corazones para que sean su Manis terrenal; que nuestros actos de mortificación desprendimiento «preparen los caminos del Señor y hagan rectos sus senderos».
Día Octavo
«En aquel lugar que había sido antes destinado a los animales, mientras la Virgen parecía dormir sobre aquellas pajas, San José se sentó junto al fuego con la intención de pasar la noche en vela. Contemplando la llama, meditó sobre cómo se encontraría el Niño Dios cuando naciera en aquel establo. Por una parte, tenía ganas de llorar por lo mal que se habían portado los de Belén. Pero por otra parte, como sabía que muchos cambiarían cuando conociesen a Jesús, y se arrepentirían de verdad de su mala vida, también sentía gozo pensando en lo poco que ya faltaba. Luego pensó en sí mismo, como todo le parecía poco para el Hijo de Dios, decidió esperarle repitiéndole muchas veces que lo amaba. Pero pudo más el cansancio y se quedó dormido. Es muy bueno que todas las noches, antes de acostarnos, examinemos cómo nos hemos portado durante el día. Pero para ello hemos de ser valientes y no tener miedo a decirnos la verdad aunque nos cueste. Los que dicen siempre la verdad son los que más agradan a Jesús, que se hizo hombre para decírnosla a todos. Los niños embusteros, aunque sus mentiras no sean muy grandes, se alejan de Jesús y no le quieren. Para borrar todas las mentiras que hemos dicho, en este penúltimo día de la novena, procuremos esperar al Niño Dios repitiéndole muchas veces que lo amamos.»
Día Noveno
«La noche ha cerrado del todo en las campanillas de Belén. Desechados por los hombres, y viéndose sin abrigo, María y José han salido de la inhospitalaria población y se han refugiado en una gruta que se encontraba al pie de la colina. Seguía a la reina de los ángeles el jumento que le había servido de humilde cabalgadura durante el viaje, y en aquélla cueva hallaron un manso buey, dejado allí probablemente por alguno de los caminantes que habían ido a buscar hospedaje en la cuidad».
«El Divino Niño, desconocido por sus criaturas racionales, va a tener que acudir a loas irracionales para que calienten con su tibio aliento la atmósfera helada de esa noche de invierno, y le manifiesten con esto y con su humilde actitud el respeto y la adoración que le había negado Belén., La rojiza linterna que José tiene en la mano ilumina tenuemente ese pobrísimo recinto, ese pesebre lleno de paja que es figura profética de las maravillas del altar, y de la íntima y prodigiosa unión eucarística que Jesús ha de contraer con los hombres. María está en oración en medio de la gruta, y así van pasando silenciosamente las horas de esa noche llena de misterio».
«Pero ha llegado la medianoche, y de repente vemos dentro de ese pesebre, poco antes vacío, al divino Niño esperado, vaticinado, deseado durante cuatro mil años con inefable anhelo. A sus pies se postra su Santísima Madre, en los transportes de una adoración de la cual nada puede dar idea. José también se acerca y le rinde el homenaje con que inaugura su misterioso e imponderable oficio de padre adoptivo del Redentor de los hombres».
«La multitud de ángeles que desciende de los cielos a contemplar esa maravilla sin par , dejan estallar su alegría y hacen vibrar en los aires las armonías de ese Gloria in Excelsis que es el eco de la adoración que se produce en torno del Altísimo, hecha perceptible por un instante a los oídos de la pobre Tierra. Convocados por ellos, vienen en tropel los pastores de la comarca a adorar al recién nacido y presentarle sus humildes ofrendas. Ya brilla en oriente la misteriosa estrella de Jacob, y ya se pone en marcha hacia Belén la caravana espléndida de los Reyes Magos, que dentro de pocos días vendrán a depositar a los pies del Divino Niño el oro, el incienso, y la mirra, que son símbolos de la caridad, la adoración y la mortificación».
«¡Oh adorado Niño! Nosotros también, los que hemos hecho esta novena para prepararnos al día de vuestra Navidad, queremos ofreceros nuestra pobre adoración. ¡No la rechacéis! ¡Ven a nuestras almas, venid a nuestros corazones llenos de amor! Encended en ellos la devoción a vuestra santa infancia, no intermitente y sólo circunscrita al tiempo de vuestra Navidad, sino siempre y en todos los tiempos; devoción que fielmente practicada y celosamente propagada, nos conduzca a la vida eterna, librándonos del pecado y sembrando nosotros todas las virtudes cristianas».
Al culminar cada día de la Novena se le pueden agregar otras oraciones, siendo algunas de las más comunes: Oración a la Santísima Virgen, Oración a San José y la Oración al Divino Niño Jesús. Después de ello, para subir un poco los ánimos y salir de la monotonía, se pueden hacer unos Gozos Navideños los cuales se verán a continuación para finalmente dar como concluido el rezo de la Novena de Navidad para Niños.
«Dulce Jesús mío, mi niño adorado ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!»
«¡Oh, Sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro! ¡Oh, Divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios! Ven a nuestras»…
«¡Oh, Adonai potente que Moisés hablando, de Israel al pueblo diste los mandatos! ¡Ah, ven prontamente para rescatarnos, y que un niño débil muestre fuerte el brazo! Ven a nuestras»…
«¡Oh, raíz sagrada de José que en lo alto presenta al orbe tu fragante nardo! Dulcísimo Niño que has sido llamado Lirio de los valles, Bella flor del campo. Ven a nuestras»…
«¡Llave de David que abre al desterrado las cerradas puertas de regio palacio! ¡Sácanos. Oh Niño con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado! Ven a nuestras»…
«¡Oh, lumbre de Oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu esplendor veamos! Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios. Ven a nuestras»…
«¡Espejo sin mancha, santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano! ¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de niño, da al mísero amparo! Ven a nuestras»…
«¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, De Israel anhelo Pastor del rebaño! ¡Niño que apacientas con suave cayado ya la oveja arisca, ya el cordero manso! Ven a nuestras»…
«¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto bienhechor rocío como riego santo! ¡Ven hermoso Niño, ven Dios humanado! ¡Luce, Dios estrella! ¡Brota, flor del campo! Ven a nuestras»…
«¡Ven, que ya María previene sus brazos, do su niño vean, en tiempo cercanos! ¡Ven, que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario! Ven a nuestras»…
«¡Del débil auxilio, del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado! ¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano! Ven a nuestras»…
«¡Ven ante mis ojos, de ti enamorados! ¡Bese ya tus plantas! ¡Bese ya tus manos! ¡Prosternado en tierra, te tiendo los brazos, y aún más que mis frases, te dice mi llanto! Ven a nuestras»…
«¡Ven Salvador nuestro por quien suspiramos Ven a nuestras almas, Ven, no tardes tanto!»
Es importante mencionar que la realización de la Novena, además de unir a la familia y fortalecer su fe sobre nuestro Dios, también hace que los más pequeños de la casa aprendan y descubran sobre el mundo de Dios, y por ende les comience a interesar mas dicho tema.
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