La Eucaristía ¿En qué Consiste? e Importancia

En el artículo de hoy hablaremos de uno de los momentos más importantes dentro de las tradiciones católicas: el momento de La Eucaristía. Te explicaremos en detalle en qué consiste, su historia y evolución, cómo funciona y muchas cosas más. Te invitamos a continuar leyendo para que te enteres de todo lo que debes saber sobre el Sacramento de la Eucaristía.

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¿Qué es la Eucaristía?

En primer lugar, la palabra eucaristía proviene del griego «eucharistía», que significa la acción de dar gracias. Por otro lado, también se le conoce comúnmente con el nombre de «Santo Sacrificio», «Santísimo Sacramento», «Santos Misterios», «Fracción del Pan», «Cena del Señor», «Santa Cena», entre otros nombres. Aún así, en todos los casos su significado es el mismo; consiste en un momento muy espiritual donde recibimos al cuerpo y la sangre de Cristo por medio del vino y el pan. Esta tradición es utilizada por las iglesias católicas, copta, anglicanas, ortodoxas y algunas variantes de las luterianas.

Pero decir que es solo el cuerpo y la sangre de Cristo es una explicación muy superficial, ya que la eucaristía es una representación de la renovación del sacrificio que hace Jesús por nosotros en la cruz para ayudarnos a purificar nuestros pecados, todo esto a través de la consagración que realiza el sacerdote en el vino y el pan. Aunque hay que destacar que físicamente el padre no realiza un cambio físico real, el cambio se da a nivel simbólico. A esto se le conoce como «El Misterio de la Transubstancia».

En el mismo orden de ideas, aprovechamos para aclarar que al ser un acto simbólico, no hay una regla explícita que obligue a los sacerdotes a utilizar vino y pan siempre para hacer la eucaristía (en el estricto sentido de la palabra), de hecho; «el pan» más utilizado hoy en día es la hostia, que no es pan del modo tradicional como lo conocemos. Lo que importa es que sea un producto similar al pan, que puede o no contener levadura.

A su vez, es importante que no se confunda la misa con la eucaristía. Porque ambas cosas significan algo diferente, la eucaristía es el momento cumbre de la misa donde hacemos la purificación de nuestros pecados. Mientras que la misa, en términos generales se puede entender como la celebración de la palabra de Dios. La consagración del vino y el pan se suele realizar en un altar o mesa de comunión. Después se invita a los participantes de la misa que deseen comulgar a recibir el cuerpo y sangre de Cristo. Al hacerlo, se puede decir que están «recibiendo la eucaristía» o «celebrando la comunión».

Para los Luteranos, el cuerpo y la sangre de Cristo está realmente presente como el vino y el pan, de modo que hablan de una «unión sacramental». En cambio, los cristianos reformados y los anglicanos consideraran que se da una presencia espiritual real de Cristo durante la eucaristía. Otras religiones como la de los cristodelfianos sin embargo, piensan en la eucaristía como una ceremonia que recrea de forma simbólica de la última cena.

Para las iglesias católicas, ortodoxas, coptas y anglicanas la eucaristía es una fuente y culmen de la vida para todo creyente. Es así como se les enseña a los niños a través del catecismo que la eucaristía representa un signo de unidad, siendo un vínculo de caridad por medio del alimento pascual donde se recibe al señor. Todo esto, gracias a que el alma se llena de gracia y es purificada de los pecados cometidos iluminándonos de vida eterna.

La primera eucaristía se dio durante la última cena de Jesús, en la que celebro con sus discípulos la pascua y realizó la consagración del vino y el pan por medio del cáliz. En todo caso, a nivel histórico, la celebración de la eucaristía se inicia antes de la redacción de los evangelios.

Cuando se consagra el vino y el pan también se pide la bendición del espíritu santo y el presbítero dice las palabras de la consagración que dijo Jesucristo en la última cena. Estas palabras son: «Esto es mi cuerpo entregado por vosotros… Este es el cáliz de mi sangre…»

Desde el punto de vista de los fieles y de quienes realizan la comunión, la experiencia de la eucaristía es sumamente personal. A pesar de que es una ceremonia pública oficiada por el padre, cada persona vivencia de manera muy íntima la eucaristía, debido a que es un espacio de encuentro con Jesús y cada quien tiene su forma particular de comunicarse con él. Por esta razón, es imposible generalizar como es la experiencia eucarística. Aún así, todos aquellos que tienen la oportunidad de comulgar obtienen la gracia de dios y por ende, sus corazones se abren dando una mayor apertura a la capacidad de amar, perdonar y hacer el bien.

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De igual forma, el hecho de probar el cuerpo y la sangre de Cristo, otorga fortaleza para afrontar los obstáculos que te aquejan, hacer frente al sufrimiento, multiplicar la esperanza y esparcir la palabra de dios. Por otro lado, el hecho de que la hostia y el vino sean una representación simbólica del cuerpo y la sangre de Cristo, no significa que en los templos e iglesias en todo momento se encuentre consagrada. De modo que se suele utilizar una vela, lámpara o alguna señal luminosa encendida cerca del sagrario para indicar a los fieles que ahí se encuentra la presencia real de Cristo en el sagrario.

Teología de la Eucaristía

Podemos encontrar cinco aspectos generales relacionados con la eucaristía que han sido motivos de reflexión teológica: la institución del sacramento, el uso de la eucaristía como un sacrificio incruento, la eucaristía como un punto de encuentro real con Cristo, el uso de la eucaristía para ejercer la comunión y finalmente, la eucaristía como un medio para alcanzar la gloria en el futuro.

La Institución del Sacramento

Para introducirnos un poco en el tema, resulta interesante conocer que el término eucaristía que proviene del griego (εὐχαριστία) lo podemos encontrar 15 veces dentro del nuevo testamento. Donde la teología católica considera que el sacramento se convirtió en institución luego de que Jesús lo promoviera como un sacramento durante la última cena. De igual forma, los evangelios sinópticos mencionan que el punto más álgido y crucial se realiza al momento de tomar el pan en sus manos, partirlo y distribuirlos a sus discípulos mencionando:

«Tomar y comer, pues este es mi cuerpo, que es entregado a vosotros. De la misma manera toma el cáliz y lo pasa a sus discípulos diciéndoles: tomar y bebe todos de él, ya que esta es mi sangre, sangre que de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por muchos para el perdón de todos los pecados, realizar esto en conmemoración mía«.

Esta frase la podemos encontrar en distintos pasajes de la biblia como Marcos (14:22-25), Lucas (22:19-20), Mateo (26:26-29), entre otros.

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Es importante tener en cuenta que la institución del sacramento se da en los relatos evangélicos en un contexto muy amplio, dando así múltiples interpretaciones y significados según las distintas corrientes teológicas.

Para los evangélicos sinópticos, la institución se formaliza al momento de hacer la cena pascual (la última cena de Jesús con sus discípulos), esto se aprecia por medio de distintos pasajes de la biblia descritos en los evangelios de Mateo (14:17-25), Lucas (22:7-18) o Marcos (14:12-21).

La iglesia católica en cambio, es consciente que la eucaristía ya se encontraba de cierta manera pre establecida en el antiguo testamento, siendo la cena pascual el principal momento de foco. Esta celebración era oficiada principalmente por los judíos que se alimentaban de pan sin levadura, junto con carne de cordero cocinado al fuego con múltiples hierbas amargas. Podemos encontrar evidencias de esta celebración en los textos de: Éxodo (12:1-8), Números (28:16-25) y Levítico (23:5-8).

San Pablo y San Juan Evangelistas mencionan que la muerte de Jesús en la cruz es un momento crucial para la celebración de la pascua. Además, la institución de la eucaristía tiene un fuerte vínculo de pasión que viene dado cuando Jesús menciona que su muerte esta próxima, que será de forma violenta y que ocurrirá para limpiar los pecados del mundo.

A su vez, desprendiéndose del punto anterior, la muerte de Jesús en la cruz también nos habla de la servicialidad mutua, ya que según Juan; durante la última cena Jesús limpio los pies de todos sus discípulos y les encargo la tarea de seguir su ejemplo y esparcir su palabra, indicando «amen como yo los amo».

La Eucaristía como Sacrificio

En la teología católica la eucaristía viene cargada de muchos significados aglomerados en una sola acción, entre ellos está el sacrificio que Jesucristo hizo en la cruz por nosotros. Dicho de otro modo, se puede entender la eucaristía como una ceremonia en memoria de la pascua de Cristo (siendo este uno de tantos significados). Al momento de hacer la liturgia recordamos con admiración todos los acontecimientos y sacrificios realizados por Jesús de manera atemporal.

Esto quiere decir que si bien su muerte ocurrió en el pasado, su sacrificio sigue presente en el futuro y la comunión es una manera de retornar a ese momento y purificar de nuevo nuestros pecados en el presente. De modo que la eucaristía también es un sacrificio, donde volvemos a ofrecer el cuerpo y la sangre de Cristo para la purificación de nuestros pecados.

Este carácter sacrifical de la eucaristía lo podemos apreciar al escuchar las palabras del padre al realizar la consagración: «Este es mi cuerpo que será entregado a ustedes» o «esta copa es la alianza nueva y eterna en mi sangre, que será derramada por vosotros para la remisión de los pecados». Estos fragmentos los podemos encontrar en las citas bíblicas de Lucas (22:19-20).

Es importante entender que el sacrificio que Jesús hace en la cruz es el mismo que se realiza durante la eucaristía. En ambas situaciones Cristo ejerce el rol de sacerdote y víctima a ser ofrecida. La única diferencia se da solo en la manera como se ofrece el sacrificio. Cuando fue crucificado, Cristo se ofreció como cruenta y por sí mismo, mientras que en la misa se ofrece como cruenta, pero la ceremonia es llevada a cabo por los sacerdotes.

A nivel histórico, podemos apreciar como distintos sacerdotes, representantes de la iglesia han hecho alusión al sacrificio de Jesús durante la Eucaristía:

  • San Ignacio de Antioquía: Menciona el aspecto sacrifical que posee la eucaristía por medio de un texto donde también habla sobre el altar. Indicando que este último, es el lugar donde se ofrece como sacrificio el cuerpo de Jesús. Incluso advierte a los fieles de tener cuidado con celebrar más de una eucaristía, ya que esta simboliza el cuerpo del señor Jesucristo y lo correcto es una sola ofrenda de pan, de vino y el uso de un solo altar al mismo tiempo. A su vez, solo debe haber un obispo con los presbíteros y diáconos.
  • San Ambrosio: Entre sus enseñanzas indicaba que al momento de realizar la misa y hacer el sacrificio de Jesús, él era tanto sacrificio como sacerdote. Decía que era difícil entender como Cristo podía sacrificarse por nosotros, pero eso no evitaba que de igual forma lo hiciera por nuestro bienestar espiritual. Por otro lado, su palabra sirve para santificar su sacrificio.
  • San Cipriano: Decía que Cristo fue un sacerdote según la orden de Melquisedec y que el sacerdote durante la misa, al momento de realizar la consagración hace el rol de Jesucristo, ofreciendo ante la iglesia y a los ojos del señor el cuerpo y sangre de Cristo.
  • La Didaché: Indica que entre los textos más relevantes de los padres apostólicos, nos conseguimos con la advertencia: debemos reunirnos durante el día del señor, luego hay que romper el pan, dar gracias y confesar nuestros pecados, para que el sacrificio que estamos realizando sea realmente puro.
  • Tertuliano: Menciona que nuestra participación en la eucaristía debe darse cerca del altar, haciendo la comunión de manera tal que participemos en el sacrificio de Jesús.
  • San Justino Mártir: Para él, la eucaristía representa algo similar al sacrificio que hacían aquellos que se curaban de lepra, donde entregaban una flor de harina. Solo que en este caso el sacrificio realizado es el pan y el cáliz de la eucaristía. Nótese como además de hacer énfasis en el carácter sacrificatorio, acentúa el aspecto sanador o purificador de la eucaristía.
  • San Ireneo de Lyon: Entre sus enseñanzas, destaca que la eucaristía corresponde a la carne y sangre de Cristo, que representan la nueva alianza. Otorgada a los apóstoles y que luego fue pasada a la iglesia para ofrendar a Cristo frente al mundo. Así como lo designo la profecía de Malaquías.

Durante la edad media también encontramos registros sobre el carácter sacrifical de la eucaristía en personas como:

  • Santo Tomás de Aquino: Trabaja de forma activa para dar respuesta a algunas objeciones sobre el carácter sacrifical de la eucaristía, siguiendo los pasos de los padres y mencionando que este acto es una representación simbólica del sacrificio realizado por Cristo en la cruz.
  • Pedro Lombardo: En el libro de Sentencias podemos ver su opinión sobre la eucaristía donde menciona que la consagración que realiza el sacerdote durante la misa es el sacrificio y oblación, dado que es una representación del verdadero sacrificio hecho por Jesús, así como su inmolación en la cruz. Pero aunque Cristo murió por nosotros una sola vez, consiguiendo así su inmolación. De igual forma, también es inmolado todos los días a través del sacramento, ya que este sirve como memoria de lo ocurrido en la cruz.

Reforma Protestante

No podemos hablar de la historia de la eucaristía sin mencionar el impacto e influencia que tuvo la reforma protestante en la doctrina del sacrificio eucarístico. Ya que hasta ese momento, por más de 16 siglos de cristianismo nunca se había realizado un cuestionamiento tan directo.

Martín Lutero menciona que todos nosotros utilizamos la fe como un medio para ser justificados ante dios y no las obras como tal. De esta forma, la misa corresponde una obra humana con el único fin de incrementar la fe. Siguiendo este orden de ideas, el sacrificio de Jesús en la cruz fue uno solo, de modo que durante la misa; al momento de realizar la eucaristía no estamos realizando una ofrenda sacrifical que podamos dar a dios. Por este motivo abolió el canon romano y las misas privadas, quedándose solo con la memoria de la última cena.

Juan Calvino en su libro de Institución de la Religión Cristiana indica que las misas son un sacrificio, pero solo de alabanza y acción de gracias, jamás de propiciación. A su vez, Ulrico Zwinglio dice que debido a que el sacrificio que hace Jesús es uno solo, la misa solo puede ser un recuerdo de su sacrificio y una garantía de la redención que nos brindo el señor.

Hoy en día, muchos protestantes han vuelto a estudiar el tema de la teología del sacrificio eucarístico en distintos documentos hechos por múltiples fuentes (católicos, luteranos, anglicanos, etc.) diversificando las posturas existentes, aunque aún sin llegar a ser común.

Debido a revuelta de la reforma protestante, la iglesia católica realiza el Concilio de Trento, para discutir todos los aspectos de la controversia generada. Entre los puntos a tratar, se habla del carácter sacrifical de la eucaristía en la misa. De esta forma llegan a un consenso general que luego sería aprobado en la sesión número XXIII el 17 de septiembre de 1562. Dicho acuerdo indica que las tradiciones realizadas por la iglesia datan de los sacrosantos evangelios. Siendo implementadas por los apóstoles siguiendo la doctrina del Santo Padre, Jesucristo.

Algunos aspectos que fueron desarrollados y definidos en este concilio son:

  • La misa no es solo una representación, es un sacrificio que se ofrece a dios.
  • Aun así, sigue manteniendo su carácter memorial y simbólico del sacrificio hecho por Jesús en la cruz. De manera que su celebración en la eucaristía permite purificar los pecados del hombre.
  • Tanto el oferente como el ofrecido durante la misa es Jesús, así como lo fue en la crucifixión. Las únicas diferencias son que durante la cruz, lo que se ofreció fue cruento (el derramamiento de sangre de Jesús), mientras que en la misa es incruento (una representación que carece del derramamiento de sangre). Además, que en la misa es el sacerdote quien realiza el ofrecimiento mientras que Jesús se ofreció a sí mismo como ofrenda.
  • Hace falta que el sacrificio sea tangible y visible (pan y vino).
  • La institución de la eucaristía se da por mandato de Jesús, cuando recita la frase de: «Hacer esto en conmemoración mía».

A pesar de esto, el aspecto sacrifical de la eucaristía se vuelto a poner en discusión en distintas ocasiones a manos de múltiples personas, entre ellos podemos destacar a:

  • El papa Pío XII: Aborda el tema mencionándolo en su Encíclica Mediator Dej, donde habla de la doctrina tridentina del sacrificio eucarístico describiendo su institución, el hecho de que sea un acto de renovación verdadera del sacrificio hecho por Jesús en la cruz. Donde destaca el papel del sacerdote que se diferencia de Jesús al ser la víctima y en la forma como se realiza el ofrecimiento (cruento vs incruento). También destaca el valor universal del sacrificio divino y los objetivos del sacrificio hecho en la cruz y del eucarístico: alabar a dios, la acción de gracias, la purificación de nuestros pecados y la impetración otorgada junto con la bendición de dios. Por último, aborda la distinción entre los fieles y el sacerdote, donde unos reciben el bautismo y los otros una preparación de sacerdocio ministerial conferido por el sacramento del Orden Sagrado.

  • Más adelante, podemos encontrar en el Concilio Vaticano II, en la Constitución Sacrosanctum Concilium que dice: fue durante la última cena, cuando el señor Jesús fue traicionado que instituyo el sacrificio eucarístico por medio de su cuerpo y sangre. Él cual debe durar a través de los siglos hasta su regreso, usando la iglesia como un medio para perpetuar su memoria, muerte y resurrección. De esta forma, el sacramento sirve como un símbolo de piedad, unidad, vínculo de caridad y celebración pascual, donde nos alimentamos del cuerpo de Cristo y llenamos el alma de gracia.
  • El papa San Pablo VI también realizó varios documentos hablando sobre el tema:
    • En su Encíclica Mysteium Fidei destaca la ofrenda hecha en la iglesia como una parte del sacrificio. Ya que la iglesia funge como sacerdote y víctima junto con Cristo, indiferentemente de si se da en una celebración pública o privada. Ya que cada misa es una acción donde se ofrece en sacrificio universal de Cristo, para conseguir la salvación del mundo y no solo de unos pocos.
    • Luego escribe el Credo del Pueblo de Dios donde indica que la misa siempre debe ser celebrada por un sacerdote como un representante de Cristo en la tierra, consiguiendo la capacidad de oficiar esta celebración gracias al Sacramento de la Orden. Además, el sacrificio que de hace corresponde al del calvario, estando presente en el altar.
  • El papa San Juan Pablo II redacta su Encíclica Ecclesia de Eucharistia donde habla sobre la eucaristía diciendo que no solo evoca su muerte y pasión, sino que sacramentalmente representa su sacrificio en la cruz, la cual es perpetua por los siglos.

Para finalizar este punto, resumiremos todos los elementos abordados por el transcurso de los años por el catecismo de la iglesia católica:

La eucaristía es el punto focal de la misa y la iglesia, ya que; es donde Cristo relaciona su iglesia y todos sus seguidores con su sacrificio en la cruz a los ojos de su padre. De esta forma, permite esparcir sus alabanzas y acción de gracias para la salvación de los pecados del mundo. A su vez, la eucaristía sirve para celebrar la pascua de Cristo, que es la obra de salvación que realizo mientras estaba vivo. Obra que se hace presente desde la liturgia.

Cristo es el primer y sumo sacerdote de la nueva alianza, quien se ofrece como sacrificio eucarístico a través del vino y el pan en representación de su cuerpo y alma. Detrás de él, están los presbíteros que solo después de conseguir su orden, estarán en la capacidad de presidir la eucaristía y hacer la consagración del vino y el pan para que sean convertidos en el cuerpo y sangre de Cristo.

Respecto al sacrificio, la eucaristía se utiliza como medio para reparar los pecados cometidos por los vivos y los difuntos, así como para conseguir las gracias y bendiciones de Dios que permitan obtener beneficios espirituales o temporales. Para todos aquellos que participen en el santo sacrificio se vincularan con su corazón y obtendrán la fuerza de continuar con la peregrinación que es la vida. También nos permite solicitar la vida eterna y unirnos a la iglesia del cielo, a la Santa Virgen María y a todos los santos.

El padre Benedicto XVI a través de su exhortación apostólica Sacramentum Caritatis nos dice que al hacer la institución del sacramento de la eucaristía, Cristo nos invita a participar en su sacrificio hecho en la cruz, así como en su resurrección. De igual forma, se nos muestra como el verdadero cordero inmolado designado por el Padre desde el inicio del mundo. Así lo podemos apreciar en la lectura de la primera carta de San Pedro.

Jesús por medio de su muerte y resurrección se convierte en un factor renovador de la historia y de todo el universo. Donde la institución de la eucaristía nos muestra como su muerte, que a pesar de ser violenta y absurda, se convierte en la máxima expresión de amor al prójimo. Liberando de manera definitiva el mal en el mundo.

La Eucaristía como Presencia Real

Tanto la iglesia católica, como la ortodoxa y la copta mencionan que el pan y el vino al ser consagrados se convierten en el cuerpo y sangre de Cristo (respectivamente), a pesar de que estos alimentos utilizados continúan manteniendo sus características físicas (olor, color, sabor, textura, etc.). A este tipo de transformaciones se les conoce como conversión transubstancial. Para los católicos, luego de la consagración; estamos en frente a Cristo en su totalidad, tanto en cuerpo, espíritu y toda su divinidad. En una forma verdadera, real y sustancial.

De esta forma se considera que la eucaristía es Cristo en sí mismo. Donde a diferencia de otros sacramentos que buscan santificar, acá nos encontramos con el autor de la santidad. Esto se cumple siempre y cuando tengamos al frente el pan y el vino consagrado. A su vez, su presencia la encontramos en cada una de sus partes, lo que permite dividir o fraccionar el pan sin dividir la presencia de Cristo. Esta es la razón por la que los sacerdotes suelen consagrar el pan y la hostia en su totalidad, para luego distribuirla entre aquellos que van a comulgar dividiendo en la cantidad de partes que sea necesario.

Por otro lado, las iglesias de comunión Anglicana mencionan que el vino y el pan luego de estar consagrados, se convierten en el cuerpo y sangre de Cristo. Diciendo que no hace falta que ocurra un cambio físico en las substancias, eso que al final es como dice Jesús: «Este pan es mi cuerpo» y «Este vino es mi sangre». Por esa razón se habla de Jesucristo sacramentado, porque es la presencia real de Jesús en el altar.

La iglesia Luterana sostiene en cambio la teoría de la consustanciación, donde el sacramento del cuerpo y sangre de Jesús subsiste en conjunto con los elementos del vino y el pan. En cambio, muchas de las iglesias reformadas (bien sean bautistas, pentecostales, entre otras) consideran que el vino y el pan el pan no cambian ni sufren transformación alguna. De modo que la eucaristía es solo una rememoración de la última cena.

Para profundizar un poco más sobre este tema, te mencionamos la postura y opinión de algunos padres que han participado en la iglesia católica con el pasar de los años:

  • San Ireneo de Lyon: Él menciona que una vez que el pan ha sido consagrado, ya no debe mencionarse o tratarse como pan, pues ya ha dejado de serlo. A pesar de que terrenalmente sigue constituido como pan, ahora posee gracias a la eucaristía un componente celestial. De esta forma, al alimentarnos de él, lo hacemos del cuerpo del señor Jesús; que nos transforma, haciendo nuestros cuerpos incorruptibles, posibilitando la esperanza de la resurrección eterna.
  • San Juan Crisóstomo: Este padre dice que muchos fieles sienten el deseo de contactar con Jesús, poder hablar con él, verlo y tocarlo. Pues bien, la eucaristía es el medio por el cual puedes llegar a hacer todo esto, e incluso más, ya que también podrás comerlo y recibirlo en tu corazón.
  • San Ignacio de Antioquía: Este padre comunica sus ideas sobre la fe a través de múltiples cartas que escribe a distintas comunidades cristianas cuando se dirige a su martirio. Por ejemplo, cuando le escribe a los docetas, que no reconocen la eucaristía como el cuerpo y la sangre de Jesucristo, les menciona que él es nuestro salvador, quien sufrió por nuestros pecados y es el padre resucitado. Luego los insta a realizar la eucaristía ya que así podrán servirse de la carne de Jesús hecho pan y de su sangre hecho vino.
  • San Justino: Este padre escribe su Apología Primera donde refleja su opinión sobre la eucaristía. Diciendo que no es obligatorio participar en ella menos que se tenga fe en que las enseñanzas que se transmiten son verdaderas, que se entienda el acto de la comunión sirve para la remisión de los pecados y la regeneración y que se viva bajo las doctrinas inculcadas por Cristo. Si cumples con esto, al momento de recibir el vino y el pan no lo verás como tal, sino como lo que es. A Jesucristo nuestro salvador, que se sacrifico por la palabra de dios. Esto queda constatado al leer las palabras de Cristo que han sido transmitidas en los distintos evangelios de sus apóstoles, por mandato de Jesús.
  • San Ambrosio: Al momento de recibir el vino y el pan debemos estar persuadidos de que los alimentos que tenemos al frente no son los que la naturaleza produjo, ya ahora son los que la bendición ha consagrado. Debemos ser capaces de entender que ese momento la fuerza de la bendición supera a la fuerza de la naturaleza. Además, no podemos olvidar que la palabra de Cristo es capaz de hacer de la nada algo.

Como podemos ver, las opiniones de todos estos padres es similar entre sí, donde todos mencionan que la palabra de Cristo, la acción del espíritu santo y la fe de la iglesia son suficientes para hacer la conversión del pan y del vino en el cuerpo y sangre del señor Jesús.

Durante la edad media, hubo una mayor influencia en cuanto a la reflexión de la presencia de Cristo en la eucaristía debido al impacto de la escolástica. Esto provoco tendencias al realismo excesivo de tipo físico. Se comenzó a hablar de que era necesario que la carne de Cristo fuera la misma que tuvo luego de su encarnación, mientras que la misa debía ser considerada como un caso de antropofagia querida por dios. A todos aquellos que seguían esta línea de pensamiento se les llamaba «Cafarnaitas».

Por otro lado, comenzó a surgir una teología enfocada en el símbolo sacramental que distinguía entre la presencia del cuerpo y la sangre de Cristo luego de su encarnación y la forma como se daba su presencia sacramental. Berengario de Tours, una de las figuras que apoyaba este movimiento hizo un énfasis extremo en el simbolismo, provocando que la iglesia católica en distintos sínodos condenará esta postura, presionando a sus seguidores a seguir caminos de la fe que diferían 180 grados.

Para el siglo XIII y gracias a la postura filosófica aristotélica, se comienza a dar una reflexión teológica más equilibrada. Siendo uno de los principales responsables, Santo Tomás de Aquino quien aboga por una presencia real y sacramental de Cristo en la eucaristía. Su punto de foco se centra en la diferencia entre la sustancia y accidentes, siendo quien desarrolla la teología de la transubstanciación en la tercera parte de su obra «Summa Theologiae», específicamente en las cuestiones 75 a la 77.

Su abordaje sobre el tema se da de manera espiritual y teológica, con lirismo en los himnos. Siendo muy probable que su composición haya sido desarrollada para ser empleada en la misa del Corpus Christi. Festividad que fue instituida por el papa Urbano IV luego del milagro de Bolsena.

Durante el Concilio IV de Letrán, se consagra la terminología escolástica. De modo que la postura frente a la eucaristía es que Jesucristo es sacramentado en el altar en su cuerpo y sangre por medio del vino y el pan, para luego ser transustanciados por voluntad divina de dios. A su vez, durante el II Concilio de Lyon se respalda esta postura al indicar que el sacramento eucarístico se consagra de pan ázimo la misma iglesia Romana, donde el pan es transustanciado realmente por el cuerpo, mientras que el vino se convierte en la sangre de Jesucristo.

A diferencia de Tomás de Aquino, John Wyclif se opone a esa teoría de la transubstanciación, ya que no acepta la idea de la desaparición de la sustancia del pan y del vino, así como tampoco la permanencia de los accidentes sin sujeto de inhesión. En cambio, él habla de la presencia de Jesús en la eucaristía como algo sacramental o virtual. Aunque sus postulados fueron condenados luego por los Concilios locales de Canterbury, Oxford y Londres  en el año de 1382. Para luego ser ratificados durante el Concilio Ecuménico de Constanza.

Todos aquellos reformadores, coincidieron en la postura de que Cristo no permanece en el pan ni el vino al momento de ser consagrados durante la misa. Por esta razón, no hay necesidad de adorarlo por ese medio ni tampoco de ser guardados como lo hacen los católicos. Aún así, entre las distintas corrientes reformistas se mantuvieron algunas diferencias significativas entre ellas:

Para los Luteranos, no era concebible la idea de la transustancia, ya que la describían como una sofisticada especulación. Ellos consideran que el pan y el vino nunca deja de ser lo que son: pan y vino. En cambio, el cuerpo y la sangre de Cristo se encuentra juntamente con ellos. A esta postura se le conoce con el nombre de Teoría Consustanciación o como Impanación. Por otro lado, Karlstadt, Zuinglio y Ecolampadio consideran que la presencia de Jesús es sencillamente simbólica.

Calvino habla de la «Virtus Spiritualis», negando transustancia pero admitiendo que se da cierta presencia durante la celebración de la misa, aunque esta está más vinculada con la fe de los fieles.

Los Anabautistas mencionan que la presencia de Jesús no se da por medio de la transubstanciación, por el contrario; el cuerpo de Cristo corresponde a la comunidad cristiana que comparte el alimento. Además, es su sangre en la medida que cada integrante de la comunidad ame como Jesús no ama, al punto de dar su vida por los demás. De esta forma, el vino y el pan que se reparte durante la celebración, consiste en un símbolo de unión comunitaria, haciendo que todo el grupo converja como un solo cuerpo, que en este caso es el de Jesús.

Tiempo después volvería a abordarse el tema de si la presencia de Cristo era real durante la eucaristía, en la sesión número XIII del Concilio de Trento en el año de 1551. La razón de este Concilio, era presentar de manera detallada la doctrina católica buscando refutar las proposiciones hechas por las corrientes reformistas. Ahí, personajes como Ecolampadio y Zuinglio argumentan que la presencia de Cristo durante el sacramento no es un signo, ni una figura (como afirmaban los reformistas), mientras otros como Calvino agregan que tampoco es virtual. Más bien, durante el sacramento de la eucaristía nos encontramos en presencia real, verdadera y sustancialmente del cuerpo y sangre de Cristo, impregnado de su alma y divinidad. Es decir; con Cristo entero.

En ese momento se aprueba el decreto de la Santísima Eucaristía. Donde se llega al consenso de que la presencia de Jesús es natural y sacramental. No se puede olvidar que el mismo Jesús, nos ofreció su cuerpo y alma durante la última cena luego de bendecir el vino y el pan y encargar a los apóstoles que continuaran esparciendo sus palabras. Con esto queda bastante explicito que la eucaristía no se trata de algo super-realismo o de simbolismo espiritual.

Por otro lado, en este concilio también se define la presencia de cada una de las dos especies (para argumentar contra los reformistas que defendían la comunión bajo dichas especies). A su vez, se establece el carácter permanente de la presencia de Jesús para aquellos que la negaban fuera de la comunión. De esta forma de consolida el término de transustanciación para hacer frente a todos los reformistas que hasta ese momento negaban la veracidad del término y su significado. Por último, se abordan las consecuencias prácticas que muchas corrientes reformistas habían implementado, como el culto de adoración eucarístico, la práctica de la eucaristía para atender a los enfermos fuera de la celebración de la misa y la reserva de la eucaristía luego de que culminara la misa.

Un poco más cerca a actualidad, en el magisterio reciente, el papa Pío XII en su Encíclica Mediator Dei vuelve a afirmar que la presencia de Cristo durante la Eucaristía es real y que debemos hacer el respectivo culto eucarístico. Luego, en la Encíclica Humani Generis condena a todas las posturas teológicas que describen la presencia de Cristo en la eucaristía como simbólica.

Durante el Concilio Vaticano II, José Aldazábal menciona como han variado los tiempos empleados por los representantes de la iglesia católica para tratar el tema de la eucaristía, ya que durante este concilio no se dedico ningún documento, tan solo un capítulo en la Constitución Sacrosanctum Concilium. En cambio, durante el Concilio de Trento se abarco tres sesiones exclusivamente para abordar el tema de la eucaristía. Aun así, este concilio de Vaticano II resulta interesante, ya que todo en el hace alusión a la eucaristía como el centro del ministerio eclesial.

De igual forma, este concilio permite tener una visión general y unificada de todas las aristas del sacramento. Un ejemplo de esto es que la presencia real de Jesús, así como su culto que era el foco de atención, dejaba de lado la celebración de la comunión de los fieles. Por otro lado, el carácter sacrifical se desligaba un poco del aspecto memorial de la eucaristía. Marcando una separación pronunciada hasta este momento.

El papa Pablo VI en su Encíclica Mysterium Fidei volvió a proponer que se utilizaran los principios de la teología tridentina, a su vez; afirmó las distintas maneras en la que nos podemos encontrar con Cristo en la iglesia, siendo la eucaristía en método por excelencia. De igual forma, mientras se llevaba a cabo el Credo del Pueblo de Dios menciona que el vino y el pan dejan de ser estos alimentos luego de que se hace la consagración, ya que pasa a ser el cuerpo y la sangre de Jesucristo, transformado en alimento para unirnos en la unidad de su cuerpo místico.

Es importante aclarar que dentro del catecismo de la iglesia católica, podemos encontrar distintas formas de encuentro con Cristo en la iglesia, pero esto no significa que solo la que ocurre por medio de la eucaristía es la real mientras las demás son irreales o de menor importancia. En todos los casos es singular y real, lo que ocurre; es que el encuentro que se da con Cristo a través de la eucaristía es el método por excelencia. La vía principal que Jesús menciona durante la última cena para conectar con él. De esta forma, cuando se da la presencia eucarística con Cristo al momento de la consagración, perdura todo el tiempo que subsistan las especies eucarísticas.

El papa Juan Pablo II en la Encíclica Ecclesia de Eucharistia destaca como la iglesia vive de la eucaristía. Siendo este momento la síntesis del núcleo del misterio de la iglesia, que no se da de forma aislada, sino que se vive de manera continua y frecuente de distintas formas para cumplir la promesa que el señor nos hizo de acompañarnos y ayudarnos todos los días de nuestras vidas.

Para finalizar este punto, el padre Benedicto XVI nos hace una invitación apostólica al inicio del Sacramentum Caritatis. Donde nos relata como la eucaristía en sí misma es el don que Jesucristo nos dejo y que sirve como una prueba del infinito amor que dios tiene por cada uno de nosotros. Gracias a este admirable sacramento, se nos revela el amor que impulsa a dar la vida por ayudar a los demás, al prójimo. Pero no solo esto, también nos enseña lo humilde y misericordioso que es Jesús.

La Eucaristía como Comunión

Un aspecto importante de la eucaristía es la comunión, que proviene del latín «communĭo» y hace referencia a participar en lo común. Joan M. Canals menciona que la reforma litúrgica que se realiza en el Concilio Vaticano II vuelve a dar participación activa de los fieles en la comunión, además; menciona que la oración hecha luego de la comunión es una plegaria que se realiza acompañado de Cristo (literalmente, con Jesús a nuestro lado).

Entre las distintas enseñanzas de la iglesia católica, se enseña que la iglesia es la comunión de los santos. Entendiéndose como «santos», todas las cosas santas. Siendo la eucaristía la primera de ellas. Por otro lado, el momento de comunión también sirve como punto de unidad para todos los creyentes que participan, ya que todos se convierten en el cuerpo de Cristo. Específicamente, en un solo cuerpo del señor Jesús.

Desde el punto de vista histórico, los primeros registros de comunión luego de la muerte de Jesús datan a la primera comunidad cristiana, que se puede apreciar en los Hechos de los Apóstoles. Ahí se realizaba la celebración de la división del pan en conjunto con la comunión y la condivisión de los bienes. Es decir, las personas en estos primeros encuentros se reunían con los apóstoles para celebrar la palabra de dios, la repartición del pan, todos compartían en unidad y oración, además de utilizar el encuentro como una zona para intercambiar bienes y servicios según las necesidades de cada uno, en algunos casos se ayudaban y repartían el dinero mientras en otras realizaban transacciones mercantiles (venta y compra de bienes).

A su vez, también se realizaban celebraciones más íntimas a diario en los templos, donde partían el pan es sus casas, compartían y vivían en sencillez y alegría. Se alababa a dios y él les retribuía con amor, protección y otorgándoles la salvación eterna.

Durante la época patrística también vemos vestigios de la relación que se da entre la eucaristía y la unión de la comunidad cristiana. Donde se comienza a apreciar una celebración con mayores similitudes a las eucaristías de hoy en día. San Ignacio de Antioquía dice al respecto, que debemos aprovechar del fruto de la eucaristía para servirnos del cuerpo y la sangre de Jesucristo que encontramos en el altar, y que es ofrecido a través del obispo, los presbíteros y diáconos. Todo esto con la finalidad de seguir el mandato de Jesús. Como se puede apreciar, todos estos elementos se relacionan para formar una unidad.

Por otro lado, Santo Tomás de Aquino destaca que la gracia de la eucaristía es la unidad del cuerpo místico, que junta comunión con Cristo y entre nosotros; generando la unidad de todos los cristianos. Para cerrar este punto, a modo de síntesis, el catecismo de la iglesia católica destaca que por medio de la comunión podemos conseguir:

  • Una mayor unión con el señor Jesús.
  • Conseguir la unidad con el cuerpo místico. Ya que la eucaristía la realiza la iglesia y quienes la reciben se vinculan con mayor intensidad con Cristo. De esta forma, Jesús une a todos aquellos que realizan la comunión en una sola entidad que es la iglesia.
  • Ejercer la comunión nos permite entrañar un compromiso que favorece a los pobres.

Teología de la Liberación

La teología de la liberación destaca las ambivalencias que se dan al momento de realizar la eucaristía, por un lado tenemos estos aspectos negativos asociados al contexto de persecución y muerte que sufrió Jesús durante y después de la última cena. Mientras que también se aprecia la alegría por la nueva alianza y la salvación. Para muchos fieles, estos aspectos negativos pueden ser un impedimento a la hora de realizar la comunión, ya que; al enfocarse en ellos se ven limitados para relacionarse con Jesús y se anclan en los sentimientos de tristeza, culpa y desesperanza.

Pero realmente la comunión no debe verse limitado por este conflicto. Es más, el mismo Jesús nos menciona cual es el camino que debemos seguir: el del amor. Pues es el amor el que nos permitirá superar estas dolencias. No debemos olvidar que la última cena sirve como un punto de reconciliación con los demás, con Jesús y con uno mismo; y la eucaristía no es más que una celebración de la última cena. Por este motivo, no debemos dejar que nos manipulen para expresar una reconciliación inexistente.

Eucaristía como Prenda de la Gloria Futura

Otro aspecto importante de la eucaristía, es que funciona como un medio para alcanzar la gloria eterna. Esto lo podemos visualizar en el evangelio de San Juan (6:54-56): «El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día».

Acá Cristo nos promete la vida eterna para todos aquellos que reciban el sagrado sacramento. También podemos encontrar pruebas de la vida eterna en una antigua oración que dice lo siguiente: «¡Oh sagrado banquete, en que Cristo es nuestra comida; se celebra el memorial de su pasión; el alma se llena de gracia, y se nos da la prenda de la gloria futura!»

De nuevo podemos apreciar como Jesús nos invita a participar de la eucaristía y en agradecimiento, nos favorecerá con la vida eterna. Pero realizando un análisis más profundo, podemos observar como la oración posee tres instantes de tiempo con tres perspectivas bien diferenciadas: el pasado, donde se hace referencia al memoria de su pasión; el presente, donde por medio de la comunión nos llenamos de gracia; el futuro, donde se nos otorgará la gloria futura o vida eterna.

Podemos apreciar las palabras de Josep M. Rovira Belloso quien dice que el poder de la eucaristía se da cuando somos capaces de anticiparnos a la presencia de Jesucristo. Para que esto ocurra, el sacramento debe estar arraigado en Cristo. Por lo tanto, la eucaristía es una anticipación de lo que nos encontraremos después de la muerte; de la plenitud divina que nos fue ofrecida por el padre para aquellos que esperamos con fe. Termina siendo el advenimiento incoado de esa plenitud.

El catecismo de la iglesia católica nos enseña que la eucaristía es un momento de encuentro con Jesús, que se encuentra siempre al lado de nosotros acompañándonos, aunque su presencia suele ser normalmente velada. Por este motivo hacemos la celebración de la eucaristía. Dentro de las oraciones y textos católicos podemos encontrar muchas frases que hacen referencia a la vida eterna que nos será otorgada por dios, algunos ejemplos son: mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro salvador Jesucristo; De esta gran esperanza, la de los cielos nuevos y la tierra nueva en la que habitará la justicia; etc.

Elementos de la Eucaristía

A continuación, procederemos a explicar los distintos elementos que forman la eucaristía: la materia que se utiliza, la manera en que se realiza, la persona que lleva a cabo la ceremonia y los participantes de dicha ceremonia.

La Materia

Los elementos de la materia utilizados en la celebración de la eucaristía son el vino de vid y el pan de trigo. Aunque en la Instrucción General del Misal Romano se menciona que en la celebración latina se utiliza también el pan de ácimo sin fermentar. El cual debe haber sido producido recientemente. Los orientales sin embargo, utilizan tanto pan fermentado como pan sin fermentar. Esta variante no afecta en nada la celebración y posee la aprobación del vaticano.

Para aquellas personas que sufren de la enfermedad celíaca (reacción inmunológica ante la ingesta de gluten), la iglesia elabora hostias con una cantidad mínima de gluten que permita hacer la panificación, sin la necesidad de agregarle sustancias extrañas ni hacer uso de procedimiento de elaboración que terminen desnaturalizando el pan. Aun así; si hay personas incapaces de tolerar niveles tan bajo de gluten, se les permite realizar la comunión solo con la ingesta del vino.

Para el caso de los sacerdotes que no toleran el gluten la situación cambia un poco. Si no poseen tolerancia al gluten, se les permite realizar la comunión solo con el vino, aunque no pueden realizar una celebración de forma individual, solo concelebrar acompañado de otros sacerdotes. Es decir, no podrán llevar a cabo una celebración de misa. En cuanto al vino que se utiliza en la eucaristía, este debe ser de tipo Vid. Siempre en estado natural y puro, es decir; no puede estar mezclado con otras sustancias, aunque se permite diluirlo con un poco de agua. En este caso, es gracias a un fragmento bíblico de la época de la crucifixión de Jesús que dice que luego de haber sido atravesado por la lanza, de su costado salió agua y sangre.

En caso de que el sacerdote no pueda ingerir vino por motivos de salud, ni siquiera en pequeñas cantidades, se le permite que remplace esta bebida por «mosto», que es un jugo (zumo) de uva que puede estar fresco o conservado. Lo importante en estos casos, es que la fermentación del jugo haya sido realizada con procedimientos que no alteren su naturaleza, como lo hace por ejemplo; el congelamiento.

Forma

Dentro de las creencias católicas el pan luego de ser consagrado se convierte en el cuerpo de Cristo, mientras que el vino se transforma en su sangre. Durante esta ceremonia de consagración, el sacerdote describe la escena de la institución del sacramento repitiendo las frases dichas por Jesús durante la última cena con sus apóstoles: este es mi cuerpo… Esta es mi sangre… Haced esto en conmemoración mía.

A través del catecismo católico aprendemos que el poder de la consagración proviene de las palabras de Cristo, del poder del Espíritu Santo, así como la acción de Jesús. Transformando el vino y el pan en el cuerpo y la sangre que Jesucristo ofreció por nosotros en la cruz una vez y para siempre.

Ministro

Entendemos como ministro a todo aquel con la capacidad de celebrar la eucaristía. Estos deben tener un rango de presbítero u obispo válidamente ordenado para poder tener la potestad de oficiar la eucaristía.

La Instrucción General del Misal Romano menciona que varios ministros pueden realizar una misa y celebrar entre todos la eucaristía. A esto se le conoce con el nombre de concelebración. A su vez, en este mismo documento se describe la unidad que se forma entre el sacerdocio, el carácter sacrifical y el pueblo de dios. De esta manera podemos mencionar:

  • Se habla sobre la ordenación de los obispos y los presbíteros.
  • Sobre la bendición de un Abad.
  • En qué consiste la misa Crismal. Que corresponde a la misa que realiza el obispo para bendecir los óleos el jueves santo.

A su vez, en este mismo documento podemos encontrar las siguientes celebraciones que se deben llevar a cabo:

  • La misa antes mencionada del jueves santo.
  • La misa conventual.
  • Todas las misas clásicas y principales que se celebran en las iglesias y oratorios.
  • La misa para celebrar los concilios, las reuniones de obispos y los sínodos.
  • Toda misa celebrada en las reuniones de sacerdotes, ya sea secular o religioso.
  • Por último, aquellas celebraciones que se llevan a cabo al momento de conseguir la ordenación del diácono.

Participantes

Según las tradiciones católicas, sólo el sacerdote que esté debidamente ordenado tiene la potestad para realizar la consagración. Pero por medio del catecismo se enseña que la eucaristía es la base y la fuente de toda la vida cristiana, de modo que el Canon 230 del Derecho Canónico, en el tercer párrafo se indica que en aquellas situaciones donde no haya un ministro cerca y la población este en la necesidad de ir a la iglesia o se deba oficiar una misa; los laicos pueden suplantar a los sacerdotes en algunas funciones.

De esta forma, pueden realizar el ministerio de la palabra, hacer oraciones litúrgicas, realizar bautismos y ofrecer la comunión a los fieles. Tenga en cuenta que los laicos no podrán realizar la consagración del vino y el pan. Para aquellas personas que hayan cometido pecado mortal y reciban la eucaristía estarán cometiendo sacrilegio. De esta forma, solo aquellos que se encuentren en estado de gracia podrán hacer la comunión. Esta es la razón, por la cual debemos confesarnos antes de hacer la comunión.

Estas pautas las podemos encontrar en el pasaje bíblico de Corintios (11:27-29) donde se indica que toda persona que tenga consciencia de haber cometido un pecado mortal, no debe ir a la eucaristía sin antes haber realizado la debida confesión sacramental con un ministro. La iglesia católica siempre motivará a sus fieles a participar en las celebraciones de la palabra que se dan semanalmente todos los domingos y en las fiestas de conmemoración particular. De igual forma, insta a las personas a realizar la comunión sacramental por lo menos una vez al año y recomienda a los feligreses a participar en la eucaristía todos los domingos y días de fiesta.

Pero si las personas lo desean, pueden realizar celebraciones y encuentros adicionales a los mencionados. De hecho; podrían realizar celebraciones todos los días, lo único que se debe considerar y nunca hay que olvidar, es que siempre y cuando se esté en estado de gracia. Cuando observamos cómo se estructura una misa podemos creer erróneamente que la persona que está a cargo es el ministro, pero en realidad es Cristo que está al frente de la celebración y es el actor principal en todo momento. Detrás de él nos encontramos con el ministro (no olvidemos que debe ser obispo o presbítero ya ordenado) que hace el rol de su representante en la tierra y se puede entender como el presidente de una asamblea.

Por otro lado, todos los fieles y participantes de la eucaristía no quedan en segundo plano, se les invita a tener una participación activa durante la celebración, ya sea realizando las lecturas, presentando las ofrendas, ayudando a dar la comunión, etc. En todo caso, se respeta la forma y la manera en que cada quien decide participar. No hay que olvidar que también hay un componente personal, privado e íntimo.

Todos estos roles permiten que se entienda la celebración de la eucaristía como una forma de reunión. Adicional a esto la iglesia, encabezado por el ministro que lleva a cabo la celebración desempeña la función de sacerdote, pero también de víctima en conjunto con Jesús; ya que ofrece la misa como un sacrificio. Incluso aunque el padre celebre de forma privada la misa, su acción no es privada, debido a que esta entremezclada con la acción de Cristo.

¿Cómo se Estructura la Eucaristía?

Debido a lo antiguo que es la celebración de la eucaristía, es normal que haya sufrido algunos cambios con el pasar del tiempo. Si recordamos dicho en apartados anteriores, las primeras celebraciones de la eucaristía eran realizadas por los apóstoles, pero su estructura era totalmente diferente a la que conocemos hoy en día. La celebración no solo servía como punto de encuentro con Cristo, para conocer sus enseñanzas y la purificación de los pecados, sino que también tenía una gran importancia económica social.

Muchos de los que asistían utilizaban la celebración para hacer intercambio de bienes y servicios cuando esta terminaba. Además; había un mayor carácter comunitario, donde se apoyaban los unos con los otros ofreciendo ayuda al prójimo, repartiendo el dinero, comida, etc.

Tiempo después, con la Primera Apología de Justino (cc. LXV-LXVII) podemos ver una descripción de la estructura que tenía la celebración de la eucaristía de la época, la cual estaba organizada de la siguiente forma: liturgia de la palabra, la oración de los fieles, el abrazo de la paz, la presentación de los dones, la plegaria eucarística, el momento de comunión y la comunión de bienes. Aun así, hay que destacar la poca información clara sobre la época, de modo que esta estructura descrita podía presentar algunas variantes.

No es sino hasta el siglo III, que los registros de la celebración de la eucaristía son más específicos, claros y abundantes. En ellos podemos encontrar la verdadera catequesis teológica y de la fe sobre la eucaristía. En todo caso, se mantiene la estructura descrita por Justino.

En el libro de Constituciones Apostólicas se menciona como debe ser el orden de la celebración, donde se inicia con la liturgia de la palabra, se continua con la oración de los catecúmenos, luego el abrazo de paz (en este momento los catecúmenos se retiran), la presentación de los dones u ofrendas, la plegaria eucarística (anáfora), se da inicio a la comunión, después se realiza la oración de bendición y se finaliza con una despedida.

Hoy en día, toda plegaria eucarística cuenta con los siguientes elementos:

  • Una acción de gracias que se indica en el prefacio.
  • La aclamación de alabanza del pueblo con el sanctus.
  • La epíclesis, que sirve para solicitar la intervención del espíritu santo, para que ayude en la transformación del vino y el pan en el cuerpo y sangre de Cristo.
  • Las palabras consacratorias que deben ser recitadas por el ministro encargado de presidir la celebración eucarística.
  • El memorial del misterio pascual de Jesús (anámnesis o registro histórico).
  • La ofrenda de la iglesia por medio y en conjunto a la víctima sagrada.
  • Las peticiones e intercesiones que se realizan en pro de los vivos y los muertos.
  • La doxología final, que tiene la finalidad de glorificar a dios.

Podemos encontrar en distintas corrientes protestantes o evangélicas un momento para hacer la bendición de los alimentos. Donde se toman los elementos de los ancianos o diáconos y luego se procede a leer los pasajes que los instituyen. Se finaliza con una o varias oraciones de adoración y acción de gracias.

Curiosidades

  • A la eucaristía se le conoce como Sacramento por Excelencia debido a que en él, se haya Cristo; y es él la fuente de todas las gracias. A su vez, todas las otras formas de sacramento tienen como finalidad conducirte a la participación de la eucaristía. Sirviendo como apoyo y preparación para recibir de manera adecuada a Cristo durante la comunión. Cabe destacar, que algunos de estos sacramentos se dan durante la eucaristía.

  • La palabra Eucaristía significa «dar acción de gracias». Aunque también se conoce bajo otros nombres como:
    • «Asamblea Eucarística», debido a que la celebración se da en forma de reunión o asamblea.
    • «Santo Sacrificio», ya que se renueva el sacrificio hecho por Jesús en la cruz. Siendo un memorial de su muerte, pasión y resurrección.
    • La «Fracción del Pan», debido a que fue el rito utilizado por Jesucristo durante la bendición de la última cena con los apóstoles. Este nombre era utilizado principalmente por los primeros cristianos.
    • También se conoce como «Didaché». Este nombre surge producto de la comunión de los santos, el cual es mencionado en el símbolo de los apóstoles.
    • «Banquete del Señor», ya que la eucaristía es una representación de la última cena.
    • «Comunión», dado que en ese momento ocurre la unión íntima entre la persona que comulga y Jesús.
    • «Misa», siendo el nombre más común y ampliamente utilizado para hacer referencia a la celebración donde se da la eucaristía. El término se comienza a utilizar a partir del siglo VI y proviene de las palabras «ite missa est».
  • En el antiguo testamento podemos encontrar diferentes formas de sacramento utilizadas como prefiguraciones, algunas de ellas son:
    • Maná, siendo el alimento usado por el pueblo de Israel luego de su peregrinación por el desierto.
    • El sacrificio de Mequisedec y el sacrificio de Abraham.
    • El sacrificio del cordero pascual, que sirvió para evitar la muerte del pueblo de Israel en Egipto.

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