Doctrina Social de la Iglesia Católica y sus Principios

Cuando se habla de la Doctrina Social de la Iglesia, se refiere a todas las pautas y principios que la iglesia recomienda utilizar para ayudar a los demás, principalmente al prójimo. Esta es una de las enseñanzas más importantes que Jesucristo nos transmitió durante su vida: trabajar por el bienestar de los demás. Durante este artículo conoceremos más al respecto, explorando sobre qué es exactamente, cuáles son estos principios y mucho más.

doctrina social de la iglesia

¿Qué es la Doctrina Social de la Iglesia Católica?

Para poder explicar a profundidad qué es, primero hay que desmentir qué no es, de modo que a continuación mencionamos algunas concepciones populares erróneas que han ido calando en la mente de las personas sobre las doctrinas sociales de la iglesia católica:

  • No es una utopía. Con esto desmentimos dos cosas, en primer lugar: no significa que sea una meta imposible de alcanzar. No se trata de un ideal, los objetivos que dicha doctrina propone por supuesto que son alcanzables. En segundo lugar, no se refiere a la creación de un paraíso en la tierra donde los humanos puedan obtener su perfecta realización.
  • No es un planteamiento político y socio económico como el capitalismo, el liberalismo o el comunismo. No es un sistema alternativo, a pesar que dentro de sus lineamientos se hagan críticas a distintos sistemas políticos, económicos y sociales. Se puede entender más bien, como un sistema ético y moral que nace de la concepción cristiana del hombre y de su vocación al amor y a la vida eterna, que puede ser implementado o incorporado a estos modelos socio económicos.
  • Para nada es una postura pragmática. Es decir, una vía alterna ante el fracaso de los paradigmas dominantes o que han fracasado en el pasado. Simplemente busca promover en el ser humano el contraste entre las realidades que se aprecian en la actualidad con los ideales y enseñanzas del evangelio, para que surjan verdaderas soluciones a los problemas que dignifiquen al hombre.
  • No se trata de una doctrina fija, estática y que ha permanecido invariable en el tiempo. Por el contrario, se refiere a una doctrina dinámica que se ha visto en la necesidad de adaptarse a los cambios que han ocurrido en la humanidad con el pasar de los años. Aunque claro; esto no quiere decir que sus fundamentos básicos han cambiado, ya que estos están vinculados con la naturaleza humana que indiferentemente de la época y el lugar siempre ha sido los mismos.

Una vez aclarado qué no es, podemos explicar a detalle cual es su definición. Esta doctrina social de la iglesia católica pertenece al campo de la teología, en el área de la teología moral. El magisterio lo define como el producto de la reflexión que se da al contrastar las distintas realidades que vive, y a vivido el hombre y la sociedad en general, con las enseñanzas eclesiásticas de la iglesia católica.

Dicho de otro modo, se puede entender como toda una serie de postulados reflexivos, pautas sobre cómo actuar y directrices, que tienen como finalidad hacer un análisis crítico de las distintas realidades que podemos encontrar en la actualidad, utilizando como base o guía las enseñanzas del evangelio para orientar las acciones a realizar a futuro. Donde se busca transmitir estas enseñanzas a toda la sociedad (evangelizar).

Historia de la Doctrina Social de la Iglesia

Una de las primeras raíces las podemos encontrar en el libro del padre Luigi Taparelli titulado «Saggio Teoretico Di Dritto Naturale, Appoggiato Sul Fatto, que traducido al español significa «El Ensayo Teórico del Derecho Natural Apoyado en los Hechos», el cual fue publicado en Italia en el año de 1843. En este libro se utiliza por primera vez el término de «Justicia Social» para indicar que todas las personas deberían contar con la misma cantidad derechos y oportunidades. Con esto, este sacerdote pasa a convertirse en uno de los primeros dentro de la iglesia católica en hablar de la doctrina social.

En todo caso, el término de doctrina social es definida en el libro de Encíclica Quadragésima Anno escrita por Pío XI. Aunque en este documento comparte el crédito con León XIII y mencionan que la preocupación por los problemas socio económicos no es algo nuevo, sino que se remonta a mucho antes del «Rerum Novarum».

Más adelante, con la llegada de la revolución industrial en el siglo XIX y el crecimiento y dominio de los grandes monopolios darían paso a un profundo distanciamiento de clases sociales, donde por un lado tenemos a un pequeños porcentaje de la población acaparando la mayoría de las riquezas mientras la gran mayoría del pueblo lucha por conseguir lo suficiente por sobrevivir bajo arduas y largas jornadas de trabajos por suelos mínimos. A partir de acá se da esa división conocida como los asalariados y los obreros o proletariados.

Para el año de 1864, el papa Pío IX redacta su encíclica «Quanta Cura», donde lanza fuertes críticas a los sistemas socialistas y liberalistas, luego plantea una serie de sugerencias utilizando como base teórica los escritos realizados por León XIII. Entre los aspectos más destacables, se condena el socialismo por desvalorizar y querer suplantar la providencia divina por parte del estado, junto con el carácter materialista del liberalismo económico que distancia las cuestiones morales que se dan entre en capital y el trabajo.

El papa León XIII fue un gran activista por los derechos humanos y obreros. Fomento de manera abierta la creación de sindicatos y frecuentemente transmitía el mensaje de unión de los trabajadores y ciudadanos en contra de los grandes monopolios y el control de las grandes empresas. Aunque al mismo tiempo, esto no significa que estuviera en contra de la propiedad privada, ya que también reconocía el esfuerzo individual de las personas y el derecho a poseer más recursos si se trabajaba más que el resto. El verdadero problema se da cuando las personas aprovechan su situación beneficiosa de poder para explotar a los demás en su conveniencia.

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Otro de los aspectos que toca el papa León es la relación que se da entre el estado, las empresas, los empleados u obreros y la iglesia. En base a la interacción que se da entre estas aristas planeta un sistema socio ecónomico al cual denomina «Corporativismo». Más adelante en el año de 1901, escribiría su encíclica «Graves de Communi Re» donde expresa su inconformidad a los sindicatos que tienen como objetivo la lucha de clases.

Para el año de 1931 el papa Pío XI escribe su «Quadragésimo Anno». En esta publicación desarrolla a detalle los aspectos más relevantes del comunitarismo y plantea situaciones y ejemplos de cómo ser utilizado en el contexto histórico del momento. También habla sobre el crecimiento exponencial que tienen algunas empresas que se transforman en imperios internacionales. Por último, vuelve a abordar el tema del socialismo y del liberalismo, realizando múltiples críticas a ambos sistemas. Por un lado califica al socialismo como un sistema fallido e ineficiente, mientras que por el otro; menciona que el liberalismo no es suficiente, ya que posee algunas fallas que le impiden ser un sistema exitoso.

Durante este período se germina la segunda guerra mundial. El papa Pío XII dejaría de lado su escritura sobre los sistemas socioeconómicos para centrarse en el trabajo humanitario. Sus críticas a estos sistemas se darían ahora de manera más local por medio de la radiodifusión. Donde destaca en todo momento la relación que hay entre la moral y el derecho positivo, y como todos aquellos que poseen estudios y son profesionales poseen una responsabilidad intrínseca inherente a su profesión. Es decir, el tener conocimientos no nos libera de nuestra responsabilidad social, por el contrario, incrementa nuestra obligación de aportar a la sociedad para mejorar la calidad de vida de todos los que ahí habitan.

El padre Juan XXIII, contribuye con dos publicaciones relacionadas con el tema:

  • Mater Et Magistra: En este escrito destaca la responsabilidad de la iglesia para hacer de guía y promotor de la dignificación del hombre, utilizando como base la comunión.
  • Pacem In Terris: Este libro es escrito durante el apogeo de la guerra fría y la carrera armamentística que se da entre las potencias mundiales de Rusia y Estados Unidos. De modo que lanza fuertes críticas al respecto, principalmente al desarrollo de armas nucleares. Por otro lado, aborda los derechos sociales utilizando como lupa las enseñanzas cristianas.

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Un paso importante en la doctrina social se da durante el Concilio Vaticano II, donde se busca instituir y concretar la «Gaudium Et Spes». El cual vincula temas pastorales con aspectos socio económicos que se están dando en la actualidad. Por ejemplo: el debilitamiento de la institución del matrimonio, ya que en los últimos años la cantidad de divorcios ha aumentado de manera alarmante. También el tema de la guerra fría, entre otros.

Otra figura en jugar un rol importante es el padre Pablo IV, quien en múltiples textos (entre ellos destaca su encíclica «Populorum Progressio»)  introduce la importancia del desarrollo tanto en el individuo como en la sociedad en general. Otras de las acciones importantes que realiza, es la creación del «Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz».

Un poco más cerca de la actualidad, nos encontramos con los aportes realizados por el papa Juan Pablo II, quien publica múltiples encíclicas abordando temas sociales producto de las difíciles experiencias que tuvo que vivir en Polonia. Algunas de las más destacadas son:

  • Laborem Exercens: Detalla como todos los cristianos deben vivir y trabajar siguiendo una moral y espiritualidad coherente con las enseñanzas de la iglesia y de Cristo.
  • Sollicitudo Rei Socialis: El tema central de esta obra es cómo alcanzar el progreso y el desarrollo manteniendo nuestra integridad como cristianos.
  • Centesimus Annus: Destaca la relación que hay entre la solidaridad y las enseñanzas sociales que da la iglesia. Pero desde un abordaje diferente al de sus predecesores, que comentaban el tema como una orientación o sugerencia para la filosofía y ética social. Juan Pablo II en cambio, desarrolla una doctrina social que nace de la iglesia y que sigue principios teológicos morales, para ser utilizada como una disciplina que se debe inculcar a los distintos miembros de la iglesia

Para finalizar, el papa Benedicto XVI en el año 2009 emite su encíclica con el título de «Caritas In Veritate». En esta publicación enfatiza la relación que hay entre la caridad y la verdad, y menciona que la humanidad requiere una autoridad política mundial que sea capaz de solventar los problemas que como sociedad debemos afrontar.

Contenido de la Doctrina Social de la Iglesia Católica

Como podemos observar, la doctrina católica no surge de forma espontanea, sino que se germina y desarrolla por medio de la retroalimentación que obtiene por los problemas que afligen a la humanidad con el pasar de los años, nutriéndose con cada cambio, cada nuevo conflicto social y cada hambruna, etc. De esta forma, se clasifica su contenido en tres dimensiones que guardan relación entre sí:

  1. Principios y Valores Fundamentales: La doctrina social ha obtenido sus pilares teóricos y morales de los principios teológicos y filósofos en conjunto con aportes obtenidos de las ciencias humanas y sociales. Destacando así, aspectos tales como: la paz, la dignidad de cada persona, la justicia, el bien común, la solidaridad, la propiedad privada, la participación, la libertad, entre muchos otros.
  2. Criterios de Juicio: Implica la postura que se toma en base a los sistemas socio económicos, distintas instituciones, a las estructuras, etc. Utilizando para ello; los elementos y principios teóricos y morales mencionados en el punto anterior, sustentados con datos empíricos. Esto último es un dato de vital importancia, porque significa que las personas que comulguen la doctrina social de la iglesia católica no toman posturas hacia un fenómeno, problema o conflicto en base a un simple juicio de valor. No se trata de: «me parece que esto funciona bien o mal», consiste en realizar un estudio a profundidad que permita hacer una toma de decisión con fundamentos tanto teóricos como empíricos. Implica un proceso de investigación y análisis.
  3. Orientación para la Acción: Este punto se puede dividir en dos aspectos centrales:
    • Como el nombre lo sugiere, no se trata solo de tomar una postura frente a una situación, conflicto o problema. Implica realizar un trabajo de forma activa para generar un cambio positivo en las personas y en la sociedad en general. Para mejorar la calidad de vida de los seres humanos, esparcir la palabra de dios y favorecer que las personas puedan alcanzar su máximo potencial siguiendo las enseñanzas del evangelio.
    • Por otro lado, y en concordancia con el punto número dos. Las decisiones y posturas que ha tomado la iglesia con el pasar de los años no se trata de una mera deducción lógica, es el resultado de un proceso de discernimiento que se da luego de un análisis y vivencia pastoral de la iglesia católica. Son estos momentos de cambio los que han inclinado que el trabajo de la iglesia se enfoque en los pobres, en el diálogo, la igualdad de oportunidades económicas y sociales para las personas, etc.

Fundamentos de la Doctrina Social de la Iglesia Católica

Cuando hablamos de los fundamentos básicos de la doctrina social de la iglesia católica, hay que hacer una distinción en entre el fundamento elemental y los principios básicos. Donde este fundamento principal se puede entender como el origen o punto de partida y a su vez, como el fin último de cualquier acción. Es decir, debe estar presente en todo lo que hagamos. Este principio general no es otro que el mandamiento del amor: «Amar a dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo».

Como cristianos no hay mucho que agregar sobre este tema, ya que es la base de las enseñanzas de Cristo y por ende, de la doctrina social de la iglesia. Es la base moral que debe regir todas nuestras acciones y tiene que ser la primera de nuestras motivaciones. Por algo el señor Jesús comenta que este doble mandamiento del amor no solo es el principal y más importante de todos los mandamientos. Sino que también representa una síntesis de la ley de dios y del mensaje que les fue indicado a los profetas transmitir.

Tomando en cuenta lo anterior, la doctrina social de la iglesia católica hace la distinción que el tipo de amor que se espera de nosotros como cristianos no es aquel pasivo y estático que se limita a ir a la iglesia todas las semanas, orar con frecuencia y aportar con dinero o recursos cada cierto tiempo. Si bien es un inicio, no es suficiente. Ya que la mejor manera de demostrar el amor hacia los demás es por medio de las acciones según lo dicta el evangelio.

Como se ha mencionado en varias ocasiones desde el inicio del artículo, debemos ser entes activos y dinámicos, que busquen trabajar por el cambio, por mejorar la calidad de vida de los demás y por dar siempre nuestro grano de arena para la prosperidad de la humanidad. Todo esto, siguiendo las enseñanzas que nos transmite el evangelio.

Hoy en día este principio elemental gana mucha relevancia cuando observamos como las posturas económicas, sociales y políticas actuales descalifican y denigran al hombre, al rebajarlo moralmente a un objeto, a un voto o a un recurso desechable.

Ahora que conocemos que el mandamiento del amor es el fundamental en la doctrina social de la iglesia católica. Procedemos a mencionar y explicar los cuatro fundamentos específicos:

Dignidad de Toda Persona

También se conoce como la «Dignidad de la Persona Humana» y se sustenta en los derechos humanos. Pero para entender en qué consiste este principio debemos ser capaces de responder a la pregunta de ¿qué es una persona? ¿qué la hace ser buena? La respuesta la podemos hallar a través del evangelio. Ya que dios nos creo a todos a su imagen y semejanza. Esto significa que si él posee una dignidad inherente a su persona nosotros también.

Por este motivo, todos debemos ser tratos y tenemos que tratar a los demás con una dignidad inalienable. Además; nuestras acciones deben tener como finalidad dignificar. No se puede utilizar este elemento como para alcanzar otro fin egoísta o personal, porque se corre el riesgo de menospreciar a las personas y tratarlas como objetos.

Jesús nos enseña en su historia de la oveja descarriada, que dios no tiene una visión de los hombres como un todo, no como simples números o porcentajes. Para él, cada persona en preciosa y única con mucho para ofrecer. Por esta razón, cada vida es valiosa e insustituible.

A modo de síntesis, la doctrina social de la iglesia católica valora cada vida humana, entendiendo que es única e irreemplazable. Esto hace que la mira de sus pautas siempre vayan dirigidas a mejorar el bienestar del hombre o de la familia y no del estado o de terceras instituciones.

El Bien Común

Se conoce como el principio del bien común. Fue definido durante el concilio Vaticano II como el conglomerados de condiciones del entorno social que permiten a las comunidades y a sus integrantes conseguir el objetivo o logro más sencillo de la propia perfección. Pero, ¿qué significa esto?

Cuando se habla del bien común, no se refiere solo a realizar la acción que mejor beneficie a todos. Más bien, al hecho de participar en comunidad, al trabajo en equipo y a la noción de ayudar al otro. Para la doctrina social de la iglesia, la perfección no se consigue aislándose del resto del mundo y preocupándote solo de tu interés personal de manera egoísta. El bien común es entonces, el trabajo en comunidad. Solo así podremos alcanzar el bien común que será beneficioso para todos y no solamente para unas pocas personas.

Poder actuar pensando en los demás, en el bien común de todos. Requiere poner en práctica todas las enseñanzas que la iglesia y el evangelio nos proponen. Ya que debemos ser capaces de pensar más allá de los intereses personales o en ayudar solo a nuestras familias para pensar en el bien común. Este principio se ve seducido y corrompido por el poder. Ya que mientras más poder se tiene, más difícil se hace pensar en el bien común. Esta es la razón por la cual muchos políticos corruptos se alejan del buen camino a medida que prosperan sus carreras.

Pensar en nosotros y no en mí es una tarea difícil, que requiere compromiso y temple en las personas. Pero también apertura al trabajo en equipo. Implica ser capaces de escuchar a otras personas, ser empáticos, ceder espacio, control y poder; en momentos en donde nuestras decisiones no sean el mejor camino. Por ende, implica que también debemos ser humildes.

Otro aspecto importante del bien común, es que va en contra del utilitarismo, que significa conseguir la máxima felicidad para el mayor número de personas. Este planteamiento lleva al camino de la subordinación de los pocos en contra de los muchos, ya que es un sistema diseñado para apoyar a algunos, pero no a todos. Convirtiéndolo en un sistema imperfecto.

Subsidiariedad

Se conoce comúnmente como el Principio de la Subsidiariedad. Fue introducido por primera vez por el papa Pío XI a través de su carta encíclica «Quadragésimo Anno». Ahí explica que las decisiones que se toman en una sociedad, deben estar los más accesible posible para las personas que les afecta directamente o que sufrirán de las consecuencias de dicha decisión. Esto con la finalidad de evitar ser víctima de doctrinas totalitaristas que no toman en cuenta al individuo, que actúan siguiendo el beneficio de unos pocos o que en muchas ocasiones, las tratan sin dignidad. La idea es que las personas tengan la capacidad de tomar las decisiones que les afecten directamente. Así se puede garantizar la creación de leyes justas.

El papa León XIII fue otra figura de la iglesia que condeno muchas intervenciones del estado mencionando la necesidad de tener límites, de lo contrario, se corre el riesgo de considerar el estado como un sistema de mayor importancia que la del individuo, la familia o la comunidad que las integra.

Solidaridad

El Principio de Solidaridad no es un aspecto nuevo para la iglesia, es un concepto que desde sus inicios se ha tenido muy claro. Aunque en las últimas décadas, quien mejor habla al respecto sobre el tema es el papa Juan Pablo II en su carta encíclica del año 1987 «Sollicitudo Rei Socialis». La noción es muy sencilla, cada día la tendencia mundial es la globalización, la interconexión y comunicación de todos los pueblos y las culturas. Las brechas que hace siglos generaba la distancia física (los mares, las montañas, los continentes), hoy en día se acortan gracias a la tecnología. Esto nos permite darnos cuenta que todos los seres humanos indiferentemente del sitio o lugar en el que nos encontremos como un mismo pueblo, una misma familia. Si somos capaces de entender que todos estamos vinculados y relacionados, podremos generar en nosotros el sentimiento de solidaridad hacia los demás.

La sensibilidad implica ser empático hacia el sufrimiento del otro. Comprender que al igual que nosotros, el resto de las personas que habitan este planeta sufren, tienen problemas y son incapaces de afrontar y superar muchos de ellos por si solos. Por otro lado, la sensibilidad nos invita a abrir nuestros ojos ante las múltiples realidades que se dan en el mundo, en las diferentes comunidades, en las distintas familias y en cada persona.

En el evangelio la sensibilidad no es un sentimiento, es una virtud donde; donde nos comprometemos a hacernos responsables de los demás. Va más allá de la compasión o la ternura, ya que requiere de un carácter firme y ser perseverante para trabajar por el otro… Por el bien común.

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